La guillotina

1896 Words
Al llegar al lugar indicado, Nikolas los esperaba con los brazos abiertos. - ¡Amigo! – exclamó mientras lo envolvía en un caluroso abrazo. Oh… también estás tú niña engreída ¡Ven para acá! Alzó a la pequeña Sara en sus brazos, emocionado de haberlos vuelto a ver después de mucho tiempo. Las rencillas de años pasados habían quedado en el olvido, ahora el próximo ingeniero y los hermanos se tenían una confianza brutal. - ¿Cómo has estado Niko? - Muy bien… han crecido mucho, estoy sorprendido. Díganme, el club de apuestas ¿Sigue oculto en el colegio o ya se han dado cuenta? - Al parecer hay rumores entre padres, no está muy esclarecido, pero nos tienen identificados como los principales cabecillas... ¡Como si de un delito se tratara! ¿Puedes creerlo? en cualquier momento llega la policía a incautarnos los dados y las cartas... ¡Por favor! en vez de fijarsen en crímenes reales o la realidad de sus casas, prefieren arriesgar la diversión de sus muchachos. El universitario soltó una carcajada fuerte. - Conoces a los adultos, pueden llegar a ser un poco exagerados, espero no convertirme en uno así. - Dejarías de ser mi amigo automátivamente - dijo en voz baja Lucas. Nuestro padre está enterado de todo… nos ha dejado venir por… - Por mera necesidad – aclaró la pequeña. Estoy seguro de que está muy desesperado como para permitir que hagamos esto. Fue el primero en oponerse a que siguiéramos jugando, si mamá se enterara que nos dejó venir, probablemente se armaría un lío muy grande en casa. - Lo sé… tienen deudas y no es fácil, pero para eso estamos aquí. - Así se habla, par de chiquillos diabólicos. Ya he entrado. Es un sitio muy desagradable lleno de gente mayor… pero qué le vamos a hacer, debemos codearnos con las mejores ligas ¿No? - Es lo que pienso yo, estaba aburrido de jugar contra los mismos perdedores en la escuela. - Aparte de que siento que es talento desperdiciado, tanto mi hermano y yo tenemos… una chispa para esto. - ¿Ah sí? ¿Acaso ha pasado algo muy importante? - No es eso – dijo el chico. Pero en todo lo que hemos jugado no hemos conocido la derrota. Hasta personas de otros colegios y universidades han asistido a intentar acabar con nuestra racha, pero se han marchado con los bolsillos vacíos. Puede que algún compañero tuyo haya comprometido el dinero del alquiler en algún momento. - ¿Ah no? ¡Wow! Estoy realmente impresionado. Va a tocar mostrarte lo que estoy haciendo para intentar conseguir dinero, a ver si te animas y te vuelves mi oráculo. - ¿De qué se trata? - Más adelante te cuento, pero estoy seguro que te gustará. Tiene que ver con las apuestas deportivas y el desarrollo de videojuegos, pero todo hasta ahora está en proceso, no es muy claro. - Entiendo. Primero lo que hemos venido a hacer, luego veremos. Los tres ingresaron por la puerta principal de una fábrica. Dentro, el olor a nicotina impregnaba el lugar. Varios hombres se encontraban de pie, rodeando una mesa, observando como los demás jugaban póquer. Otros, arriba jugaban un juego llamado rana, que consiste en lanzar con la mano un aro que debe entrar en distintos huecos, dependiendo en dónde caiga dará más puntos. Curioso que existan tres ranas con aberturas en su boca, aquellos lugares eran los que más puntos otorgaban al lanzador. En la parte de atrás, habían competencias un poco más novedosas. Unos se batían a duelo en consolas de videojuegos, batallando en fútbol en línea o en juegos de pelea reconocidos. Otros, demostraban sus habilidades en máquinas arcade. Pero lo verdaderamente jugoso estaba atrás. Un cartel gigante indicaba que era el evento principal del sitio, en dónde se le entregaría la jugosa cantidad de un millón de dólares al ganador, pero curiosamente, nadie se encontraba ahí. Algo raro estaba pasando allí, porque un premio tan grande no podía ser desperdiciado de esa manera. Se acercaron rápidamente para observar de qué se trataba el curioso juego. A pocos metros, se encontraron sorpresivamente con una pequeña guillotina de cincuenta centímetros de altura, poco ancha y con muchas cuerdas sosteniéndose en el aire, esperando a ser cortadas para liberar el filo contra la ostentosa mesa que sostenía el aparato. - ¡Bienvenidos a la guillotina! - indicaba un hombre gordo, con barba de apenas días sin afeitar. Hasta ahora nadie se ha atrevido a probar suerte ¿Quieren ser los primeros? - ¿De qué se trata? - preguntó curiosa la niña. - Bueno, el objetivo es muy sencillo. Se enfrentan dos personas. Cada uno sostendrá unas tijeras que le van a permitir cortar una cuerda por turno. El requisito es simplemente, estar dispuesto a perder. - Para cualquier juego debo estar dispuesto a perder ¿No lo crees? - indagó Lucas con algo de incertidumbre y cierto tono burlesco. - Sí... dinero, en algunos casos. Pero en este es diferente. - ¿A qué te refieres? - Si quieres apostar en este juego debes estar dispuesto a sacrificar... !Uno de los dedos de tu mano! - ¿Qué? - se escuchó la sincronización perfecta de las voces. - ¿Un dedo? Esto me parece enfermizo - comentó Sara. Sigamos viendo, ya entiendo porque nadie ha probado "suerte" con tu jueguito. - Así es esto querida. Pero hay otra condición. El premio aumenta