Mientras Valerie leía la carta de inicio a fin, enterándose de más cosas, más allá de la existencia de la hija de Vincent a la cual abandonó, en el despacho del abogado el sonido del papel moviéndose, el roce del bolígrafo sobre los documentos legales y el tic-tac lejano del reloj en la pared eran los únicos ruidos que llenaban el despacho. Cada uno de los presentes parecía estar sumido en sus propios pensamientos, como si ese silencio sepulcral los hubiera atrapado en una especie de limbo, cada firma sobre el papel caía como un golpe, como una marca definitiva en la historia de la familia Lefebvre. Abby sostenía con fuerza la pequeña mano de Leana, mientras la niña observaba a Vincent con una curiosidad inocente, completamente ajena al torbellino emocional que envolvía a l

