—¿Estás bien con eso? —preguntó la señora Gianna tomando mi mano. Mis ojos se aguaron de nuevo y, negándome a decirle que hacía demasiado yo no estaba bien con nada, asentí presionando mis labios entre sí. » ¿Quieres venir con nosotros? —preguntó ahora y ahora negué con la cabeza. —Creo que hago más falta aquí —dije cuando le gané al nudo en mi garganta—. Además, si no me ocupo, voy a morir tras de él. Mejor me quedaré a cargo de todo, para cuando usted vuelva. —Lamento arrancártelo de esta manera, sé que ambos estaban bien juntos, pero mis demás hijos, mi familia entera está en Italia, necesito que se despida de todos… Su voz se quebró al final, terminando en ser un apenas audible murmullo. Presioné sus manos e intenté sonreír. —Está bien —dije a pesar de que no lo estaba—, yo me

