Capítulo 1

4336 Words
Hoy es mi primer día en un nuevo trabajo, pues el mundo se ha ensañado tanto conmigo que no puedo tener nada estable en mi vida, ni siquiera en el ambiente laboral. Cuando terminé la secundaria logré comenzar mi carrera en una buena universidad. Debido a mis buenas calificaciones tenía media beca y la otra mitad fue cubierta gracias a que mi padre había ahorrado toda su vida para mi educación. Pero independientemente de la economía no pude culminar mi pasión, los injustos imprevistos del destino afectaron mis planes y tuve que salir a buscar trabajo para que mi padre y yo pudiéramos sobrevivir. Por lo sucedido mi padre estaba destrozado, no era lo que esperaba para sí mismo, pero mucho menos para su hija. Toda la situación le afectó demasiado y aunque tampoco era lo que yo quería; intente tomarlo de la mejor manera para que pudiéramos salir adelante. Él me había cuidado tanto, había dejado su vida por mí, para que yo fuera feliz, así que había llegado el momento de retribuir un poco de todo lo que había hecho. Acerca de mi vida, se puede decir que hay mucho para contar y al mismo tiempo no hay nada importante que decir. Solo soy una chica ordinaria, de esas que puedes encontrar en cada esquina o avenida, sin nada especial, ningún talento, ni un cuerpo exuberante, nada considerable para decir o demostrar ni para atraer las miradas hacia mí. Sin embargo, jamás he querido ser el centro de atención, así que estoy bien con ello, el bajo perfil es algo que me gusta mantener. Como todo el mundo tengo sueños imposibles de alcanzar, que no llegan y que quizás nunca vayan a llegar. No creo en los cuentos de hadas, eso de que alguien aparecerá para rescatarte, solo pasa en la ficción, pero el mundo real es muy cruel, cada vez se presentan más obstáculos de los que nunca podrás salir porque no es como te lo pintan, cuando arregles un problema, entrarás en otro y así sucesivamente. Claro que habrá momentos para respirar, pero son mínimos. Para las personas normales eso es una falacia, el mundo te llena de expectativas inalcanzables, que en el fondo todos sabemos que no son reales, pero siempre están aquellos que se dejan engañar y se mantienen esperando esa mágica salvación. Quizás también he sido una de esas personas, a veces me dejo engañar, no obstante hay que mantener esa gota de realidad. Mi historia es la de una chica normal viviendo sola con su padre. Un hombre solo con una niña, no es tarea sencilla, menos cuando él tenía que salir a trabajar todos los días para poder mantenernos. Su trabajo duraba más que mis horas en la escuela, pero para nuestra suerte una señora que vive en la casa de enfrente siempre sintió un cariño especial por nosotros y cuando estaba sola porque mi padre trabajaba, ella se ofrecía a cuidarme, y las galletas que me preparaba, esas sí que eran de ensueño. Como la señora Rose vive sin acompañantes porque su única hija que tiene casi la edad de mi padre se casó y se mudó a una ciudad lejana, cuidarme era su mejor pasatiempo, siempre dijo que estar con nosotros le hacía la vida más entretenida. En fin, mi padre puede estar muy orgulloso porque lo ha logrado solo, con un poco de ayuda de la señora Rose, pero sin nada más que eso, me ha criado muy bien, crecí de la mejor manera que podría hacerlo. Incluso podría decir que soy una persona ejemplar, pero, aun así, estoy muy lejos de la perfección, aunque quizás todos lo estamos. De la secundaria, me gradué con muy buenas calificaciones. Una época en la que tenía varios, amigos, pero cuando ya no nos vimos todos los días, las relaciones se rompieron y ya no volví a saber mucho más de ellos. Escuché que algunos se graduaron de la universidad, se casaron, tuvieron hijos, construyeron su futuro, y yo, bueno, sigo estancada casi en el mismo lugar donde estuve en esa época. Sin embargo, de lo que estoy prácticamente segura es de que casi ninguno está de la forma en que lo proyectaba cuando estábamos en secundaria, porque la vida siempre nos lleva por caminos