4. Es de familia

1580 Words
Juliana Muñoz El auto se detuvo en una calle solitaria donde no había más que árboles alrededor de un angosto camino. Estábamos en medio de la nada. Demetrio el chofer salió rodeando el auto mientras yo lo observaba desde adentro. Abrió la puerta de mi lado. Entonces le sonreí de manera pícara. - ¡Dios, Juliana te extrañé tanto! – esbozo con una mirada oscura y llena de lujuria que hizo que mi cuerpo reaccionara y no pude evitar morderme el labio por instinto. Él se quitó la gorra de chofer y la puso en mi cabeza. Sonreí divertida. - Ven aquí – tomé su corbata y la jalé hacia mí, el entro al auto conmigo cerrando la puerta a su espalda. Abrí mis piernas recibiéndolo en medio de ellas con gusto. Me tomó de la cintura y nos besamos con pasión. Los besos de Demetrio son los besos más ardientes que he conocido. Él lleva trabajando para mi padre como mi guardaespaldas casi un año, desde el momento en que lo conocí algo me atrajo de él, es un hombre joven y fuerte, imponente. Se ha sabido ganar la estima de mi padre porque me cuida con exigencia, lo que no sabe es que desde hace meses tenemos una “relación clandestina” si mi padre se enterara lo echaría de patitas a la calle y por lo poco que se, él necesita el dinero del trabajo. Además, no me interesa otro tipo de relación con él más que el jugueteo que existe entre los dos. Justo cuando mete su mano por debajo de mi blusa, mi biper suena. Ya veo la cara de Demetrio poniendo los ojos en blanco con fastidio, bufando enfadado, se hace a un lado y me siento. Es un mensaje de mi hermano > - Alan, ya llegó a casa, yo debería estar haciendo lo mismo – dije acomodando mi falda y ajustando su corbata, podía notar la molestia en sus ojos – calma grandulón, te recompensaré luego. Dibujo en su rostro una media sonrisa. - Regrésame esto – quito el gorro de mi cabeza y salió del auto. Entro por el lado del piloto y arranco a toda velocidad con dirección a casa. Llevaba varios días fuera de la ciudad, papá acababa de adquirir un hotel cerca de la Riviera Maya en México y yo me encargaba de supervisar el arranque del negocio. Preparaba la parte de la fiesta de inauguración, la organización y contratación de los nuevos trabajadores, quedándome unos días más hasta que todos se acostumbraran a ejecutar la misión y visión del negocio hotelero. Mi hermano y yo habíamos regresado de nuestros respectivos viajes por el motivo de que el día de mañana era la fiesta de la presentación previa a la campaña del partido político del cuál mi padre era el representante, si ganaba las elecciones sería presidente del país. Él me había pedido que lo acompañara durante toda la campaña electoral, con gusto lo haría. Entre a la casa se escuchaban los gritos de mi padre y mi hermano hasta la puerta. Algo típico de ellos, la puerta del despacho estaba abierta, apenas di un paso adentro y observé que junto a mi padre estaba una mujer de cabello corto hasta los hombros cabello castaño claro casi llegándole al rubio, con un vestido entallado que hacía verla por demás exuberante y maquillada en extremo, la fulminé con la mirada mientras ella me sonrió en forma maliciosa. - Juliana que bueno que has llegado – me recibió mi padre con un abrazo cariñoso, torcí la boca mirando a Alan quien se acercó hasta detenerse a mi lado. - Hermanita – me abrazo después que mi padre – esto que viene a continuación será divertido – me susurró al oído. Mire nuevamente de arriba abajo aquella mujer que sin conocerla ya me desagradaba. Observe a Alan, había cambiado un poco su look desde la última vez que nos vimos, ahora llevaba el cabello corto demasiado para mi gusto, el tono de su piel bronceado contrastaba con el color miel de sus ojos, lo que más me gustaba de él era su sonrisa, siempre alegre, aunque cuando se topara con mi padre entre los dos echaban humo, siempre se la pasaban discutiendo, ya me había cansado de ser mediadora entre ellos. Llevaba puesta una playera tipo polo color azul, unos pantalones negros y unos zapatos deportivos del mismo color. - Ahora que están aquí los dos, pueden tomar asiento tengo una noticia que darles - entrecerré los ojos con enfado. - No tomaremos asiento - solté en forma seca, apenas había llegado a