Los días pesaban sobre Abby con una carga de emociones encontradas, cada jornada marcada por la lucha interna entre la esperanza y el agotamiento, envuelta en una neblina de emociones intensas. Cada mañana, el aroma a desinfectante y la suavidad de la luz matutina la recibían en neonatología, la visita diaria a la incubadora de Leana se convertía en un acto de valentía y amor incuestionables, un rito sagrado de entrega maternal que la impulsaba a seguir adelante a pesar de la fatiga que la consumía. Su corazón latía con fuerza cada vez que posaba sus ojos en la pequeña que luchaba por fortalecerse, sintiendo el peso de la incertidumbre, no veía el día ni la hora de poder llevarla a casa y disfrutar de su maternidad, como lo había estado esperando desde que supo que estaba emb