inesperados y lo que puede surgir es siempre una incógnita. La vida de los adolescentes no se parece en nada a la de los adultos, cuando somos pequeños queremos crecer, sin tener la más mínima idea de lo que nos espera. Pero si lo supiéramos disfrutaríamos más de esa etapa tan linda, cuando el peso de la vida no se encuentra en nuestros hombros, cuando teníamos más tiempo libre para hacer lo que nos gustaba, una etapa que no volverá jamás. La gran historia de amor de la secundaria, bueno, tampoco soy chica para eso, los chicos siempre han pasado de mí, casi como si no existiera. De todos modos, un día fui bastante enamoradiza, pero era cuestión de un solo lado, me hacía esperanzas muy fácilmente, veía cosas donde no las había. Shelby Miller no sabe lo que es el amor, hoy en día tengo una coraza de hielo o más bien de hierro, la cual no sé si funciona muy bien o en realidad es que sigo siendo invisible y los hombres son incapaces de mirarme. Pero eso no es un problema porque no creo en el amor, ya que el mismo es pura ficción, otro cuento de hadas que no le sucede a las personas normales y que sin dudas no me sucederá a mí, en mi mundo, los felices para siempre no existen. Aunque me da igual, porque mis prioridades hoy en día son otras, el único hombre que necesito ahora mismo, es mi padre. Claro que tuve un novio una vez, pero eso es una historia de la Universidad. Cuando estaba estudiando mi carrera, había un chico un año mayor que yo, con el cual coincidíamos en algunas materias. Poco a poco nos fuimos acercando, haciendo trabajos en dupla, compartiendo apuntes, cafés, pasando bastante tiempo juntos, hasta que todo eso nos llevó a tener una relación. No considero que se pueda decir que era un noviazgo formal porque no pienso que lo fuera, al menos no por su parte. Él fue importante para mí, pero no siento haber sido importante para él, éramos polos opuestos y desde el principio se veía que eso no iba a funcionar, no teníamos nada en común, lo único que nos unía era estar en la misma universidad. Recuerdo que nos costaba tanto ponernos de acuerdo hasta en la más mínima cosa, ni siquiera en ver una película juntos porque lo que le gustaba a uno, el otro lo despreciaba. Yo intentaba ponerme de su parte, hacer algo que a él le gustara, pero al final siempre terminaba abandonado lo que soy por hacerle feliz y él, quien jamás hacía por mí ni la mitad de lo que yo por él. Si me pongo a reflexionar me doy cuenta de que él buscaba a alguien astuta para las materias, pero no para la vida. Él quería un camino fácil para culminar su carrera, y yo de tonta, ahí estaba, hasta la madrugada haciendo trabajos que no me correspondían, todo por pensar que me quería, que haría lo mismo por mí, pero no era así. Luego, cuando mis problemas estallaron, él empezó a alejarse, primero lo fue disimulando, a veces me visitaba aunque no se quedaba mucho más de una hora, ni siquiera preguntaba por cómo realmente estaba con toda la situación que estaba viviendo, era evidente que no le preocupaba. Así fue alejándose de a poco, hasta que de un día para el otro desapareció, solo envió un mensaje para decir que no podía continuar con lo nuestro, ni siquiera fue capaz de llamar, hacer sus tareas no era suficiente pago como para aguantar el caos de mi vida. De ese modo, al tener que dejar la universidad no supe mucho más de él, no lo volví a ver. Lo último que me enteré es que estaba con otra chica, no tardo nada en conseguir a alguien más, quien sinceramente espero que no sea tan tonta como yo para caer en sus manipulaciones, porque nadie merece estar para alguien que no te valora en lo más mínimo. Desde ese momento decidí que ya nunca más volvería a ser esa chica manipulable. Los problemas que he tenido, los odio, pero tengo que admitir que me han enseñado mucho, gracias a todo eso hoy soy una mujer más fuerte. Aprendí a ver la realidad y decidí que ya nadie volverá a utilizarme, mucho menos un hombre porque valgo más que eso y nadie tiene derecho a hacerme sentir