1. Nada...

1901 Words
Capítulo 1: Nada de esto debía pasar. La fiesta de promoción estaba llena de luces cálidas y música emocionante, Brisa estaba de pie en la entrada como el hada de un cuento infantil, atrayendo la mirada de todo aquel que pasaba por ahí. Llevaba un vestido de noche de color azul intenso, su piel blanca relucía ante él... le quedaba tan ajustado que delineaba cada curva de su cuerpo, su cabello de un color n***o azabache le llegaba hasta la cintura, ayudando a cubrir el enorme escote que mostraba su espalda. Su piel suave y fresca como la porcelana, y sus ojos, esos hermosos y rasgados ojos de color azul que le daban un magnetismo salvaje, ojos que por momentos eran de azul profundo y por otros llegaban a ser tan claros como una noche estrellada. Era el tipo de mujer que recordarías, incluso si solo la hubieras visto una vez en la vida. Brisa se movía entre sus compañeros con una gracia que atraía miradas de asombro, se podía oír el murmullo de voces susurrando: -- Por dios Brisa ¡qué hiciste esta vez... estás guapísima! – -- Eres tan hermosa que te confundí con el hada de Peter Pan – Brisa mostraba una leve sonrisa mientras avanzaba en el salón, su corazón estaba llenó de expectativas por su prometido Franco, quien a sus 25 años era un ingeniero de sistemas reconocido, que pronto sería ascendido en su empresa. Brisa siempre lo ha admirado, aunque él muchas veces ha sido frio con ella, pero Brisa siempre encuentra una excusa para entenderlo, imaginando que debe estar tan cansado por su exigente trabajo, por el estrés o por el hecho de que pronto será ascendido a socio principal de la empresa donde trabajaba... Ella mira a su alrededor, habían quedado en encontrarse en el salón, según él... no tenía tiempo para pasar por ella. Mientras se acerca observa que muchos de sus compañeros no llegaban todavía, algo extraño, pero pensó que al igual que Franco, debían estar atorados en el trabajo... -- Estás hermosa Bri – le dice Mia al verla acercarse a la mesa. -- ¿Te parece? Yo creo que estoy normal… como siempre – le responde ella, pero todos en la mesa mueven la cabeza en negación... era verdad. Esta vez Brisa se había esmerado en su presentación, porque pensaba que esa noche su novio le pediría matrimonio. -- ¡oh no amiga! Para nada se puede llamar normal a ese vestido – exclama Mia observándola con admiración. -- ¿Y Luna? ¿no ha llegado todavía? – le pregunto Sol al verla sola, mientras aceptaba una copa de vino que el mesero le ofrecía. Sol era otra de las chicas que formaban su grupo de estudio, Brisa, Mia, Luna y Sol a quien le llamó la atención ver que faltaba una de las chicas más cercanas a Brisa. -- No – le respondió Brisa tranquila mientras recibía su copa. – La llamé antes de venir, pero me dijo que no se sentía bien. Ya saben ella viaja la próxima semana al extranjero así que prefirió no arriesgarse – le respondió Brisa con naturalidad. Sol levantó una ceja al oírla, hacía solo un día que hablo con Luna y la notó más sana y feliz que nunca... pero una nunca sabe. Mia siempre directa soltó una carcajada. -- ¿Luna enferma guardando reposo un viernes por la noche? Eso sí que es nuevo de oír – Sol sonrió con cierta tensión, porque en el fondo, intuía que algo no estaba bien, Mia tenía razón, Luna nunca se perdería su fiesta de promoción. Todos sabían cómo era Luna y desde que la universidad terminó no había dejado de salir de fiesta cada fin de semana. Brisa sonrió. Luna siempre era la primera en llegar y la última en irse cuando se trataba de eventos sociales. Que no estuviera presente en esta fiesta de promoción, de hecho, era extraño… pero no imposible. Brisa no tenía por qué dudar de su amiga y sus excusas. Al menos todavía no. Pero todo cambio y la reunión se fue al demonio solo algunos minutos después, cuando el DJ comienza a hacer la presentación... ya que al momento de encender la pantalla para que las imágenes preparadas por todos comiencen a rodar toma en USB equivocado... mostrándoles a todo algo que nunca se debió mostrar. El tipo al ver dos USB frunce el ceño, levanta uno de ellos y pregunta de quién es. -- Perdón, ¿alguien perdió esto? – pero nadie le respondió, -- Bueno, veamos pues si tiene código – bromeó, y antes de que alguien pudiera detenerlo, el DJ conectó una de las memorias que estaban allí. Y de pronto frente a la enorme pantalla, apareció una imagen. ¡Pero que imagen! Una cama conocida para una de las presentes, las sábanas estaban completamente desordenadas, y en medio de ella se podían ver dos cuerpos entrelazados. La pantalla era tan grande que podía verse el sudor de los cuerpos a treves de ella. la imagen era de intimidad brutal, y cuando pasó a la siguiente imagen el rostro de una mujer conocida por todos estaba allí... era Luna su mejor amiga. Luna estaba montada sobre el cuerpo de un hombre que la besaba con una entrega que no dejaba lugar a dudas, en un abrazo demasiado íntimo como para confundirlo con algo platónico... la tercera imagen la dejo devastada. Ambos sonriendo como si acabaran de ganarse la lotería s****l. Y el hombre… alguien que ella conocía muy bien… Franco Cardenas su prometido. Brisa se sintió asfixiada. El mundo se detuvo por un segundo ante ella, o ¿quizá fue solo su corazón?, no lo sabía. Pero en ese