Abby miró a Bastián con una ceja enarcada, pensando que se estaba volviendo loco por la manera en la que sonreía en la soledad de su mesa con la mirada perdida, parecía que estaba recordando un chiste, o tal vez un muy buen momento de esos que son difíciles de olvidar. No fue sino hasta que se dio cuenta de su presencia, que pareció volver en sí mientras olía su copa de vino. De pronto, la castaña se preguntó en su mente por enésima vez, por qué había asistido al almuerzo con un Lefebvre. Por alguna inexplicable razón, se arrepintió de dejarlo plantado a último minuto y llegó hasta la ubicación que le había enviado por mensaje. "Espero no arrepentirme." pensó Abby, posando su mano en la silla. Al ver que Bastián dejó su copa de vino casi vacía sobr

