--- En el exclusivo gimnasio privado dentro del edificio de la compañía de refinerías de Dante Marcini, el sonido de los golpes contra el saco de boxeo resonaba con fuerza. Dante mantenía el ritmo, descargando su energía en cada impacto, mientras su hermano Franchesco corría en la cinta, observándolo de reojo.
—Dante, ¿piensas casarte? —preguntó Franchesco de repente, sin apartar la vista de su entrenamiento.
Dante detuvo su golpe a medio camino y giró la cabeza hacia él con una ceja levantada.
—¿Por qué preguntas eso? Sabes la respuesta —replicó con desdén, volviendo a golpear el saco con más fuerza.
Franchesco dejó escapar una risa corta, desacelerando la velocidad de la máquina hasta detenerse.
—Si lo tuviera tan claro, no preguntaría. Es solo que... bueno, últimamente pareces muy
