La Entrega

1530 Words

Franchesco soltó una carcajada, sin hacer el más mínimo esfuerzo por ocultar su diversión. —Cada vez tengo más claro que estás malditamente loco por esa chica —dijo, observando el cuerpo inconsciente en el suelo—. Y eso, hermanito, es un gran problema. Dante le lanzó una mirada fulminante antes de darle la espalda y salir del bar como alma que lleva el diablo. No tenía tiempo para escuchar sermones. El teléfono de Aymara aún tenía manchas de sangre de sus propios nudillos. Lo tiró a la calle sin pensarlo. Se lo reemplazaría después. Ahora solo tenía una cosa en la cabeza: encontrarla. Condujo como un poseso, los faros del auto cortaban la oscuridad mientras su mente era un torbellino de pensamientos. Fue un maldito idiota. ¿Cómo pudo dudar de ella? ¿Cómo pudo pensar, siquiera por un

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