Y entonces… la voz de Ethan rompió el tenso silencio. —¡¿Qué demonios está pasando aquí?! El salón quedó en un inquietante silencio, apenas Ethan entró como una tormenta. Su presencia cortó el aire. Impecable en su traje, con la mirada afilada como bisturí y la mandíbula tensándose con cada paso. Se abrió paso entre los asistentes que se habían agrupado en un círculo morboso en torno al escándalo, como buitres esperando ver sangre. La escena frente a él era un poema de caos. Harper tenía el moño de lado, el vestido arrugado y una expresión de indignación que competía con el maquillaje corrido. Lía, en cambio, respiraba agitadamente, con la mirada envenenada y las manos aún en puños, como si su cuerpo no supiera que la pelea había terminado. Y la otra mujer, la ex de Ethan, sonreía