inferior. Quizás sea por eso que he sellado mi corazón, de modo que ya nadie puede entrar, no tengo tiempo para el amor, ni energía para malgastar en esas cosas insignificantes. Ahora mi mente está enfocada en lograr sacar adelante a mi papá, devolverle la vida que merece, o por lo menos hacer que se sienta un poco mejor, porque si hay alguien que no merece todo el mal que está pasando es él. Mi padre, Thomas Miller, es el ser más maravilloso en el mundo, no existe un hombre que tenga un corazón tan puro como el de él. A pesar de todos los golpes que le ponía la vida nunca dejaba de sonreír, siempre estaba dispuesto a dar todo por mí, a dedicarme un momento sin importar lo largo que hubiera sido su día o lo cansado que estaba. Me enseñó tanto, a nunca darme por vencida, a luchar por lo que quiero, seguir siempre con la frente en alto. Cuando llegaba a casa luego de un largo día de trabajo, siempre preguntaba por mi día, por mis problemas y buscaba una solución para ellos. Si hoy soy fuerte es porque lo aprendí de mi padre. En cambio, esta última traba que se le cruzó en el camino ha sido demasiado, ya no sonríe de la misma manera, su mirada está apagada, y aunque me dice que todo está bien, lo hace para no preocuparme, más, yo sé que no es así. Soy consciente de que esto ha sido demasiado incluso para un hombre fuerte como él, por lo tanto, no voy a descansar hasta devolverle su sonrisa y el brillo de sus ojos, voy a demostrarle que aún tiene mucho por vivir, esto ha sido una piedra enorme en su camino, pero estoy segura de que saldrá adelante. Luego de que tuve que abandonar la universidad me puse en la búsqueda de un empleo para que mi padre y yo pudiéramos sobrevivir. Me costó mucho porque no tenía nada de experiencia, de todos modos, mi período en la universidad me ayudó a ingresar a una importante empresa como secretaria de un hombre que tenía uno de los cargos más altos. Al menos yo creí que mis estudios fueron los que me ayudaron a ingresar en el empleo, aunque en realidad fue porque mi jefe era un acosador. Al principio todo estaba bien, era muy buena en lo que hacía y el trabajo me encantaba, me sentía muy cómoda, era un buen lugar para mí, mucho más de lo que esperaba al no haber culminado mis estudios. Sin embargo, con el paso del tiempo mi jefe comenzó a mirarme de una manera que no me gustaba nada, hacía que me quedara hasta horas inapropiadas y no con la intención de trabajar. Como realmente necesitaba el trabajo me quedé callada y fui aguantando, tratando de evadir las insinuaciones, alejando a ese hombre porque no quería que me tocara, pero tampoco quería perder mi empleo. Hasta que un día ese asqueroso intentó manosearme y fue mucho más de lo que estaba dispuesta a aguantar, así que le di una bofetada y me marché. En ese momento no pensé en nada, solo quería salir de ese sitio, necesitaba el trabajo, sí, desesperadamente, pero no iba a permitir que ningún hombre se propasara conmigo. Valgo mucho más que eso y nadie podía hacerme sentir lo contrario, porque si había algo de lo que estaba segura era de mi valor, lo único bueno que me dejó la relación con mi exnovio fue esa enseñanza. Al llegar a casa no le conté nada a mi padre, no quería que él se preocupara, sabía que querría vengarse de ese hombre, hacer justicia por comportarse así con su hija, pero no estaba en condiciones de hacerlo, por ello oculte la verdad. Al día siguiente, cuando logré calmarme, planeaba ir a recursos humanos para presentar una queja, pero no fue necesario porque llamaron para despedirme. Estaba muy enfadada, no era justo que siendo la víctima fuera perjudicada, perdiendo mi trabajo, quería hacer algo, buscar abogados, quejarme; aun así, no pude, porque eso implicaba una costosa demanda que no podía permitirme, era obvio que ellos ganarían y habría malgastado todo mi dinero, además, quién me contrataría nuevamente con un historial así. Sin otra alternativa tuve que callar toda mi rabia, mi ira, enojo y dolor. Así que le dije a papá que había renunciado