Capítulo 3

4643 Words
Al verlo quedé impactada, en Shock, no lo esperaba, no aquí. Me había librado de cruzarlo en el resto del día y no puede ser que lo vaya a encontrar justo en este momento, en la parada del transporte público. No es un hombre que lo utilice para llegar a donde necesita, tiene un auto precioso, último modelo, con qué necesidad se subiría a un bus abarrotado de gente, si puede llegar a su destino en soledad y comodidad. Así que no entiendo por qué está aquí, mirándome con esos ojos que tampoco entiendo qué es lo que quieren, qué es lo que reflejan, esos ojos que son una incógnita para mí, un verdadero misterio. ¿Acaso mi comentario le daño su ego? No puedo negar que se ve terriblemente guapo parado al frente de mí, con esa posición relajada y ese aspecto tan serio, con la tranquilidad de un hombre que nunca en su vida tendrá que preocuparse por nada real. Tiene todo servido en bandeja de plata, su único problema debe ser decidir a qué mujer se llevará a la cama la siguiente noche, si es que ya no está en pareja con una flamante modelo de las que trabajan en su empresa. Claro, lo que no quiere decir que sea monógamo, los hombres como él no se conforman con una única mujer, por qué lo harían, si pueden tener todo lo que desean con tan solo chasquear los dedos. —¿Me ha seguido hasta aquí señor?— pregunté al salir de mi trance de pensamientos. Había quedado embobada pensando y mirándolo, olvidando responderle, aunque en realidad no quisiera tener que decirle nada, porque no hay motivos para que hablemos. —Sí, he visto que salíamos del edificio en el mismo momento, por tu dirección imaginé que estarías aquí, lo que no esperaba era encontrarte así, tan frustrada, ¿Qué ha pasado? La verdad su franqueza también me asombró, no espere que admitiera seguirme hasta aquí. Pero es el jefe, está en una relación de superioridad con respecto a mí, así que no hay necesidad de mentirme o de ocultarme nada, tiene libertad de hacer y decir lo que quiera sin razón alguna para avergonzarse de ello o sentir ningún temor. Lo que sí, no me gusta nada que sea así, más no hay otra alternativa, no me puedo quejar, debo callarme, hacer como que nada pasa y claro debería aguantar su actitud, pero este no es mi horario de trabajo así que no sé qué tan dispuesta este a hacerlo. Nunca he sido buena para guardar lo que pienso. —He perdido el transporte, por eso mi frustración— respondí finalmente. —Vamos, te llevaré a casa— dijo señalando su auto. Ante sus palabras esta vez casi me caigo de espaldas, con cada acción o frase que dice me sorprende aún más, siempre tiene algo muy extraño para decir. Levanté la mirada y fruncí un poco el ceño en señal de sorpresa, casi me ha dejado sin palabras. —No estoy entendiendo muy bien su actitud, no es necesario, puedo caminar, pero de todos modos, gracias. En ese momento me levanté e iba a comenzar a caminar para por fin alejarme, pero Evan se paró de manera firme delante de mí impidiendo mi paso. De esa forma me detuvo, entonces, no tuve otra alternativa que parar de caminar, es bastante más grande que yo, por más que lo intente sé que no podré seguir porque lo evitará. Me miró directo a los ojos y por un momento el tiempo se detuvo, fue algo muy singular, tanto que durante un instante olvide todo lo mal que me ha tratado, en ese microsegundo no recordé que es una persona grosera, un hombre capaz de maltratar a todo el mundo con tal de conseguir lo que quiere. Esto de olvidarme de todo no es una cosa que me suela pasar, no soy ese tipo de persona que se deja llevar por una cara bonita o por un buen gesto que viene con un interés detrás, pero ahora con su vehemencia y esa mirada ha logrado convencerme, quitarme de las razones que siempre traigo pegadas a mi lado. —Tenemos algo de lo que hablar, el camino a tu casa es el momento perfecto, por favor, sube al auto— dijo amablemente, una amabilidad y tranquilidad que no creí fuera capaz de utilizar. Dude muchísimo porque no quiero pasar un solo segundo más cerca de