La Espera

929 Words
Después de esa noche en la discoteca, algo en mí había cambiado. Cada vez que cerraba los ojos, podía ver la mirada profunda de Mateo, su sonrisa cautivadora y la forma en que se movía en la pista. Su voz grave seguía resonando en mi cabeza, como si aún estuviera susurrándome al oído. Era raro, pero me sentía atraída hacia él de una manera que no podía explicarme. Intenté distraerme, concentrarme en mis planes. Mi idea siempre había sido clara: irme del país, comenzar mi vida de nuevo como azafata, volar lejos y explorar el mundo. No buscaba complicaciones, mucho menos enamorarme. Pero ahí estaba, cada vez que abría mi teléfono, un mensaje de Mateo me esperaba, y cada vez que sonaba, mi corazón daba un pequeño salto. ¿Qué me estaba pasando? Por su parte, Mateo también parecía estar pensando en mí. Me escribía a menudo, siempre con un comentario ingenioso o una pregunta sobre mi día. No era solo su físico lo que me atraía; había algo en la manera en que hablaba, en cómo se interesaba genuinamente en cada palabra que decía. No podía evitar sonreír cada vez que leía uno de sus mensajes. Una noche, mientras estaba en casa y conversábamos por mensaje, Mateo me sorprendió. —Valeria, si esa noche hubiese aceptado bailar contigo desde el principio, ¿crees que todo sería diferente? —me escribió. Me reí sola al leerlo, recordando cómo me había dejado con ganas de más en la pista de baile. ¿Diferente? ¿Qué habría pasado si hubiéramos bailado antes? Quizás no sentiría esta necesidad de saber más de él. —¿Diferente cómo? —le respondí, provocándolo un poco—. ¿Más divertido? ¿Más intenso? Ya sabes que no me gusta dejar las cosas a medias. Esperé su respuesta, sabiendo que lo había hecho sonreír al otro lado de la pantalla. —Tal vez más cercano —me contestó finalmente. Más cercano. Esa palabra me dejó pensativa. Yo no buscaba una relación seria. Tenía claro que pronto dejaría todo atrás para cumplir mis sueños de volar lejos, de ser libre. Sin embargo, cada conversación con Mateo me hacía dudar. No podía negar que disfrutaba su compañía, sus ocurrencias, y cómo parecía entenderme sin que yo tuviera que explicarlo todo. Pero ¿por qué complicarme? Yo no quería comprometerme con nadie. —Bueno, aún tienes tiempo de arreglar tu error —le escribí finalmente, manteniendo un tono juguetón. --- Días después, nos encontramos en un café cerca de la universidad. Mateo estudiaba contaduría, algo que no podía entender del todo. Me lo había dicho un par de veces: no era su pasión, pero lo hacía por complacer a su padre. Le molestaba estar rodeado de números, lo veía en su expresión cada vez que mencionaba las clases o las expectativas familiares. Me intrigaba cómo alguien tan apasionado podía sentirse tan atrapado. —Mi viejo cree que tener un título es la única manera de asegurarse un futuro —me dijo una tarde, mientras removía su café con desgano—. Pero no lo soporto, Valeria. Lo único que realmente me apasiona es la cocina. Vi la frustración en sus ojos, algo con lo que me identifiqué de inmediato. Yo también tenía sueños que parecían difíciles de alcanzar. —Entonces deberías seguir lo que realmente te hace feliz —le respondí con sinceridad—. La vida es demasiado corta para vivirla complaciendo a otros. Mateo me miró en silencio durante un momento, como si mis palabras le hubieran llegado más profundo de lo que esperaba. —¿Y tú? ¿Por qué quieres ser azafata? —me preguntó, cambiando de tema. —Quiero conocer el mundo, viajar, no estar atada a un lugar o una rutina. —Le sonreí, pero en el fondo me preguntaba si realmente lo entendía. Él asintió, pero podía ver en sus ojos una mezcla de admiración y algo más. Sabía que lo que yo decía tenía sentido para mí, pero para él, dejar todo atrás parecía algo imposible. Con cada día que pasaba, nuestra conexión se hacía más profunda. Nos entendíamos de una manera extraña, compartiendo no solo nuestros sueños, sino también nuestras frustraciones. Aunque me había prometido no enamorarme, empezaba a sentirme más y más unida a Mateo. No podía evitar pensar en él incluso cuando no hablábamos, y eso me asustaba. No quería complicaciones, pero había algo en él que me hacía cuestionar esa decisión. --- —No busco nada serio, Mateo —le dije una noche, mientras caminábamos por el parque. El cielo estaba estrellado, y la brisa cálida nos envolvía. Era el escenario perfecto, pero yo no podía evitar decir lo que llevaba días rondando mi mente—. Estoy aquí para disfrutar del momento, pero no sé qué pasará en el futuro. Me detuve un momento para mirarlo a los ojos, esperando que lo entendiera. Mateo se quedó en silencio unos segundos, como procesando lo que le había dicho. Sabía que no sería fácil para él escuchar eso. —Entiendo, Valeria —respondió finalmente, aunque su mirada me decía que le había dolido—. No te preocupes, podemos disfrutar del momento, sin más. Nos quedamos en silencio por un rato, caminando bajo las estrellas. Aunque había algo agridulce en sus palabras, decidí aferrarme a mi decisión. No quería dejarme llevar, no quería enamorarme, pero la realidad era que ya no podía negar la conexión que había entre nosotros. Y así, sin promesas ni compromisos, seguimos escribiéndonos, conociéndonos mejor, sin saber qué nos deparaba el destino. ---
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD