Capítulo 2.

2580 Words
-¡Cariño! -Exclamo Sophie mientras veía a Kendall que bajaba por las escaleras en su pijama de chándal color rosa. -Hola mamá -respondió ella sin aparente ánimo. Ayer no había sido un buen día, de hecho, había sido el peor en la vida de Kendall, y sabía que ese día no iba a ser mejor, todo en su vida seguiría tan imperturbable y tedioso que siempre. -¿Quieres que hagamos algo hoy? Tengo tiempo, a menos de que hayas hecho planes con ese guapo joven que te llevo al baile anoche- A Kendall le dieron arcadas cuando su madre se refirió a Kevin como “Guapo chico” Tan solo de recordar que él había sido solo un peón más en el plan de Britney, los vellos se le ponían de punta, y algo en su interior le ardía reclamando justicia. -No, de hecho no, y agradecería que no se volviera a tocar ese tema ¿Esta bien? -Miro fijamente a su madre, buscando que ella captara el mensaje completo y que no la ignorara como acostumbraba a hacer- El día de ayer nunca paso- Balbució bajito mientras tomaba su tazón de cereales. -Seguro-Dijo su madre dubitativa, Sophie sabía que algo había pasado con Kendall, pero no la iba a presionar para que le hablara al respecto, Kendall era la perfecta combinación entre la caja de pandora y una caja negra de secretos, y el problema, era que su madre temía que para cuando esta quisiera abrirse, ya fuera demasiado tarde para controlar los demonios interiores de Kendall. -¿Qué hay de papa? ¿No se suponía que venía para el fin de semana? -Pregunto la castaña con un dejo de tristeza. Su padre nunca estaba en casa, era esa una de las condiciones que tenía ella al ser hija de un arqueólogo, él siempre iba de acá para allá recorriendo el mundo y descubriendo sus secretos, Kendall había crecido con un padre básicamente ausente, y aunque dijera adiós con una sonrisa en cada viaje en los que tenía que despedirse de su padre, algo dentro de si se quebraba. Cuando dejas a tus hijos solos en casa, es abandono, no importa cuál sea el motivo de este-Pensaba Kendall, sin embargo jamás se atrevería a decirle esto a su padre, ni siquiera a su propia madre le diría lo que sentía. -Linda, tuvo que ir de improviso a Brasil, ya nos lo compensra-Sonrió tratando de alentar a su hija que esa mañana parecía con el espíritu más muerto que de costumbre. -Claro-Aseguro Kendall mientras comía. Sin embargo su tranquilo desayuno se vio interrumpido por algún insolente e imprudente que había decidido llamar a la puerta a tales horas de la mañana. -¿Puedes abrir tú, cariño? Se me quemara el omelet. Kendall se puso las pantuflas, sin embargo no se molestó en cubrirse con una bata, de seguro había sido algún vecino para avisar que ya el cartero había hecho la ronda diaria dejando el periódico en la puerta, y de ser así, probablemente cuando abriera ya no habría nadie. Con un clic, el cerrojo de la puerta se abrió, ella giro el pestillo y se asomó un poco, pero con lo que se encontró al otro lado la dejo pasmada. -Hola-Dijo Ethan con una sonrisa que esperaba fuera lo suficientemente amable para lograr su objetivo. Al despertar de su letargo, y entender que el chico que estaba frente a su puerta era nada más y nada menos que Ethan Lake, Kendall se miró de arriba abajo, y sus mejillas se enrojecieron cuando se dio cuenta de la forma en la que sus pezones resaltaban bajo la delicada blusa de chándal rosa, zona en donde Ethan se había concentrado. De inmediato y al darse cuenta de eso, Kendall cerró la puerta en las narices del chico. -Oye, sé que debes estar enfadada, pero necesito hablar contigo… -Pidió Ethan mientras se sorprendía ante lo que acababa de hacer Kendall. Ella rápidamente fue al perchero que había al lado de la puertecilla donde se guardaban los abrigos, y tomo uno lo suficientemente largo y pesado para que le cubriera el cuerpo, y mientras tanto, Ethan no podía evitar pensar en lo bien que se veía el cuerpo de Kendall cuando no lo tenía envuelto en un montón de ropa demasiado holgada para su estructura, y vieja para su edad. Ella parecía una chica normal-Pensó mientras se reía de su propia conclusión. -No cerré la puerta por que este enojada-Kendall volvió a aparecer mientras se cruzaba de brazos y cerraba la puerta tras su espalda, lo que menos quería ella era que su madre se enterara de si quiera uno de los detalles del día anterior. -¿No estas enojada? -Él la miro con el ceño fruncido. -O sea, sí, claro que estoy enfadada por todo lo que paso ayer, pero… -Se detuvo por un instante- Olvídalo- ¿Qué haces tú acá? -Ella no quería decirle que había entrado en la casa para evitar que él mirara sus pechos, más específicamente sus pezones. -Tenemos que hablar acerca de lo que me dijiste ayer en el