él, pero el camino a mi casa es muy largo, está muy lejos como para ir a pie. Aunque no me gusta mucho la idea de estar encerrada tanto tiempo en un auto con mi jefe, empiezo a considerar que esa opción es mejor que caminar. Así que entonces a pesar del dilema que se forma en mi mente solo asentí, con ese gesto el señor Howland entendió que estoy aceptando y esbozó una sonrisa, no recuerdo si antes ya lo he visto sonreír, pero debo admitir que luce muy bien cuando lo hace. Caminamos hasta su auto, abrió la puerta para mí como si fuera un caballero, lo cual estoy muy segura de que no es, o al menos no con mujeres tan simples como yo. No sé a qué está jugando, a dónde pretende llegar, qué es lo que busca, pero no me está gustando nada porque no confío en él. Solo espero no estar cayendo en la boca del lobo porque podría salir muy herida en las manos equivocadas. Una vez que ambos estuvimos adentro y con el cinturón puesto encendió el auto y le indique por dónde debe seguir. —¿Cómo están Alejandra y su hijo?— Preguntó para acabar con el silencio, una pregunta que me desconcertó un poco, que le interese la salud de una de sus empleadas del escalafón más bajo, eso sí que no lo vi venir, no es algo que se pueda esperar de una persona como él. —No he podido hablar con ella, pero lo último que supe es que Jamie tenía fiebre, por eso tuvo que irse, seguramente no sea nada grave— respondí amablemente, primera vez que dejo de estar a la defensiva desde el primer momento en que lo vi. —Esperemos que no, es solo un niño y no merece que le pase nada grave, además es la vida de Alejandra, estaría destrozada— mencionó. En esta oportunidad sí que he quedado atónita, hablar tan bien de ella, saber tanto sobre su vida, será que hay algo entre los dos, no me parece normal esta preocupación. Cómo es que sabe tanto de la vida de Ale, sí, ella habla mucho, pero hablar tanto con el jefe, es muy raro, además si lo recuerdo bien, desde el día en que los conocí la he escuchado defenderlo. Mientras continúo hundida en mis pensamientos Evan estuvo conduciendo en silencio, yo agradecí para mis adentros que no hablara y me puse a observar por la ventanilla, con la esperanza de que si evito mirarlo quizás no me dirija más la palabra y solo se limite a llevarme a casa. Aprovechando el tiempo que tengo puedo observar lo bella que es esta ciudad, nunca tengo tiempo de admirarla, pero realmente es hermosa. Ojalá pudiera recorrerla más, aprovechar sus espacios mágicos, disfrutar como una persona normal. A través de la ventana del transporte público no se aprecia de la misma manera, pero ahora estoy notando detalles que nunca antes había visto, a pesar de que he vivido toda mi vida aquí. Qué lejos quedaron aquellos días de cuando estaba en la preparatoria, donde era una adolescente normal, sin tantas preocupaciones, cuando tenía amigos y podíamos salir a disfrutar, sin el peso de los problemas en mis hombros, sin ninguna carga que llevar. O al menos, en aquel momento los problemas no eran tan complicados como ahora, esas dificultades se reducían a que un chico no me mirara, o a no tener ropa linda como las demás chicas. En aquella época era mi padre quien me cuidaba y no viceversa, todo era tan sencillo y mi perspectiva sobre la vida era muy diferente. Pero de pronto todo cambió, se volvió más complicado y tuve que hacerme cargo de los dos, tuve que afrontar cosas para las que aún no estaba lista, olvidé lo que era ser joven y tuve que madurar para que podamos estar bien. —¿A qué te referías con lo que dijiste hoy en la oficina? Las personas como yo no necesitan el perdón de las personas como tú— dijo de pronto. Con sus palabras me quitó de mis pensamientos e hizo que desvíe la vista de la ventana. El momento que tanto había temido está llegando, no sé por qué dije eso y no quiero tener que darle explicaciones, solo quiero continuar disfrutando del viaje hacia mi casa. —Solo olvídelo señor— respondí intentando evadir el tema y continuar disfrutando la vista de la ciudad. Me siento