Me levantó de la cama y me meto a la ducha, sin querer me he pasado la noche entera reviviendo viejos recuerdos, de nuestra niñez. Talvez fue el hecho de que anoche encontré a Rosita, la vieja nana de Anaís, que ha trabajado para nosotros, desde el primer día de casados, tratando de armar la fotografía que Anaís destruyó y llorando desconsoladamente, Rosita fue cómo una segunda madre, para nosotros, a mi siempre me quiso mucho, por proteger a su pequeña y cuidarla, pero desde que vivimos aquí, todo ha cambiado. - Rosita... - Señor? Necesita algo...?- Su mirada fría se endurece al mirarme. - Ya basta de llamarme señor, Rosita, me conoces de niño... Soy Luca! - No señor, yo no lo conozco... Mi Luquita, nunca hubiese dañado a mi pequeña, él era su héroe, él la protegía. - No hables de lo

