Martes, 13 de marzo. Oficina de Alekséi, 13:25 horas. Alekséi acababa de llegar de una reunión de negocios con uno de los muchos socios en Omsk, la cual había sido larga y estresante, ocasionándole un dolor fuerte de cabeza, los músculos súper rígidos por la tensión y el viaje. Y allí está ahora, sentado en su silla detrás de su gran escritorio, después de haberse tomado dos aspirinas, fumando un cigarrillo y bebiendo de su vaso de whisky añejo. Había puesto su mayor empeño por concentrarse en sus obligaciones y asegurarse de que el bienestar propio y de la organización no se viese comprometido. Pero no pudo dejar de pensar por más de dos minutos en aquel Omega que tenía varias noches entregándose a él, lo cual lo irritaba y frustraba profundamente. Sentía que no estaba en sus plen