muy bien mirando por la ventanilla, realmente disfrutando el paseo, pero tuvo que arruinarlo, acabar con uno de los pocos instantes de tranquilidad que tengo en mi vida. —No quiero olvidarlo Shelby, quiero saber por qué lo dijiste y qué significa— volvió a insistir, claramente es un hombre que no se rinde, va por lo que quiere y no se cansa de insistir. —Discúlpeme señor si dañé su ego con esa tonta frase, pero no hay nada que explicar. En este momento ya comienzo a enfadarme mucho, si se ofreció a llevarme a mi casa debió limitarse a simplemente conducir y concentrarse en el camino. No me gusta que me fuercen a decir cosas que no quiero, cuando me siento presionada, comienzo a ser más agresiva y a hablar sin pensar, me vuelvo una chica desconocida de la cual no me siento nada orgullosa. —No entiendo por qué actúas de esa manera. —Por supuesto que no lo entiende— dije de manera impetuosa— Gracias al poder que tiene, a usted nadie le habla de esta forma. Nadie se atreve a ser completamente sincero por miedo a lo que pueda pasar, no sé qué es lo que pretende con esto, pero no pienso caer en su juego. En ese momento el auto paró en un semáforo y aproveché este instante para bajarme rápidamente y comenzar a caminar lo más veloz posible, sin mirar atrás, sin esperarlo, solo escapar y volver a mi casa. La sola presencia de Evan me frustra, me irrita, me saca de mis casillas, no sé en qué estaba pensando cuando decidí subirme al carro, pero como me arrepiento de haberlo hecho, de haber tenido ese momento de debilidad, de ser tan tonta y creer que en verdad solo tenía una buena intención. —Ey, espera— dijo Evan tomándome del brazo provocando que me diera vuelta para mirarlo. No sé en qué momento se deshizo de su auto tan rápidamente para alcanzarme, supuse que me habría zafado de tener que seguir hablando con él, pero veo que no fue así, tal y como dije es muy insistente, siempre quiere tener la última palabra. —No me toques— respondí muy enojada zafándome de su agarre y mirándolo con mucha furia. —Lo siento, no era mi intención lastimarte, pero es que te has ido muy rápido—. Su disculpa se sintió sincera, me parece que sus intensos ojos no están mintiendo. Así que decidí respirar profundo, calmarme y escuchar lo que tiene para decir, dejar por un momento mis impulsos de lado. —No sé por qué, pero siento que Alejandra tenía razón y eres de confianza. El jueves habrá una importante campaña y necesito dos personas con la característica que acabo de mencionar, que estén ahí por cualquier cosa que podamos necesitar. Claro que la paga por el trabajo extra es aparte y bastante buena, ya que será fuera del horario laboral que tienen habitualmente, me encantaría que tú y Alejandra lo hicieran. —Estaré encantada de hacerlo— respondí sin pensarlo mucho, dinero extra es algo que necesito de manera urgente y probablemente no sea una tarea tan difícil. Me sorprendió su propuesta, pero no me caben dudas de que será una buena oportunidad. —Si puedes coméntale a tu amiga y mañana hablaremos los detalles— mencionó e hizo una pausa, pero volvió a abrir su boca antes de lo esperado. —Volviendo al tema anterior, no me has dicho, ¿Por qué tienes esa imagen de mí?—Una vez más rodé los ojos y continué caminando para dejarlo atrás —¡Otra vez te irás así! Al menos deja que te lleve a casa, ya es muy tarde para caminar sola— mencionó Evan y nuevamente puedo sentir sus pasos caminando detrás de mí. —No actúes como si te importara— dije dándome vuelta de forma repentina y lo miré directo a los ojos. Es la primera vez desde que lo conozco que pude sostenerle la mirada, siempre me intimida, me hace sentir pequeña e insignificante, pero esta vez no, esta vez me armé valor. Por un momento no dijo nada, lo dejé sin palabras, con su profunda mirada perdida en la mía, reflejando misterio, inseguridad, intriga, no sé en qué momento aprendí a leer el reflejo en los ojos de alguien que no fuera mi padre, pero ahora simplemente me salió natural. Al parecer sus ojos no son tan