La vida en la nueva casa se había convertido en una rutina agotadora. Mateo, sumergido en su nuevo trabajo, entraba a las ocho de la mañana y salía a las tres de la madrugada. Las largas jornadas en la cocina del restaurante de comida tex-mex lo dejaban exhausto y con poco tiempo para compartir con Valeria. Valeria, por su parte, se sentía cada vez más sola y abandonada. La casa, que al principio había sido un refugio, ahora se sentía vacía y fría. Los días se le hacían eternos mientras esperaba que Mateo regresara del trabajo. La ausencia de su pareja, sumada a la creciente tensión con Viviana, estaba minando su paciencia y su autoestima. Viviana, a pesar de su amabilidad inicial, había comenzado a mostrar un lado más celoso y posesivo. Sentía una rivalidad soterrada con Valeria, compar

