Abby estaba tan ocupada los siguientes días en Doinel, que ni siquiera le daba tiempo para recordar que en su vientre le acompañaba un huésped por unos cuantos meses. Las náuseas, que comenzaban a ser más constantes, era el recordatorio de que una vida dependía de ella y los cuidados que le recomendaron en su primera cita prenatal, por lo que tomaba un rápido descanso de vez en cuando y seguía con sus actividades como si no hubiese un mañana. No se arrepentía de haberse quedado en la empresa después de haber sido casi obligada a retractarse frente a toda la junta directiva, por Sarah Doinel. No quería admitirlo, pero prefería seguir trabajando, de no ser por Vincent y su canallada, en ningún momento se le hubiese pasado la idea por la cabeza de abandonar su trabajo, p

