CAPITULO 2

1514 Words
Llegaron al edificio, salieron cuál tornado dejando las puertas abiertas del coche, a lo que el mayor reclamo —Oigan… cie… bah lo hago yo mismo, qué más da, son niños. Mientras los dos niños subían las escaleras a pesar de que había un ascensor, pero en el camino a casa ya habían planeado otra travesura, en cada piso entraban por la puerta de emergencia, corría uno de ellos a una puerta, la timbraba muchas veces regresaba corriendo y seguían subiendo, eso hicieron hasta llegar al piso de sus departamentos. Arthur se despidió de Annia diciendo —Más tarde vengo para jugar amiga, tienes el rompecabezas de Mickey Mousse, ese me gusta mucho Annia le sonrió con su inocencia innata y replico —Si lo tengo listo ya, te espero, come tus verduras jajajaja —Arthur la observo asqueado diciendo a media lengua —Noooo, guácala verduras, las odio adiós —Metió la llave en la cerradura de la puerta y entro Annia hizo lo mismo al entrar, no alcanzo a cerrar la puerta porque asomo el papá de Arthur con una pequeña bolsa comentando —Annia ustedes no dejaron decirles nada, toma les compré pasteles, guárdalos aquí para más tarde cuando venga mi hijo a jugar contigo —Gracias, huelen rico —cerró la puerta, se fue a la cocina, su madre estaba sirviendo el almuerzo y Annie dijo —Mami el señor Arthur compro esto para nosotros mira —saco los dos pasteles, su madre los miro y soltó una exclamación —Guauuu, son caros y sabrosos, déjalos allí, cuando venga tu amigo, los agarras de allí, tu papá no toma nada de ese sitio, sabe que no debe tocar Annia sonrió, le encantaba ver a su papá mirar ese sitio y dar media vuelta enojado por no poder tocar nada que estuviese allí, era una regla de la casa impuesta por su esposa Dejo todo en su habitación, se lavó las manos y se sentó en la mesa a esperar para almorzar cuando en la puerta se escuchó una voz que hacía saltar de alegría a Annia —Familia, llego la alegría del hogar jajajajaja Ella se levantó rauda y feliz para recibir a su padre que venía a acompañarlas a la comida, lo abrazaba contenta, Mike siempre estaba preparado para agarrarla en el aire, le encantaba darle vueltas, escucharla, reírse tan contenta, tan feliz, cuando la bajaba venía, en cambio, su esposa a abrazarlo, se apretaban tanto y se besaban, estaban tan enamorados a pesar de tener algunos años de casados, Annia observaba eso y decía asqueada —Guácala, cuiñuuu, fuchi —daba media vuelta dejándolos y se fue al comedor a esperar. El almuerzo pasó todo alegre con anécdotas de todos, más que todo, las risas al escuchar lo que le paso a la profesora con el chicle, jamás imaginarían siquiera que su hija era una de las maquinadoras de ese suceso El padre regresó a su trabajo, la madre a sus quehaceres y Annia a esperar a su amigo para jugar. Mientras Arthur al entrar a su casa se encontró con su mamá dormida, el almuerzo ya estaba el aroma de la lasaña, estaba en todo el departamento, saludo, fue a lavarse las manos y sonó la puerta, fue a mirar, era su papá que entraba feliz, vio a su esposa Selene acostada en el sofá cama, le dio un beso, fu hasta la cocina y llamo —Arthur ven a comer, yo te sirvo —Fue como bala a la cocina y se sentó preguntando —Mi mami, ¿está cansada papi? —a lo que su padre contesto —Si hijito es que más tarde debe irse a su trabajo, tiene el turno de la noche, por eso quería que te quedaras con tu amiga hasta que yo regrese en la noche y te recoja, ah les deje unos pastelitos para cuando jueguen se los coman —Esos de chocolate de la panadería de don Sacras son ricos, papi —Arthur sonreía al ver a su hijo feliz, le sirvió la comida y salió a llamar a su esposa para que almuerce Mientras Arthur comía con premura, le encantaba la lasaña que preparaba su mamá, no dejo nada con su dedito, limpiaba lo que había quedado embarrado en el plato saboreándolo, se levantó para lavar su plato, esa regla había en casa Fue a agradecer a sus padres para lavarse su boca e ir a hacer sus tareas escolares, entro a su cuarto para eso, el tiempo transcurrió y las termino guardándolas en su mochila. Su madre y padre estaban listos para irse a sus trabajos, le dieron sonoros besos a su hijo despidiéndose y pidiéndole que se porte bien