-- Los días pasaron, y la información seguía llegando a Dante. Alessandro Lombardi y Alessio Espósito no dejaban de husmear en la vida de Inés y sus hijas, algo que lo incomodaba profundamente. Al principio pensó que con el tiempo perderían el interés, pero los informes de sus hombres indicaban lo contrario: cada día se acercaban más, como si buscaran algo específico. Dante no estaba dispuesto a tolerarlo más. Por eso, aquella tarde, tomó una decisión. Acompañado por Aurelio y Franchesco, se dirigió a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, donde Alessandro Lombardi almorzaba con su sobrino Leonardo. No se molestó en anunciarse. Simplemente entró. Los comensales que reconocieron su imponente figura se tensaron de inmediato. En ese mundo, las enemistades entre familias mafi