baño, eso de ayudarme con mi tutoría- Estaba nervioso, Ethan Lake era un chico totalmente seguro de sí mismo, excepto en esos momentos en donde sabía que no podía controlar la situación, y ese era uno. -Lo de ayer, no… Yo no puedo-Balbució Kendall notando como sus manos empezaban a sudar, él recordaba lo que ella le había pedido. -Vamos a ponerlo de este modo, necesito de tu ayuda, y por lo que dijiste ayer, tú necesitas de la mía, nadie se enterará de esto jamás, esto será un acuerdo entre tu y yo, sin nadie más de por medio, pero necesito, Kendall, que no digas que no- Él cerro los ojos por unos instantes, y la chica pudo ver la desesperación en su rostro, y solo por eso estaba considerando nuevamente la propuesta. Pero ella debía ser sincera consigo misma, la retribución que iba a recibir a cambio de la tutoría, podía cambiarle la vida. Y es que era eso. Básicamente Ethan le estaba ofreciendo una nueva vida. -¿Prometes que nadie va a enterarse? -Inquirió dubitativa. -Créeme, quien menos quiere que se enteren soy yo-Soltó una carcajada de medio lado, una que le dolió en lo más profundo del alma a Kendall. Claro, él no quería que lo vieran ni que lo ligaran a la nerd y fea Kendall, esa a la que todos habian humillado durante tanto tiempo. -Estudiaremos todos los días a las 5pm en punto-Dijo Kendall aceptando el trato-En tu casa, no quiero que mi madre haga preguntas- Kendall miro fijamente los ojos de Ethan y por instante sintió que se perdía en ellos. ¿Cómo era posible que un chico de ojos tan transparentes fuera tan… Tan Ethan? -No tengo problema con eso, y en las mañanas, yo te ayudare con tu cambio de imagen-Él sonrió mientras recordaba la forma en la que la chica le había hecho aquella petición. -Tenemos un trato-Kendall le estiro la mano, y él la miro como un bicho raro. -Somos recién graduados de la secundaria, no protagonistas del padrino-Ethan volteo los ojos, sin embargo al ver que ella no pensaba retractarse de su gesto, estrecho la frágil mano de Kendall. Sin embargo, Kendall la retiro de inmediato, una corriente eléctrica había pasado por su cuerpo cuando el calor de Ethan la había tocado, y no quería parecer una colegiala, por lo menos no frente a él. -Date una ducha, te espero en diez minutos-Sentencio Ethan. -Aguarda ¿Qué? -Ella lo miro con los ojos abiertos de par en par. -Empezamos hoy, asegúrate de traer ropa cómoda y espero que tengas tarjeta de crédito-Ella asintió-Cuanto antes salgamos de esto, mejor. Sin rechistar o decir palabra alguna, Kendall pidió permiso a su madre para salir, y se dispuso a darse la ducha más corta de su vida, la impacientaba saber que Ethan estaba en el frente de su casa esperando por ella. Ethan se recostó contra su moto, y se dispuso a leer los cientos de mensajes que Britney le había escrito desde la noche anterior, estaba cabreadísima por como él la había tratado, pero ¿Qué más daba? Ethan no pensaba disculparse. En el segundo piso, Kendall se vestía con la única sudadera que tenía, una de color gris claro que le quedaba un poco grande en la cintura, quería estar cómoda para lo que fuera que Ethan tuviera planeado, ademas se hizo una coleta alta, se puso sus anteojos redondos rojos, tomo la tarjeta de crédito y bajo de rapidez, ignorando a su madre que preguntaba cuanto tardaría. -Te amo, yo te llamare-Le grito a Sophie mientras salía. Ethan se quedó espantado frente al desparpajo que era Kendall, sin embargo no le dio mucha importancia, solo esperaba que nadie lo reconociera en el centro comercial. -¿A dónde iremos? -Le pregunto Kendall mientras miraba con horror la motocicleta contra la cual Ethan estaba apoyado. -Al centro comercial. -¿En que iremos? -Dudo ella. -¿En qué crees? -Él la miro con fastidio. -Oh no, no-Yo no me subiré a esa cosa-Le pediré a mi madre que nos preste el auto. -Pero yo no la puedo dejar en cualquier lado-Ethan rechisto. -Mi garaje no es cualquier lugar, ya vengo-Kendall se dio media vuelta mientras entraba nuevamente en casa por las llaves del auto. -¿Una camioneta? ¿Enserio? - Ethan miro casi que con asco ese carro color gris que siempre le había parecido infantil. Kendall se subió en el asiento del copiloto, pensando que tal vez esa no había sido una buena idea, si tan solo ella supiera que su compañero a su lado pensaba exactamente lo mismo. Durante el trayecto ninguno dijo nada, se mantuvieron en total silencio, la situación ya era lo suficientemente incomoda como para que alguno de los dos lo empeorara con algún absurdo comentario acerca del clima, o del trato, o lo que fuera. -Vamos a dejar una cosa clara-Le advirtió Ethan a Kendall antes de bajar del auto-Haremos las cosas a mi manera ¿De acuerdo? No voy a pelear