y el niño se lo prometió. Lo dejaron al pie de la puerta a la cual ya había tocado el niño ansioso por entrar y encontrarse con su amiga, la puerta fue abierta entro directo al cuarto de Annia, la vio acomodando el rompecabezas en la alfombra, ambos se acostaron para armarlo, al terminar admiraban su obra maestra, comenzaron a saltar de alegría lo habían terminado al fin. Luisa, la madre de Annia asomo su cabeza y les pidió portarse bien porque deseaba descansar, pidió lo de siempre, que no abran la puerta a nadie, que no abran la nevera sin zapatos o prendan fuego en ninguna parte a lo que los chicos aceptaron y se fue a descansar, en eso eran muy obedientes, a sus padres obedecían ciegamente. Recordaron lo del chicle y se escuchaban las risotadas de los dos, pero en voz baja comenzaron a planear otra travesura en la escuela y la víctima era el mismo director, el plan era entrar y desatornillar el sillón donde se sienta Él para que se caiga, el estruendo debería escucharse en toda la escuela. Con tranquilidad definían como se escabullirían para entrar, esta vez le tocaba a Annia hacerlo por tener su cuerpo más flexible para entrar por la ventana, además ella sabía usar las herramientas de su papá y sabía muy bien cómo usar un destornillador. La vía de escape era la misma que de la entrada, quedo todo listo, ambos se observaban con complicidad y soltaron unas carcajadas de imaginarse el barullo en la escuela, siguieron jugando hasta que anocheció y el padre del niño llego para llevárselo a su departamento Ambos niños soñaban que dos jóvenes agarrados de las manos caminaban a la orilla de un río, se sentaban para conversar y una tercera persona llegaba y se reían, hasta allí soñaban los dos siempre y llego el amanecer. Se levantaron para alistarse e ir a la escuela, al cabo de unos minutos ya estaban listos para desayunar con sus padres e ir al auto del papá del niño para que los traslade a la escuela, ambos niños en el auto se miraban con complicidad y sonrientes, los dejo al pie de la entrada se despidió espero que entren y se fue rumbo a su trabajo. Los chiquillos entraron a su aula, recibieron clases muy tranquilos, hasta que sonó el timbre del recreo, todos salieron y ellos se camuflaron para hacer la travesura planeada. Nadie se dio cuenta, llegaron a la Dirección y observaron al director salir rumbo al patio para vigilar a los alumnos, tiempo que fue aprovechado por los traviesos, todo les salió bien, bajaron las escaleras, nadie los noto, siguieron su rutina de siempre hasta que volvió a timbrar la señal de entrar a clases, cuando todos se sentaron se escuchó un estruendo, todos se asustaron incluidos ellos que ya se imaginaban lo que había pasado, pero demostraban tranquilidad. Las noticias llegaron a su aula, ellos al igual que los demás se rieron al escuchar lo que había pasado, la profesora sonreía imaginándoselo patas arriba, pero disimulaba por sus alumnos A la salida el director retuvo a sus alumnos para hablar por el micrófono de la escuela diciendo —Hoy tuve una caída en mi oficina, pero eso es algo que algún travieso hizo, solo les advierto que voy a estar vigilándolos hasta encontrar al culpable, están advertidos Todos salieron incluidos los dos, afuera estaba su chofer, subieron al auto, le conversaron a Arthur lo que había pasado en la escuela y este dijo —Eso es trabajo de algún niño malcriado, ojalá lo encuentren y lo castiguen Ellos se miraron al escucharlo, sin embargo, sonrieron al recordar los gritos del director cuando estuvo en el suelo, al llegar fue la rutina de siempre subir a sus departamentos, no obstante esta vez subieron por el ascensor, cuando de nuevo estaban juntos, conversaron lo que escucharon y quedaron en abstenerse de hacer travesuras porque estarían vigilando, ambos se reían de hacerlo juntos y que les salían las cosas como lo planeaban. Ambos niños tenían una amistad férrea, muy unidos en todo lo que hacían o planeaban hacer, una amistad tan pura, sin vestigios de envidia ni nada, una amistad que al crecer tendrían duras pruebas que pasar, quizás alguna contra la cual no estaban preparados, pues, jamás imaginaron que pasaría eso
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