Heru todavía está de pie cerca de mí con aspecto resignado. Su rostro era melancólico como el de una persona enferma. Envolví mi mano alrededor de su brazo. —Heru, Del —exclamó Lastri al ver que ya estábamos parados frente a ella. —Vamos a la oficina, ¿Tú también trabajas hoy? —Lastri asintió al pasar y miró de cerca. —¡Pues genial, vamos! —Heru, llévame… Tomé la mano de Heru entrelazando nuestros dedos y lo jalé para que siguiera mis pasos. Lastri se quedó estupefacta al ver que Heru la ignoró y caminaba conmigo, pero inmediatamente siguió nuestros pasos por detrás. Me subí al coche de Heru, me senté en el puesto de adelante, a su lado. Vi que Lastri quería abrir el pomo de la puerta del asiento trasero del coche. —Lastri, ¿no traes tu propio auto? Porque nosotros tenemos cos

