Mateo La temporada alta en Puerto Iguazú había llegado a su fin, y con ella, la rutina agotadora pero predecible que me mantenía ocupado y alejado de las noches interminables. Volver a la vida nocturna era inevitable. El trabajo en Mojito’s como guardia de seguridad me daba estabilidad económica, pero también me había hecho buscar un segundo empleo en Belanova, otra discoteca donde la música atronaba hasta el amanecer, y los clientes vivían por el caos de la noche. Trabajar en dos lugares diferentes me mantenía alerta, pero no me dejaba espacio para pensar demasiado en lo que significaba todo ese tiempo lejos de Valeria. Al principio, todo parecía fácil. Ignorar las miradas coquetas y los comentarios picantes era parte del trabajo, algo rutinario que no me afectaba. Me concentraba en mi