dependiendo del dedo que apuestes. - ¿Le has dado valor a las partes del cuerpo? Estás loco... no puedo creer que exista algo así - musitó Nikolas, quien sujetaba a su compañero para devolverse a observar los juegos tradicionales. - Espera un momento Niko - dijo el chico menor. - No me jodas Lucas. - Sólo espera. - Veo que te pica la curiosidad muchacho - insistía el hombre calvo, con varias cicatrices en su cara. Me pregunto ¿Qué edad tienes? - Trece. - ¿Y no eres muy pequeño para andar metido en algo así? - ¿En las apuestas? Puede ser. - No, en un garito de la mafia rusa - el hombre no tenía ni idea de lo que la palabra discreción significaba. - Qué demonios... Niko ¿Sabías esto? El universitaro con miedo latente en su rostro intentó disimular. - No, no lo sabía - su boca arrojaba mentiras nauseabundas y todos se percataron de eso. - ¡No me jodas Niko! ¡Tú lo sabías! - Lo siento Lu, pero eres bueno en esto y no pensé que tuvieras problema con esto, desde que simplemente vinieras a jugar. - ¡Cabrón! estamos en el sitio con gente que probablemente se gane la vida ¡Quien sabe haciendo que cosas! - Y tienes toda la razón muchachito - interrumpió el adulto limándose las uñas. - No pensé que te importara. Sé que solo te importa jugar... Es a lo único que vienes ¿No? - Al fin y al cabo muchachito - volvió a meter la cucharada el de la cicatriz en el rostro. Esto es un sitio dónde viene la gente a pasárselo bien y a ganar o perder su dinero. Después se desmantela y no queda registro de absolutamente nada. En tus manos está la decisión. Al final nadie sabrá que estuviste aquí. - Vamos Lucas lo que importa es el juego ¿No? - seguía insistiendo su compañero. - ¡Esperen un momento! - gritó la pequeña. Sé que están alarmados por el lugar, pero como si estuviéramos en una fábrica llena de delincuentes o en la iglesia ¡Este señor está pidiendo estar dispuesto a perder un dedo! ¿No se dan cuenta de lo enfermizo que es? No me importa si nos sacan de aquí o que pero lo voy a decir ¡Tienes muchos problemas mentales! Hubo silencio absoluto tras el grito. - Es tu hermano ¿No? - preguntó el anfitrión. - Sí. - Pues está muy interesado en saber cómo funciona el juego ¿O me equivoco? Estaba en lo correcto. Lucas era un chico que poco a poco estaba desarrollando una adicción que hacía que le importara poco lo que pasara al final del juego, lo que en realidad lo motivaba era la adrenalina de saber que algo se ganaba o se perdía. Tras varios años sin motivación, ganando todas las apuestas que se pueden imaginar, ante sus ojos por fin aparecía algo distinto, que aunque ponía en riesgo algo tan grande, lo hacía salir de esa rutina tan aburrida en la que se había enfrascado. Sus ojos se iluminaban como si fuera un padre que acaba de conocer a su bebé recién nacido. Estaba tragando saliva emocionado, y sólo podía pensar en el riesgo total que pasaría. - Dime cuáles son los premios - le sugirió Lucas, su rostro irradiaba seguridad absoluta. - ¿Lo ves pequeñita? Quiere saberlo todo. - Lucas ¿Te volviste loco? No puedo creer por un momento que te lo estás planteando. - Déjame, no es algo en lo que me puedas mandar. - No permitiré que esto pase. Estoy seguro de que vas a cometer un error del que más adelante te vas a arrepentir. - Déjame. - ¡Lucas despierta! Sé que te encanta el juego, que lo amas con todas tus fuerzas, pero esto va más allá de nuestra comprensión. - ¡Déjame! - gritó con gran intensidad. Los ojos de la hermana menor asomaban lágrimas. - ¿Cuáles son los premios? - volvió a preguntar el adolescente. - El dedo meñique tiene un valor de cuarenta mil dólares. El anular cincuenta mil. El del medio lo pago por cien mil. Si sacrificas el índice, son quinientos mil. El premio mayor es el pulgar. Por él te ofrezco un millón de dólares. Todos quedaron estupefactos. - No terminaste de explicar el juego - le indicó el chico. - Es verdad. Cada uno cortará una cuerda en cada turno. Sólo hay una que disparará la cuchilla hacia abajo... dónde deberán reposar los dos dedos de cada participante. - ¿Qué? ¿Los dos? ¡Eso no tiene sentido! - si se supone que uno debe ganar, los dos no tienen porque perder un dedo. - ¿Ah no? Bueno, tú no hiciste las reglas del juego muchacho - le recriminaba a Nikolas. - Así que ¿Quiéres jugar? - el gordo giró la cabeza para observar al otro chico. - Sí - afirmó Lucas sin pestañear. - No puede ser esto posible - susurró Sara decepcionada. - Entonces para ello necesitamos otro participante. Ante la negativa de Nikolas y la insistencia de Lucas, Sara no vió otra forma de detener este supuesto entretenimiento que entrar ella misma para hacer sentir lástima a su hermano de lo que estaban a punto de hacer. - Yo lo haré - afirmó Sara. Su hermano se aterró, pero al mismo tiempo, la idea lo complacía. - ¿No se supone que estabas en contra chiquilla? - preguntó el gordo. - Voy a evitar que mi hermano cometa una locura. - ¡Jajaja! Entiendo... necesito entonces que me digan ¿Qué dedo apostarán? - El meñique - afirmó sin titubear la chica. - El pulgar - susurró su hermano. El anfitrión del juego esbozó una sonrisa. La carcajada que expulsó se escuchó en todo el recinto.
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