Capitulo 1. Demasiado sutil

828 Words
“–¿Por qué me haces esto? - pregunto exaltado. Harry tomo un paso al frente. –¡No tienes idea de cuanto te odio Maddie! - Me señalo, con lágrimas en los ojos. - si piensas que él te dará eso que tanto buscas estas tan equivocada… - espero una respuesta de mi parte, pero yo no sabía que más decir. Me dolía mucho verlo así . - ¡Dios! ¡Enserio te odio! - repitió limpiando una lagrima con su manga derecha, tomo un respiro y antes de marcharse me miro de nuevo. - lamentaras este día… te lo juro - salió a grandes pasos por la puerta de madera de la iglesia. ” Me desperté de golpe, de nuevo había soñado con las palabras de Ian en cuanto se enteró que la boda no se realizóía; Harry y yo salimos juntos de la iglesia y desde entonces toda su familia me odia. Recuerdo que sus palabras estaban llenas de amargura, odio, rabia y celos. –Harry… - dije queriendo despertarlo. - ¡Harry despierta, Harry! - moví su hombro. –Mmm? - respondió removiéndose en la cama. –Soñé con lo mismo– dije un poco asustada, esta era la quinta vez que tenía ese sueño. Harry no contesto, pero al cabo de un segundo abrió sus ojos y me miro. –Maddie ya paso mucho desde ese desastre, no tienes nada que temer– bufo. - si quieres lo mando a encerrar fuera del país o algo– me sonrió. Este hombre no tenía límites. Era el dueño del mundo. –No– sospechar. Me acomodé en su pecho y cerré los ojos. - buenas noches– caí en el sueño más profundo en menos de cinco minutos, los brazos de Harry simplemente eran seguros, nada malo te podía pasar si estabas rodeada de ellos. *** –¡No !, no, no, no– escuche las quejas de Harry. abrí los ojos y lo vi caminando de un lado a otro de la habitación mientras hablaba por teléfono. - asociarse con ellos sería el borde del caos Louis– se quejó de nuevo. Estaba recién salido de la ducha y solo tenía una toalla envuelta en su cintura. - pues diles que se metan su oferta en el… -¡Harry! - exclamo sorprendida. Él se giró sobre sus talones asustado y me sonrió queriendo así pasar por alto su mala lengua. –Lo siento, voy abajo para que puedas dormir– dijo tapando el teléfono con ambas manos. Dicho esto, salió de la habitación. Me levante de la cama era imposible poder seguir durmiendo con tremenda luz pegándome en la cara. Aun con los calcetines puestos baje las escaleras  hasta llegar a la sala de estar. Me asomé a la pared de vidrio que daba al patio trasero ya que algo muy brillante se reflejaba en él y pude observar algo enormemente dorado. Que demonios. –Harry? – lo llame entrando a la cocina, en donde estaba tomando una taza de té. – ¿qué es eso que está en el jardín? – pregunte asustada. –ah eso– dijo restándole importancia. – es un Ferrari F8, último modelo– me sonrió. –y dorado? – pregunte más sorprendida aún. ¡¿Quien además de Harry tiene un Ferrari último modelo y dorado?!, nadie. –así es– dijo mirando su teléfono. – solo vienen en colores básicos, asi que lo envie primero a Frankfurt para que le ajustarán el tono metálico… – me explico. –dejaras ciegas a las personas cuando eso este bajo el sol– me queje. El me miro por un momento muy serio y luego rio. –esa es la parte divertida– dijo guiñando un ojo. Su sonrisa era el cielo marcado por dos grandes hoyuelos que se ocultaban con las demás personas, pero no conmigo. –siempre tan sutil– murmure y abotone su americana negra. –quieres uno? – me pregunto como si de un dulce se tratara. Lo mire espantada. –no tienes limites cierto? – dije mirándolo con desaprobación. Harry se quedó pensando un rato y luego negó con la cabeza. –necesito que hagas algo por mi– dijo después de darme un beso corto en los labios. – recuerdas al señor William? – pregunto, y si, recordé a ojos azules. –si– dije mientras me servía una taza de té. –cómo no– murmuro con recelo. Lo fulmine con la mirada y siguió hablando. – bueno ahora vendrá en la tarde y yo estaré en la empresa así que necesito que le des esto– dijo dándome un portafolio azul marino, muy elegante. –  y necesito que vayas a la sastrería Barneys y recojas mis trajes a la medida, uno es azul y otro n***o– dijo mientras tecleaba algo en su celular. Que hombre más arrogante y vanidoso. –Señor Baxter…. los cien días de esclavitud terminaron hace mucho– comente, para luego recibir una mirada matadora. –por favor– dijo entre dientes. –así está mucho mejor– le sonreí. Don señor “me gusta gastar mi dinero en cosas tontas” tomo sus cosas y se despidió de mi con un beso en la frente y un hasta luego. Lo mire por la ventana cuando las puertas del jardín de enfrente que daba a la calle se abrieron, ese coche brillaba más que el mismo sol. 
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