3. Un billete...

1712 Words
Capítulo 3. Un billete que la salvó... Brisa no pudo evitar sonreír, sabía que eso nunca volvería a pasar. -- Muy bien, Brisa. Tranquila. Respira hondo, total esto no pasó. Esto… No... Pasó – se dijo tratando de convencerse a sí misma de que lo mejor era olvidar. Ella arreglaba su cabello y trataba de verse como alguien que no había escapado de un cuarto de hotel como una amante luego de ver llegar a la esposa, ella no era así... pero todo lo que le pasó se lo debía al miserable de su ex... a Franco Cardenas. Brisa notó que el conductor la miraba extrañado, ¿Cómo no? Ella misma se extrañaría de su apariencia. Podía darse cuenta como el chofer la miraba sin pestañear, con esa mirada de quien sabe muy bien lo que ella hizo la noche anterior. El auto ya se había alejado lo suficiente como para que ella comenzara a reflexionar, -- No puede ser… me acosté con mi jefe – murmuro llevándose una mano a la frente, intentando determinar si estaba enferma o simplemente loca. -- Ya estamos llegando señorita – le dice el conductor regresándola a la realidad y ella se da cuenta que no se quedó con ningún billete para pagar la carrera. Se maldijo en silencio, por ser tan despistada, solo esperaba no haber dejado nada que la identifique en esa habitación... por suerte el conserje de su edificio era su amigo y podría ayudarle en esta ocasión, lo había hecho antes con otros vecinos, así que estaba segura de que lo haría con ella también. Brisa no se equivocó, el anciano conserje la ayudó pagando la carrera, y luego le entregó una nota con su bolso, al parecer sus amigas habían pasado a buscarla y al no encontrarla lo dejaron en la entrada... Sol había llevado con ella la cartera de Brisa, una vez que salió del salón, ahora lo único que esperaban era que su amiga este bien, que pueda superar ese mal rato y que mande al carajo al infiel de franco. Porque las dos sabían que Brisa, nunca perdonaría a Luna, a si se arrodille frente a ella, llorando por su perdón. -- Muchas gracias por la ayuda señor Bellina, déjeme recompensarlo por favor – le dice entregándole un par de billetes que servían para cubrir lo prestado y para dejarle una propina por su amabilidad. Brisa ingresó a su departamento y se quitó la ropa en el pasillo, necesitaba darse una ducha, se sentía que toda ella representaba lo que había hecho, su ropa estaba impregnada del perfume de él, una de sus sandalias tenía el tacón doblado, y su cuerpo… al mirarse en el espejo no pudo evitar sonrojarse. Todo su cuerpo estaba lleno de marcas provocadas por la apasionante y salvaje noche que pasó con su jefe... el gran señor Alonso Esquetini. Luego de salir buscó el teléfono en su bolso, lo había dejado en modo avión desde que llegó a la reunión. Al encender la pantalla miles de mensajes y llamadas perdidas aparecieron en él. -- Bri ¿estás bien?, ¿Dónde te metiste anoche? ¡Desapareciste! – le había escrito Sol, quien al darse cuenta de que Brisa no estaba en el salón salió a buscarla por todo el hotel... -- Oye… ¿viste la foto? Ay amiga, lo siento mucho de verdad... Luna no vale nada, ¿Cómo pudo hacerte eso? – ese mensaje era de alguien con quien estudio el último semestre, pero no lo tenía gravado en sus contactos, no debía ser alguien importante pensó, pero se imaginó que debía estar feliz enviando ese tipo de mensajes. -- ¿Estás bien? – ese mensaje era de Mia, quien había logrado apagar la pantalla luego de una fuerte discusión con el DJ. Brisa siguió observando y pudo ver algunos mensajes que le fueron enviados durante la madrugada, hasta que encontró uno que no esperaba recibir... -- Vaya que tienen coraje – susurró. Eran, varios mensajes de Luna y de Franco, ella ni siquiera se molestó en leerlos, los borro de su teléfono sin más. Incluso bloqueó sus números de contacto antes de que vuelvan a escribirle, no los quería cerca de ella, no los quería más. Brisa suspiró al ver la cantidad de llamadas perdidas que aparecían en su memoria, la mayoría eran de Mia, asi que respiró hondo, sabía muy bien que debía contarle a alguien lo que pasó, sino lo hacía no podría estar tranquila, además confiaba en ella. Mia le había demostrado ser una buena amiga… aunque Luna también lo había hecho, ya vieron como terminó... durmiendo con su prometido. Brisa aspiró una buena cantidad de aire y suspiró indignada. Debía escribirles a sus amigas, pudo notar que ellas estaban preocupadas y no quería que aparecieran en alguna estación de policías, pensando que ella se había quitado la vida. ** Chicas ya volví... ** ** ¿Dónde estabas... por dios Brisa, no tienes idea de cómo nos preocupamos por ti ** ** Lo siento, es que me sentía humillada, deben