casa y ya imaginaba a donde iría a parar todo esté numerito. - Como quieran – dijo mi padre con fastidio. Estábamos de frente los cuatro mi hermano y yo contra mi padre y la tipa de al lado – ella es Patricia Betancourt, mi prometida. La parte baja de mi boca casi cae al suelo de la impresión, ¿Cómo que prometida? ¿en qué momento sucedió? volteé a ver a mi hermano y éste se encogió de hombros haciendo una mueca de molestia. - ¿En qué momento? - pregunté con tono de ironía. - Conocí a Patricia hace un par de semanas en un restaurante donde tuve una reunión... - Si... si ahórrate las flores y bombones... ¿quiero saber por qué ahora que empezara la campaña electoral se te ocurre comprometerte? - mi coraje era tal que para nada pensaba disimularlo, asesiné con la mirada a la mujer, quien nos veía sonriente, se le veía todo lo falso de su sonrisa a metros de distancia. - Precisamente por eso – mi padre tomó la mano de patricia entrelazándolas mutuamente yo los veía estupefacta – ella será quien me acompañe durante la campaña electoral. Me quedé boquiabierta. - Te dije que no confiaras en él Juliana, mi padre lleva la palabra traición tatuada en la frente – las palabras de mi hermano resonaron en mis oídos, apreté los puños con fuerza, tuve que contener todo el coraje que sentía para no abalanzarme sobre su nueva prometida y acabarla a golpes. - ¡Tú y tu nueva novia se pueden ir al carajo padre! - grité con furia – si ya no me necesitas entonces ¿que vine a hacer aquí? - La familia debe estar unida, mañana habrá muchas personas importantes en el evento de presentación del partido, políticos y empresarios, necesito mantener mi buena imagen como hombre de familia - apreté los dientes al escuchar la odiosa voz de patricia. - ¿Quieres que finja que tú y yo somos mejores amigas? ¡asco! - hice un ademán como si me metiera el dedo en la boca provocando el vómito. - ¡Ya basta! - gritó mi padre furioso – no permitiré que insulten a Patricia, dentro de pronto ella y yo nos vamos a casar, más les vale por su bien que el día de mañana se comporten o se arrepentirán. Salí del despacho hecha una fiera escaleras arriba, escuchaba los pasos de Alan a mis espaldas. - Espera Juliana. Pero no me detuve, entré a mi habitación haciendo rabieta como si fuera una niña pequeña. - Te dije que en papá no se podía confiar, pero ahí estás, siempre detrás de él, nunca has entendido que sólo te usa – era la primera vez que Alan me hablaba en ese tono de voz como si fuera un regaño, me limite a observarlo siempre me lo decía y nunca le hacía caso, tal vez tenía razón y nada de lo que hacía por mi padre lo valoraba, él dijo que yo sería la imagen femenina en la campaña que sería el inicio de mi carrera como empresaria, pero ahora que trajo a esa mujer a la casa ya nada era seguro. - Tienes razón - me encogí de hombros, me senté en el borde de la cama y él se sentó a mi lado, me rodeó los hombros con su brazo. Sus facciones cambiaron a unas más serias. - Escuche en el extranjero que papá adquiere sus negocios haciendo tratos con personas de la mafia – lo escudriñe con la mirada – él es un corrupto, ha logrado llegar hasta donde está haciendo tratos chuecos, me dijeron que hoy por hoy se ha ganado innumerables enemigos y eso me preocupa por que tú eres quien lo administra. Endurecí mis facciones. - ¿Tú crees que todo eso que dicen es verdad? - Sólo te lo digo para que te cuides, yo he decidido alejarme de todo este mundo que lo rodea, no es lo mío, pero temo por ti – mis ojos se humedecieron, Alan era lo único real que tenía, era feliz cuando él estaba en casa, cuando se iba todo volvía a ser oscuridad en mi vida. Sólo con él podía ser sincera. Nos abrazamos. - Nada me pasará te lo prometo. Él asintió. - Con ese guardaespaldas que te cargas, literalmente – mi hermano soltó una carcajada – si a ti te tocan un pelo él se muere, ¿en serio folla tan bien como para que te arriesgues a que te descubran Juliana? Suspiré. - No vuelvas a mencionar a Demetrio, sólo yo sé lo que tengo con él. - Como quieras – mi hermano resopló antes de salir de mi habitación. Me dejé caer sobre la cama. Tenía que idear un plan para deshacerme de Patricia cuánto antes.
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