porque no me sentía cómoda y le pedí disculpas porque sabía que no podía darme el lujo de estar renunciando. Como siempre él me entendió y apoyó mi elección, dijo que solo quería verme feliz y si ese no era un lugar en el que me sentía bien, había tomado la decisión correcta. Aunque le mentí, su consuelo me sirvió mucho para seguir adelante y no rendirme. Así que me puse en la búsqueda de un nuevo empleo. Nuevamente, me costó muchísimo, pues casi nadie contrata a alguien que fue despedido, pero logré encontrar algo para sustentarnos. Lamentablemente, no tan bueno como el que tenía anteriormente, pero una chica como yo no puede darse el lujo de estar eligiendo, de poner muchos requisitos, así que debí conformarme con lo que encontré. Por lo tanto, hoy es mi primer día en un nuevo empleo, “Howland Publicity”, una importante empresa de publicidad, muy prestigiosa, conocida en todo el país. Aquí seré auxiliar de limpieza, fue lo único que pude conseguir después de todo lo que pasó. De todos modos, estoy contenta de tener un empleo, y aunque el salario es más bajo que el anterior, no es tan malo y me servirá para los gastos médicos de mi papá, siendo eso lo que más me preocupa hoy en día. Tal vez en algún momento pueda aspirar a un puesto mejor, con mayor salario, y ahorrando lograré salir adelante. Como dije antes, no creo en los cuentos de hadas, no sé si lograré grandes cosas, aunque tampoco me importa si mis sueños no se cumplen, no los necesito para estar bien. Pero los de mi padre sí deben cumplirse, nadie más que él merece ser feliz y nada de lo que le está pasando es justo. Así que como nada es justo y las cosas buenas no llegan solas, yo misma voy a luchar con todas mis fuerzas para cumplir su sueño, voy a lograr hacerlo feliz nuevamente, a devolverle su vida sin importar lo difícil que sea. Al pararme fuera del edificio de la nueva empresa para la que trabajaré la miro asombrada, nunca antes me había detenido a observar el edificio. Aquí funcionan diferentes oficinas, con miles de empleados, gerentes, administrativos, encargados de marketing, directores de arte, seguridad, fotógrafos, hasta modelos y muchísimos más que no estoy recordando porque es una lista larguísima. Una empresa de este rubro y tan grande necesita a mucho personal para poder sobrevivir, y aquí vaya que sobreviven, han logrado muchísimas cosas siendo reconocidos en todo el país pero también de forma internacional. Si hubiera logrado graduarme, este habría sido el lugar de mis sueños para trabajar y ejercer mi título, pero no pudo ser así. Por lo tanto, aquí estoy, soy una empleada ordinaria, con un puesto muy respetable, pero no puedo evitar sentirme decepcionada porque esto no era lo que esperaba para mi vida. Pero no es momento para sentimentalismos, así que decido dejar de pensar antes de ponerme triste, doy un suspiro e ingreso en el edificio. Al ingresar en el lobby quedo más maravillada que antes, pisos blancos con paredes doradas en perfecto juego, algunas plantas otorgando vida y naturaleza al sitio, decoración completamente digna de una empresa de publicidad. Me presento con la recepcionista que está detrás de un gran escritorio combinado con los colores del piso y las paredes. Ella me indicó que siguiera por un pasillo recto hasta la última puerta, y que ahí me dirían lo que debo hacer. A cada paso que doy más me impresiono, hay fotos de modelos preciosas por todos lados, de las diferentes campañas que han dirigido, un sitio muy impresionante. Cuando llego a donde debía, me encontré con una mujer esperándome, la cual me felicitó por haber llegado tan temprano, me dio la bienvenida, me entregó mi uniforme y me indicó cuál es mi siguiente tarea. Enseguida de que ella se marchó procedí a cambiarme para comenzar con mis labores. Justo en el momento en que terminé de vestirme entró a la habitación y me sonrió una chica de más o menos mi edad, con un uniforme igual al que acaban de darme para utilizar. —Debes de ser la chica nueva, mi nombre es Alejandra, bienvenida— dijo