MIRANDA BAUER
Estoy hecha una fiera. Entro al maldito departamento, que me ha conseguido el imbécil de mi primo, tumbando la puerta.
Enfurecida, tiro los adornos que hay en una de las repisas del salón, y estos se hacen añicos en el suelo.
Gruño. Grito histérica. Y estoy que no me aguanto ni yo misma, y puedo matar a cualquiera que se cruce en mi camino.
¿Cómo ha podido hacerme esto el imbécil de Alexander?
Y lo peor, por esa puta con carita de mosquita muerta que se cree mejor que yo.
¡Cómo la va a preferir a ella por encima de mí! A mí, que cualquier hombre daría lo que sea por tenerme. A mí, que vuelvo loco a todo aquel que me mira.
¡Maldito! ¡Mil veces maldito!
Pero esta humillación me las vas a pagar caro, Alexander Thompson. Tratarme y sacarme de tu casa como si yo fu
