La noche del festival, la dejó practicarle un rato las mamadas, lo cual la sorprendió. Estaba tan emocionada, y fue muy divertido y relajante relajarse con su padre en el sofá y jugar con su pene a su antojo. Nunca se había sentido tan cerca de él como en ese momento, mientras él le pasaba los dedos por el pelo, le acariciaba la mejilla y le mostraba cosas que, según él, le hacían sentir muy bien. Ella había deseado que durara para siempre, pero en cuanto sus dedos tocaron su coño empapado, él interrumpió el proceso abruptamente y no la dejó terminar de correrse con su boca. La dejó usar sus manos para llevarlo al clímax en su vaso de whisky vacío, y ella pudo probar su semen, pero después la mandó directamente a la cama, y no volvió a mencionar sus lecciones desde entonces. —Entonces,

