Danilo’s POV
Veía a Carlos quejarse de que se le había enredado el cabello en el perchero de Susy y estaba a punto de hacer un berrinche monumental porque él odia que le toquen las rastas y créanme, nadie nunca querría tocarle el pelo cuando no se lo lava desde el 2014, pero bueno. En la mudanza había tal vez demasiadas personas, estaban mis mejores amigos: Carlos y Milton, quiénes eran mis amigos de toda una vida y estudiamos lo mismo en la universidad. Ellos son más del estilo hippie, viven de una forma bastante relajada, son anti sistemas y nunca han trabajado en alguna empresa como yo, no les gusta y cada vez que yo tomaba un contrato nuevo, a ellos les enojaba muchísimo y me atacaban diciendo que yo era un esclavo del capitalismo y quería pisarlos cuando decían algo semejante. ¿Esclavo yo del capitalismo cuando jamás compro en centros comerciales, ni cadenas, ni ropa de marca, aunque más por falta de dinero? O bueno, tampoco es que me guste, me visto con lo primero que encuentre.
Carlos, por un lado, era guajiro, provenía de una familia ganadera y odiaba el estilo de vida de sus padres, porque malgastaban mucho en camionetas, caballos y lujos que él consideraba innecesarios. Lo conocí en bachillerato, cuando lo mandaron a estudiar a Santa Marta y desde esa época se dejó crecer el pelo, lo cual le causaba demasiados problemas en la escuela por violar las normas, también causó muchas burlas, pero él a pesar de ser algo hippie, “calmado” como pregonaba ser, pero sabíamos que era una vil patraña cuando era todo lo contrario, así que cada vez que se reían de él, empezaba a repartir golpes y cuando no podía, se traía alguna navaja y amenazó a medio salón de clases cada año, así se ganó el respeto e incluso, dibujaba una cicatriz en su cara para lo que él llamaba: “meter presión” o tal vez para darle fundamento a su teoría de que había escapado de la cárcel, que era un exconvicto pero no era así. Cuando se ausentó tres meses fue porque tuvo que ayudar en la remodelación de su casa y nada más. En fin, él tenía mi misma edad, es decir, veintitrés, era delgado, tal vez mucho, trigueño, pero más bronceado porque se asolea muchísimo al trabajar en lo que le salga y usa rastas, aretes y muchas cosas encima.
Milton por otro lado, era bogotano con padres paisas, de ahí su forma complicada de hablar y también tenía en común con Carlos su forma de ver el mundo, al estilo anarquista, pero era más calmado, no iba comprando peleas a todos lados y a él también lo conocí en la escuela. A veces tatúa a la gente, pero son tatuajes que yo jamás me haría porque a pesar de ser un muy buen pintor, le tiemblan las manos cuando se pone nervioso y sus tatuajes siempre le quedan como la mierda, tal vez por eso fracasó en ese negocio. Viene de una familia humilde, su mamá tiene una tienda, su papá maneja un camión y él, trabaja sólo como cinco horas al mes y ya se siente agotado, era demasiado para él. Milton era blanco, un poco exagerado, pelo lacio largo y se rapa a los lados, se hace el maldito corte del 7 cada año y tiene un pequeño problema en la quijada, se le sobresale tal vez demasiado, él dice que es por un accidente, pero su padre es así también y su abuelo, a nosotros nos daba igual, pero nos dijo que una vez, teniendo sexo, le pegó con la quijada al ser tan gigante a la chica con la que estaba y lo peor, es que eso a ella le pareció excitante. Qué perturbador.
Ellos me ayudaban en la mudanza porque no tenía a nadie más para hacerlo y ellos, han sido parte muy activa de mi vida. Han estado en todos los momentos importantes, en todos los cumpleaños, cuando me casé, incluso en el nacimiento de mis hijos o hasta en las primeras entrevistas de trabajo me acompañaron, para quejarse, pero me acompañaron. Ellos siempre estaban en cada momento y aún cuando se llevaran pésimo con Susy por motivos bastante obvios como sus estilos de vida, no planeaba terminar la amistad nunca. Los quería.
No sé cómo es que habíamos sido amigos por tanto tiempo y más, al ser tan diferentes, creo que eso le daba un poco la gracia, no nos aburríamos. En fin, ellos me acompañaban porque Susy lógicamente no podía al estar trabajando todo el día y nos encontrábamos con los pequeños y mi madre también estaba. Ella estaba un poco rara, con cara de que tramara algo, porque todo había sido demasiado sospechoso. ¿Por qué vino desde Santa Marta, nuestra ciudad, hasta Barranquilla sólo por mi mudanza a la que ella no podría ayudar lógicamente por no poder alzar peso? Lo peor es que este lugar ella lo escogió estratégicamente y aún cuando Susy se quejó porque era un piso alto, la logró convencer ni sé bien cómo y había mantenido tanto misterio con este lugar, hablando maravillas del vecindario y del edificio, cuando el vecindario era Ciudad jardín, bastante normal y el edificio era antiguo, de los noventa, no tenía nada de especial. ¿Qué estarás tramando mamá? Te conozco tanto que sé que te traes algo entre manos.
La veíamos de pie, afuera del apartamento y es que ni siquiera había querido entrar por estar afuera mirando impaciente hacia los lados y esos dos me miraban dudosos, también habían notado que algo raro le estaba pasando.