extendiendo su mano para estrecharla con la mía. —Shelby, encantada de conocerte Alejandra—respondí apretando su mano y sonriendo. —Seré la encargada de mostrarte la empresa y hoy trabajaremos juntas para que te vayas acostumbrando a las tareas habituales. —Espero no causarte muchos problemas Alejandra. —Oh querida, por favor llámame Ale y no es ninguna molestia yo encantada de tener a alguien para chismorrear todo el día. Luego de decir esto me hizo una señal para que fuéramos a comenzar nuestro día. Caminamos un poco, subimos escaleras y pasamos por un pequeño cuarto de mantenimiento. Me explico que hay uno de estos en cada uno de los veinte pisos del edificio, para comodidad de los empleados y que no tengamos que cargar con nuestras herramientas de trabajo de un piso a otro. Tomamos grandes bolsas de residuos, escobas, trapeadores, cubetas y continuamos nuestro camino. —Esta es una sala de impresiones para pequeñas cosas— dijo Ale al entrar en una habitación con computadoras, impresoras, libros, revistas y algunos sofás. —Aquí todos vienen a imprimir reportes, sacar copias e ideas de esos libros, pero nadie se acuerda de tirar sus cosas a la basura y poner todo en su lugar— mencionó señalando el desorden— Así que debemos tirar lo que no sirve y organizar el espacio. Ambas nos reímos y nos pusimos manos a la obra. Hay tanto papel tirado que no sabemos ni por dónde comenzar. —Es increíble lo desordenadas que pueden ser las personas—dije cuando terminamos de tirar lo que no servía. —Y aún no has visto nada. Continuamos trabajando y poniendo todo en su sitio. Nunca imaginé que una compañía con las características de esta y con la impresión que te deja al ingresar en ella tendría semejante desorden, pero bueno, supongo que todos están demasiado ocupados para ser organizados, después de todo tienen a personas como nosotras para limpiar su desastre. Era tanto el desorden que nos llevó toda la mañana organizarlo, cuando culminamos ya es la hora del almuerzo. Alejandra me guio hasta la cafetería. La empresa brinda su propia comida para que si queremos podamos comer aquí, lo cual me pareció muy bueno porque es un gasto menos que tendré que hacer. A veces casi no comía para ahorrar dinero, es caro comprar todos los días en una cafetería o restaurante, pero por suerte eso ya no será un problema. Durante el almuerzo aprendí muchas cosas sobre Ale. Tal como pensé tenemos la misma edad, veinticinco años. Ella no es de aquí, proviene de México, como no vivía muy bien allá, decidió probar suerte aquí con su hijo, está muy agradecida con el país y con esta empresa que le brindó una oportunidad, ya lleva cinco años desde que se mudó y durante cuatro ha trabajado aquí. Cuando terminamos de almorzar subimos al último piso, a la oficina del jefe, Ale debido a su antigüedad es la encargada de limpiarla siempre y en este momento él no se encuentra, por eso es que aprovechamos para organizar. Al entrar, como me ha pasado durante todo el día, quedé impresionada, una oficina, más grande que la mitad de mi casa o incluso podría ser más. La pared del fondo cubierta entera por vidrios, ventanales enormes con una vista hermosa, se puede ver una buena parte de la ciudad, incluso el mar. Paredes blancas combinadas con marrón. Cerca de las ventanas está el escritorio n***o con una computadora y muchos papeles, a la izquierda un estante enorme repleto de libros, qué gran privilegio trabajar en un lugar así. Aquí todo está más ordenado que en la habitación de la mañana, supongo que el jefe es más cuidadoso que sus empleados. —Shelby, olvidamos tirar la basura de lo que limpiamos anteriormente, por favor tú ordena estos libros alfabéticamente en aquel estante y yo en un momento volveré. —¿No habrá ningún problema con que yo me quede aquí? Es la oficina del jefe y soy nueva. —Tranquila, él no vendrá todavía, aún es muy temprano, enseguida regreso— Al terminar de decir esto simplemente se marchó. Mientras ella no estaba, me quedé bastante preocupada, no creo que