______ Los meses pasaban, y Dante seguía viendo a Aymara en secreto. A escondidas, como dos adolescentes, encontrándose a solas en los rincones donde nadie pudiera descubrirlos. A ella le gustaba así, el anonimato, el misterio, la adrenalina de lo prohibido. Pero a Dante, aunque lo disfrutaba, también lo calcomía la impaciencia. Quería gritarle al mundo que ella era suya. Quería verla caminar a su lado sin miedo. Pero se conformaba con tenerla cerca, con el roce de su piel, con esos momentos robados en los que él la enseñaba a acariciar, a tocarlo. Nunca llegaban a desnudarse por completo, pero no importaba. Dante la había saboreado de todas las maneras posibles, arrancándole gemidos de placer, llevándola al borde una y otra vez hasta que su cuerpo temblaba en sus brazos. Pero en las m