-A ver, ¿qué se tramará su señora madre? La última vez que me vio y estuvo misteriosa, fue porque planeaba raparme y lo hizo, qué porquería. Me veía como un testículo trasquilado, nada que ver gonorrea.-Se quejó el Milton y lo miré de reojo, entre risas porque era cierto. Ellos se tenían muchísima confianza con mi familia al conocerlos desde hace tanto y mamá un día que le vio el corte, cuando se descuidó en mi cumpleaños, le pasó la maquina y él, no tuvo de otra más que raparse por completo, pero ya tiene su corte de 7 habitual.
-Mmm, algo trama y no debe ser nada bueno. ¿Tienes gorros?-Preguntó Carlos, pero al verme negar con la cabeza, ambos tomaron suéteres míos y se cubrieron la cabeza, parecían terroristas ahora.-No quiero que me calvee, eso jamás.
Entramos todas las cosas porque estábamos estorbando en el pasillo y se podrían molestar los vecinos. Ellos me ayudaban a armar las camas y ordenar todo, pero me detuve un momento para recostar a los niños, que estaban agotados y al tener tanto desorden, no quedó de otra más que ponerlos en un colchón en lo que se organizaba todo. Ellos duermen mucho al ser tan pequeños, tienen sólo cuatro años y a veces son más inquietos que otras ocasiones, afortunamente hoy no porque habría sido un gran dolor de cabeza. Pensé que mamá me ayudaría a cuidar los niños como siempre hace cuando viene, porque los adora, pero seguía afuera y teníamos muchísimas teorías de lo que tramaba, pero luego, casi dos horas después de haber llegado, entró alterada, todos la miramos y ella, acomodó su pelo n***o antes de tomarme por mi antebrazo y empezar a arreglarme también.
-¿Qué carajos?-Se burló Carlos.-Cierto que está bien feo el Danilo, ¿cierto señora?
-Claro que no es feo, mi hijo es precioso. Sólo tiene rasgos diferentes.
-No pues gracias.-Me quejé.
-Mira, ven que te voy a decir algo.-Dijo sacándome del apartamento y cerrando la puerta. Mamá llevaba uno de sus tantos trajes, ella siempre vestía elegante y más, de n***o, con muchos accesorios y cosas así, y dos litros de perfume empalagoso. Era muy bella.-No sé si sabías que en los edificios es costumbre que apenas te mudas, debes ir a saludar a tus vecinos al menos de al lado y en tu caso, que tienes niños pequeños, debes pedirles el teléfono por cualquier emergencia.
-Pero… no quiero pedirles el teléfono a gente que no conozco, me avergüenza.
-¿Y si hay un incendio y están los niños solos? Se van a rostizar y será tu culpa.-Dijo de forma tan seca que me horroricé.
-¿No podías poner un ejemplo peor?-Me quejé, lo pensé un segundo y asintió, entre risas.
-Sí, tienes razón, ¿pero yo no tengo razón también?
-Mmm, sí. Supongo que sí. Mañana les pediré el número a los vecinos de cada lado.
-No hagas mañana lo que puedes hacer hoy.
-Pero…-Me interrumpió.
-¿Y si esta noche baja Jesucristo y no te das cuenta por estar dormido? Te perderías del regreso del milenio por no haber pedido el número.
-Bien, bien, lo haré, pero de igual forma, si bajara Jesucristo de repente echando rayos, no creo que a mis vecinos les dé tiempo de llamarme.
Siguió sermoneándome hasta que no tuve otra opción más que asentir, le dije que iría luego de cenar porque moría de hambre y pareció conforme esta vez. Servía de algo que había podido preparar de rapidez al tener todo empacado, pero como no había enchufado la nevera aún, los dos se ofrecieron a bajar a comprar algo de beber, pero cuando regresaron unos quince minutos después, estaban completamente alterados, como si hubiesen visto un espanto, pero yo ya estaba afuera con mamá, quién era el doble de insistente que ellos y me había dicho que debía ir a hablarles a los vecinos, sé que no aceptaría un no como respuesta esta vez cuando lo evadí por media hora.
-Señora, disculpe. Ya les puede ir a hablar, pero necesitamos al Danilo ya, pero ya, es algo muy urgente.-Dijo Milton, pero mamá negó con la cabeza.
-¿Y? ¿acaso Danilo se va del país o qué? pueden esperar.-Se quejaron por mucho rato, pero luego, al ver que ella no iba a ceder, no tuvieron otra opción más que asentir, sin ánimo.
-Bueno, pero te me apuras que apenas te digamos lo que vimos, es que te vas, pero para el más allá.-Dijo Carlos entre risas y no entendía de qué estaban hablando o qué habían visto que los había hecho emocionar a tal punto, parecía algo muy importante y me daba curiosidad, pero con mamá es imposible a veces.
Mamá se quedó con los niños y yo, salí y me dirigí de mala gana al apartamento que tenía a la derecha, porque ella había sugerido que fuera primero a este. Me detuve en la puerta, no tenía nada de especial porque era exactamente igual a la mía y toqué el timbre. Esperé un par de segundos, que se hicieron eternos, pero luego, cuando iba a irme, escuché que abrieron la puerta y vi entonces, a una mujer de pelo con ondas, un vestido blanco y de inmediato, pasaron mil cosas por mi mente, pero, pero, pero… ¿qué? ¿en verdad era ella? ¿era ella? ¿era ella?