27 El punto de vista de Sofía Mi corazón latía tan fuerte y tan fuerte que incluso yo mismo podía oírlo. Miré con los ojos muy abiertos mientras el auto aceleraba por la calle tan rápido que ni siquiera pude obtener el número de placa del auto para al menos poder informarlo. “Maldito bastardo”, espeté mientras miraba el auto y luego me giraba para ver a la persona que me había rescatado. Su mano fría todavía estaba en mi muñeca y era como si la persona acabara de darse cuenta porque dejó caer mi mano abruptamente como si fuera hierro candente. Era un hombre, su piel tan blanca y su rostro duro mientras me miraba fijamente. “Deberías mirar con atención antes de cruzar la calle”, dijo con frialdad y comenzó a alejarse antes de que pudiera decir algo. Tragué, mirando fijamente su figura e