momento ella dejó de respirar, no podía, era una presión que empezaba en el estómago y subía como humo tóxico hasta su pecho. La sala que había enmudecido ante las imágenes estallo en murmullos, gritos y comentarios venenosos, exclamaciones y discusiones, una tras otra, -- ¿Ese no es Franco Cardenas? – preguntó alguien. -- ¡No puede ser! – gritó Sol, tapándose la boca. Brisa bebió el contenido de su copa de un solo trago, mirando la pantalla con los ojos bien abiertos, sin creer lo que veía. Todas las miradas pasaban de la pantalla a ella. Dejó su copa, para luego tomar otra y luego otra más. Los comentarios la envolvían como cuchillos lanzados al azar. -- ¡Wao eso sí que es fuerte! – se escuchó otra voz en medio del salón. -- ¡Esperen un momento! ¿Ese es Franco el prometido de… Brisa? – Y una vez dicho su nombre absolutamente todas las miradas se posaron en ella, Brisa. Brisa se quedó aturdida, sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo, la sangre se le había congelado dentro de ella. La humillación y la vergüenza fueron como una ola que la terminó de ahogar por completo. Sus mejillas se encendieron, luego palidecieron al segundo, sus puños se cerraron inconscientemente, consiguiendo que sus uñas se clavaran en las palmas de sus manos hasta hacerlas sangrar. En medio de las miradas inquisitivas, compasivas y chismosas, ella se sintió desnuda y expuesta frente a todos. En ese momento un pensamiento cruzó por su mente: “Esto no fue un simple accidente de un USB olvidado, ¡claro que no!... esto era una humillación cuidadosamente planeada por alguien que la odiaba demasiado, para hacerla pasar por esto... en un día que ella pensaba sería importante en su relación” En ese momento Sol no sabía que hacer, Mia había corrido hasta la pantalla para quitar la memoria y eliminar las imágenes que seguían apareciendo. Pero Brisa no necesitaba escuchar más. No podía, no quería. -- ¿Y ella no es Luna? Ja, ja, ja… ya sabemos porque no vino a la reunión – seguían escuchándose los murmullos a su alrededor. Brisa no aguanto más y salió iracunda del salón. -- Disculpen – fue todo lo que dijo antes de alejarse tambaleando de allí, atravesó los pasillos del hotel sin ninguna dirección. Apenas si veía por dónde caminaba, hasta que llegó al bar e ingresó sin pensarlo, ver las luces bajas la ayudaban a ocultarse y oír la música suave eso era lo que necesitaba en ese momento, que nadie supiera quien era ella, que nadie la mirara con lastima y compasión, como lo habían hecho momentos atrás. Se sentó sola en una de las mesas más alejadas y pidió una copa para beber, -- Tráeme lo fuerte que tengas – señalo. Y cuando llegó la bebió sin mirar, luego pidió otra y otras más... Bebía con tanta rapidez, con tanta urgencia, como si el alcohol pudiera arrancarle las imágenes que tenía en la cabeza. Estaba ocupada recordando cada mentira que le había dicho Franco desde que lo conoció, cada recuerdo de él junto a su amiga Luna, momentos donde él le había dicho que la ayudaría con un sistema en su trabajo, molestándola por haberse puesto celosa de su mejor amiga... Pero ahora está segura de que mientras Franco no iba a verla por tener demasiado trabajo, o por no querer contagiarse de algún resfriado común, aceptaba visitar a su amiga, según él “porque era trabajo y nada más” “Voy porque es solo tu mejor amiga”, “No seas celosa" Esas y muchas frases le había dicho en cada ocasión, durante todo el tiempo que estuvieron juntos. -- ¡Maldito! – exclamó para sí, dando un golpe en la barra. Todo el salón de fiesta la había visto romperse. Como si su dolor fuera parte del espectáculo. Como si ella fuera su entretenimiento puro. Una hora después salió del bar tambaleándose, caminando de un lado a otro, con pazos zigzagueantes y la cabeza baja, el alcohol le sirvió para olvidar a donde estaba y lo que había pasado entre su prometido y su mejor amiga. No sabía adónde ir, pero sabía que necesitaba vengarse. Pasó frente al ascensor, no se detuvo, sus pies la llevaron por un pasillo largo y a media luz. El tacón de su sandalia se dobló al tropezar con la alfombra y casi cae al piso, topándose contra un bloque de pura carne, un pecho sólido y fuerte como una muralla. -- ¡Cuidado mujer! – escuchó de pronto una voz masculina y sexi que le alborotó los sentidos, ella pensó… “Eso es precisamente lo que necesito para vengarme de esos idiotas”, levantó la mirada. La tenue luz del pasillo y todo el alcohol que tenía encima no le permitieron ver con claridad su rostro. Pero su voz… su presencia… había algo magnético en ese hombre. Algo que, sin saber por qué, la atraía demasiado. -- Lo siento señor – se disculpó, pero no se apartaba de él, sus manos subieron para recorrer el cuerpo del hombre frente a ella, sin querer una de ellas rozo cierta parte de él provocando una reacción inmediata, sintiendo el calor traspasar la tela de su pantalón. -- Ten cuidado señorita, no querrás despertar al dormilón – escuchó ella. Nuevamente esa voz tan atractiva y sensual, esta vez parecía estar disfrutando lo que pasaba con él, para ella era el momento perfecto para actuar. -- ¿Quieres acostarte conmigo? – le preguntó mientras arrastraba la voz, y su mano volvía a bajar en busca del peligro.
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