Mi excitación había alcanzado un punto crítico, y se reflejaba en la dureza de mi v***a, que parecía querer romper el pantalón. Mi respiración era pesada, mi mente estaba nublada, y no podía detenerme. Necesité, en ese instante, liberar la presión que sentía, relajarme. Sabía que era muy insensato hacer lo que tenía pensado hacer, justo ahí, en el dormitorio de mamá. Pero estar en ese ambiente, rodeado de sus tangas y sus juguetes sexuales, me generaba un morbo inmenso que quería mantener. Bajé el cierre del pantalón y saqué mi v***a, erecta y palpitante. Al principio, la acaricié con la mano desnuda, pero luego recordé la tanga que había escondido en mi bolsillo. La saqué con cuidado y la sostuve con la palma de mi mano, llevándola hasta mi v***a, dejando que su textura suave y ligeram

