Después de aquella noche, Álvaro y yo nos prometimos que lo que había sucedido sería un secreto. Un secreto que llevaríamos a la tumba. Nos juramos que no volvería a pasar, que había sido un momento de debilidad, un desliz que nunca debería haberse dado. Pero, cada vez que miraba a Álvaro, una punzada de culpa atravesaba mi corazón. ¿Cómo pude hacerle esto a Mateo?, me repetía una y otra vez. ¿Cómo pude traicionar su confianza de esa manera? Intentaba convencerme de que no era nada serio, de que había sido solo un error, algo pasajero, pero la verdad era mucho más complicada. Sentí algo con Álvaro que no había sentido con Mateo en mucho tiempo. Una conexión profunda, una comprensión mutua que me hacía sentir viva, entendida. Sin embargo, Mateo no se merecía esto. Él trabajaba tan duro por

