—Bien, Layla, probemos así —dije, usando mi mano libre para acariciarle los costados, los hombros y el vientre—. Me quedaré quieta. Quiero que respires hondo para mí y te concentres en relajarte. Esta es una lección importante, querida. La única manera de que empieces a dominar tu entrenamiento es que aprendas que todo tu cuerpo, y todo lo que lo rodea, es una posible fuente de placer para un hombre. Ya no hay actos, partes del cuerpo ni deseos «privados», «secretos», ni siquiera «sucios». Solo tu hermoso, perfecto e increíblemente deseable cuerpo, y el placer que los hombres pueden obtener de él.
Hasta que aprendas a soltar todas tus inhibiciones, reglas o un sentido equivocado del decoro, tu entrenamiento siempre será difícil. Si quieres sentirte segura, valiente y entusiasmada con tu e