comprender ** Claro que lo hacían, más de lo que Brisa llegaba a comprender. ** ¿Qué hiciste qué? ** fue la respuesta inmediata de Mia, pero Brisa seguía escribiendo. ** No lo van a creer, pero terminé de emborracharme más en un bar privado dentro del hotel, tuve sexo loco con un tipo que no conocía, al menos eso pensé y ahora acabo de llegar a mi departamento luego de huir de la habitación dejándole algo de su propio dinero como pagó... pensé que era un Gigolo ** Les escribe y envía el mensaje, mientras continúa con su redacción. ** ¿Qué hiciste qué? ** ** Por dios Brisa. ¿Dime que no es verdad? ** ** Siento decirles que si lo es... tuve sexo con un tipo en el hotel y ese hombre resultó ser mi propio jefe ** ** No puede ser… ¿te acostaste con Alonso Esquetini? ** preguntó Mia todavía asombrada. ** Si, lo hice. Pero no sabía que era él. Lo supe esta mañana antes de huir de la habitación ** ** ¿Te reconoció?, ¿Sabe que eres tú?, ¿Qué pasará con tu contratación? ** Le preguntó Mia preocupada, sabía muy bien que su amiga estaba a prueba con ese nuevo CEO y Brisa negaba con la cabeza mientras escribía otro mensaje. ** ¡No! Al menos eso creo. Todo estaba muy oscuro, yo estaba ebria, y creo que… él también, solo quería vengarme amiga ** ** ¿Y lo hiciste?... ¿Quiero decir valió la pena? ** Brisa reflexiono un poco antes de responder, recordando cada caricia, cada beso apasionado, todo lo que sintió en una noche de hotel y que no había sentido nunca con su prometido en esos dos años de relación. ** ¡Oh sí! Claro que valió la pena, incluso estoy pensando que… lo que hacía con Franco era jugar a las muñecas ** sonrío avergonzada, pero necesitaba ser sincera. ** ¡Brisa! ** ** ¡Es verdad! No tienes idea de todo lo que ese hombre y mucho alcohol pueden hacer ** suspiró. ** ¿Cómo puedes estar segura de que no sabe que eras tu? ** ** Porque me fui antes de que despertara. Me escapé Mia, hui de ese hotel como una amante cuando llega la esposa de tu hombre ** ** Brisa esto parece irreal, me estás contando una serie de televisión verdad... o ¿es una de esas novelas cortas que vemos en el celular? ** Brisa se quedó chateando con su amiga, Mia le contó que tanto Luna como Franco la habían llamado, incluso que le habían escrito mensajes que ni siquiera se molestó en leer antes de bloquear sus teléfonos para siempre... porque la verdad de todo lo que pasó era una, y solo uno de ellos dos, ya sea Luna o Franco pudieron enviar esa memoria USB para que la tenga el DJ. El fin de semana fue un infierno para Brisa, pasó ambos días en la cama recordando lo que le hicieron Franco y Luna y recordando también la agradable manera como consiguió su venganza, pero no podía evitar pensar en cómo llegaría el lunes a trabajar, no sería nada fácil ver al hombre con el pasó una noche tormentosa, al hombre que había metido en su cama. Por otro lado, Alonso Esquetini no dejaba de pensar en la joven que estuvo con él. Esa mañana al despertar y ver la nota con los billetes se sintió furioso, sus puños se cerraron llenos de rabia... haber sido confundido con un gigolo, eso nunca lo hubiera permitido en su vida. Cogió su teléfono para llamar a su asistente, acabaría con la mujer en ese momento, pero luego cuando encontró su billetera y supo que esos billetes que había dejado junto a una nota eran suyos en realidad no pudo evitar sonreír por la audacia de la jovencita. El importante CEO quería a toda costa saber quién fue la mujer con la que pasó la noche, pero no había forma de hacerlo, el hotel tan lujoso donde estaba tenía una política clara de seguridad, no había cámaras en los pasillo y mucho menos en el bar. El hombre se jalaba los cabellos mientras esperaba que su asistente pase por él, era la ventaja de ser quien era, pues su asistente personal no tenía horario cuando se trataba de él... El lunes llegó demasiado rápido. Brisa se vistió con la mayor naturalidad posible, tratando de no llamar la atención, pero tampoco podía convertirse en Betty la fea de la noche a la mañana... Cogió una blusa de color marfil y un pantalón de color beige, estaba casi de los mismos colores que tenían las paredes de la empresa, pues eso quería en ese momento, que nadie notara su presencia o que incluso la confundieran con parte de mobiliario. Había recogido su cabello y estaba sin una gota de maquillaje, incluso decidió ponerse unos lentes que hacía mucho no utilizaba... No quería verse atractiva, no podía, no debía... Quería estar lo más indiferente posible, lo menos parecido a la chica fatal de la noche del viernes y al mirarse en el espejo una vez que terminó con su transformación sonrío complacida.
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