sea buena idea quedarme aquí, pero igualmente solo hice un gesto con los hombros y fui a ordenar los libros que me dijo Alejandra. El señor tiene muchísimos libros y de variados temas, incluso algunos relacionados con lo que yo estudiaba. Así me dan ganas de ponerme a verlos porque me encanta leer, además podría recordar lo que hacía antes, pero no quiero ser entrometida, no me parece que sea una muy buena idea, por lo tanto, solo me limite a continuar con lo que debo hacer. Enseguida terminé de colocar todos los libros en su lugar cuando sentí que la puerta se abrió a mis espaldas. —Por fin volviste— dije dando la vuelta para llevarme una gran sorpresa cuando no vi a Alejandra, sino a un hombre que me mira con la ceja levantada y los brazos cruzados. —¿Qué haces en mi oficina? No sabes que nadie puede entrar aquí— dijo este hombre mientras me observa de pies a cabeza con una mirada muy fría. Sin saber qué más hacer, también yo me quedo observándolo. Un hombre alto probablemente un metro ochenta y cinco, o quizás más. A través de su traje azul marino se nota que es muy musculoso. Cabello castaño, un poco alborotado, seguro no pasa mucho tiempo acomodándolo frente al espejo. Ligera barba en sus mejillas, pero no lleva bigote y ojos oscuros muy profundos. Nunca había visto a alguien con este aspecto, para mí que no creo en los cuentos de hadas, puedo decir que este es un hombre de ciencia ficción. —Sigo esperando a que respondas mi pregunta— no fue hasta volver a oír su voz que me di cuenta de que me había quedado congelada, sumida en mis pensamientos, observándolo detenidamente, pero entrando en razón decidí hablar. —Lo siento señor, soy nueva aquí… —Con más razón aún no deberías estar en mi oficina— dijo interrumpiéndome con un tono más agresivo que antes. Sin saber qué hacer, porque no me gusta que me hablen de esa forma, solo me limito a mirar el suelo, totalmente intimidada, pero por suerte para mí, justo en ese momento Alejandra ingresa en la oficina. —Oh, veo que ya ha llegado, buenas tardes, señor Howland— dijo Alejandra saludando al jefe, el cual la miró sin decir una palabra. —Ella es Shelby Miller, es su primer día y lo está pasando conmigo para adaptarse. He tenido que ir a realizar otra actividad y le he pedido que terminara de ordenar los libros, pero no se preocupe, es de confianza—. Después de escucharla atentamente, el jefe asintió con la cabeza y volvió a posar su mirada en mí, pero esta vez luciendo un poco más relajado. —Bienvenida Shelby, soy Evan Howland, el dueño de la empresa— en ese momento, dejando su actitud anterior, extendió su mano la cual no muy convencida estreche. Ese momento, fue muy extraño, al tocarlo, sentí una sensación muy rara, diferente, pero estoy segura de que solo son los nervios del momento. No quiero ser despedida en mi primer día. En ese instante, al presentarse y tocar mi mano, él me miró directo a los ojos; sin embargo, yo no pude sostener la mirada, automáticamente baje la vista. —Muchas gracias señor— respondí y es ahí cuando nuestras manos se soltaron. Juro que fue el apretón de manos más largo y extraño de toda mi vida. De ese modo, como ya hemos terminado el trabajo aquí, Alejandra y yo empezamos a caminar para salir de la oficina. —No deberías ser tan confiada Alejandra— dijo el jefe antes de que nos fuéramos. —A veces hay que abrirse a las personas sin pensarlo mucho— respondió ella mirándolo con una sonrisa. Y enseguida terminamos de salir, para buscar nuestra siguiente tarea. —Menudo idiota— dije, pero no sin antes asegurarme de que no hubiera cerca, nadie más que Alejandra. —Es la primera impresión, pero no es tan malo— respondió ella, aunque la verdad es que no estoy nada convencida. No puedes hablarle así a una empleada, mucho menos por una situación tan insignificante, no hice nada malo, solo estaba cumpliendo con mi trabajo, además me enfadó muchísimo su comentario, no es como que fuera a robarle algo de su estúpida oficina.
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