El señor Darwin llamó a la camarera. Una joven que llevaba un uniforme distintivo con el logotipo de la cafetería se acercó a nuestra mesa. —Disculpe, ¿puede darme un poco de agua mineral? Mi sobrina se está atragantando —preguntó el señor Darwin a la camarera que tenía delante. La camarera asintió y se marchó. —Ehem —Me aclaré la garganta varias veces, neutralizando el malestar de mi garganta. El sabor del café que estaba tomando era abrumador. —¡Toma, bebe esto rápidamente! —El Sr. Darwin me entregó un vaso de agua mineral que habían puesto sobre la mesa. Tomé un sorbo y lo engullí inmediatamente. —Señor Darwin, qué demonios. Aún no me he divorciado de Heru y ya me está pidiendo que me case con ese médico de pacotilla —protesté con desaprobación en cuanto pude hablar. —Sí, más tarde

