Juliana Muñoz
—¿Estás loca? —dijo Demetrio en tono de Regaño, él estaba más alterado que yo —Cuando tu padre se entere lo que le hiciste al vestido de la mujer que dentro de una hora será su esposa, te va a matar, ahora si no habrá quien te salve.
Tragué saliva dándome cuenta de mi grave error.
—Es que me dijo que ahora ella era la directora de operaciones de los hoteles y restaurantes que yo llevo manejando desde hace años —dije aún atónita, quería llorar, me sentía decepcionada, por que mi padre me estaba haciendo esto. No entendía por que prefería a ella antes de a mi que era su hija.
Al ver mi rostro a punto de soltar en llanto, Demetrio me abrazó.
—Ya… ya… yo te quiero, aunque seas desempleada —dijo acariciándome el cabello, pero burlándose de mi tragedia. A la vez lo abracé con