contigo porque no quieras probarte algún vestido, o que vengas con alguna chorrada de esas, hoy cambiaremos tu guardarropa, usaras lo que te diga, y compraras lo que te diga. Kendall habría querido decir que no, y que ella también tenía criterio, pero Ethan había hablado de un modo tan amenazante que no se imaginaba contradiciéndolo. Ambos entraron al centro comercial, Ethan caminaba demasiado rápido, y en un par de ocasiones, Kendall se había quedado rezagada en sus espaldas, Ethan claramente no quería que lo vieran con ella, y ella no lo iba a culpar por eso. -Comparemos aquí, no es muy costoso, pero te las arreglaras para verte… -Ethan no encontró algo con que describir a Kendall- Para verte como una chica- Soltó al fin. -Claro-Miro hacia el suelo, ¡Él la hacía sentir tan inferior! Ethan escogió un par de jeans básicos, unas blusas, algunas demasiado escotadas para el gusto de Kendall, un par de faldas, una de cuero, otra de pana, y por último unas botas cortas de amarrar. -Ahora, víste todo esto, aquello que te haga dudar, me lo muestras, quiero saber si son alucinaciones tuyas o en realidad no te van-Le ordeno, mientras Kendall sintiéndose algo regañada se dirigió al vestidor. Kendall se probó los jeans, los cuales le quedaban mejor de lo que había imaginado, la falda de pana también era linda, incluso las blusas, pero el problema llego cuando se puso la falda de cuero con los botines y una blusa por los hombros roja . -Parezco una puta-Le dijo Kendall a su reflejo -¿Ethan? -Ella se asomó por la puerta blanca, y llamo a su acompañante a quien veía ligando con la pelirroja del mostrador - ¿Ethan? - Insistió, pero este estaba tan embelesado en el escote de Camryn, la vendedora, que no se percataba que la débil voz de Kendall lo llamaba - ¡Ethan! -Grito. -¿Pasa algo? -Le respondió desde donde estaba. -No me gusta este conjunto. -Déjame ver-Pidió él. -No, solo no lo llevaremos. Ethan se estaba empezando a ofuscar, y entonces antes de que alguna de las chicas le dijera que no podía entrar, se acercó al módulo de Kendall y la halo de un brazo descubriéndola ante sí. Kendall se veía despampanante, sus caderas eras más anchas de lo que él había creído, y sus piernas estaban de infarto con la altura que le daba el tacón, y esa blusa, ¡Maldita sea! Ethan estaba alucinando con los pechos que tenía enfrente. -No hay nada malo, lo compraras-Él se dio la vuelta evitando que su imaginación volara hasta una Kendall sin ropa y en su cama. ¡Esperen! ¿Por qué estaba pensando eso? Llevaba ropa diferente, pero no dejaba de ser Kendall-Se recordó Ethan. -Genial-Bufo ella mientras se desvestía para poder largarse de ahí. Kendall pago con su tarjeta de crédito, incluso por aquellas cosas que no le gustaban, como la blusa roja y la falda negra, después caminaron nuevamente en silencio hasta el auto mientras se daban cuenta que parecía que el trayecto iba a transcurrir igual que el anterior , hasta que Ethan interrumpió el silencio. -Si quieres combinar la ropa, quizás puedas pedirle ayuda a una amiga tuya-Le dirigió una corta mirada. -Yo no tengo amigas-Kendall miro a la ventana recordando todas aquellas ocasiones en que le había hecho falta una. -Clásico- Él se rio con total altanería, a lo que Kendall lo miro con el ceño fruncido. -¿Que? ¿Qué es clásico? - Le reclamo, Ethan se había comportado como un imbécil toda la mañana, y ella ya no pensaba tolerarlo más. -Eso, que no tienes amigas, tú me entiendes-Él siguió riendo. -No, explícame-Le pidió ella. -Chicas como tú se sientan en el primer asiento del salón, no entablan amistad con nadie, se sienten marginadas mientras se marginan a sí mismas, comen dentro del baño, se visten como chicos para apartar a la gente de su alrededor, chicas como tu son patéticas, y son exactamente iguales todas entre tu gremio. -¿Mi gremio? -La voz de Kendall se volvió un entrecortado hilo. -Las feas-Ethan levanto los hombros. Las lágrimas se arremolinaron en los ojos de Kendall, a su pecho le faltaba oxígeno, y sentía qué algo le dolía por dentro, pero no era un hueso, o un dolor físico, le dolía el alma por lo que Ethan acababa de decir, gracias a Dios ya habian llegado a su casa. -¿Sabes qué? ¡Eres un puto imbécil! -Le grito ella sintiéndose mal consigo misma por las palabras que había utilizado. -Te espero en mi casa a las 5pm, y espero que para entonces no estés llorando. Ethan le tiro las llaves de la camioneta, y entonces Kendall se dio cuenta del gran error que había cometido ¿En que estaba pensando cuando había aceptado involucrarlo en su vida? Y sobre todo ¿De dónde iba a sacar fuerzas para verlo a la cara en un par de horas?
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