misteriosos como pensaba, aparentemente sí permiten ver qué hay detrás de ellos, o al menos es algo evidente para mí. Aun en silencio, sin apartar sus ojos de los míos, levantó la mano y un taxi paró en la calzada. —No me iré en taxi— mencioné al ver su acción e intenté seguir caminando, pero una vez más, antes de poder dar un solo paso volvió a sujetarme con su mano —¿Qué haces? Suéltame—. Intente zafarme de su agarre, pero esta vez fue inútil porque toda mi fortaleza queda reducida a nada, es muy fuerte comparado conmigo, entonces sin soltar mi brazo comenzó a caminar provocando que lo siguiera en contra de mi voluntad. Así me tuvo agarrada hasta que nos paramos en seco frente al taxi, me volvió a mirar directamente y habló. —Sé que fui muy grosero contigo el otro día, una vez más te pido disculpas por eso, pero un mal día no define quién soy, solo estoy intentando hacer algo bueno por ti—. Por segunda vez en este día, lo noté amable, una persona diferente de lo que pensaba. Aunque también puede ser que sea un buen actor y que no le cuesta nada fingir ser un buen hombre. —No quiero que hagas nada bueno por mí, no necesito de tu caridad—. Soy una mujer fuerte, independiente, hace mucho tiempo que no necesito ayuda de nadie, pero él sin hacerme caso, volvió a forcejear, aunque sin lastimarme, para intentar subirme al taxi — ¡Ya te dije que no quiero ir en taxi!. —No seas tan terca y solo sube—. En ese momento se movió muy rápido, abrió la puerta, hizo que me sentara en el auto y la volvió a cerrar. Se dirigió al conductor a través de la ventana del asiento del copiloto, le entregó dinero lo cual me sorprendió, no esperaba que pagara por mí y dijo “a donde quiera la señorita”. Luego volvió a ponerse frente a la ventana donde estoy, se agachó y me miró a los ojos — Una pregunta más antes de que te vayas, hoy hiciste tu trabajo y también el de Alejandra, ¿debo pagarte el doble? —Por supuesto que no, tendré mi paga normal y Alejandra no recibirá ningún tipo de descuento— respondí sin dudarlo. Al recibir mi respuesta solo sonrió e indicó al taxista que siguiera su camino. Cuando el auto comenzó a moverse, le di al señor la dirección de mi casa, también le pedí disculpas por la escena que acababa de presenciar, a lo cual me respondió que no fue nada, que no tengo idea de todas las cosas que ha visto en su trabajo, escenas muchísimo peores y más escandalosas que esta. Ante su comentario ambos nos reímos y luego continúe pensando mientras observo la ciudad. La primera vez que lo vi sonreír, dos veces en un mismo día, y sí que tiene una linda sonrisa, por un momento con esos dientes luminosos se me olvido el enfado que tengo a ese ser tan agresivo. Aún no entiendo toda la situación que acaba de pasar, esa falsa amabilidad no me la creó, el interés por saber lo que opino no me parece nada real, no sé por qué actuó de esa manera, llevarme a casa, pagar un taxi son actitudes muy extrañas y para nada dignas de él. No supongo que sean sin esperar nada a cambio, las personas como él no hacen nada sin querer una recompensa, algo está tramando y tengo miedo de ello. Además, lo último que preguntó, seguro era una trampa para que alguna de las dos saliera lastimada. Ambas necesitamos el dinero, un descuento a Alejandra le haría daño porque necesita cada centavo para su hijo y para sí misma. Y aunque a mí me serviría la paga doble no quiero que sea a costas de una amiga que me pidió ayuda, una amiga que confió en mí en un mal momento, no soy esa clase de persona, no me aprovecharía de ello. —El dinero que dejó su novio es demasiado, ¿Puedo devolverle el cambio a usted?— preguntó el taxista al estacionar frente a mi casa. —Oh, no es mi novio, y usted se merece ese dinero por habernos aguantado y por trabajar tanto, que tenga un buen fin de jornada. —Muchas gracias señorita, igualmente— En ese momento sonreí ante la amabilidad del señor, por lo menos Evan hizo una buena acción. Me bajé del auto, entré en mi casa, saludé a mi padre y fui directo a bañarme. Más tarde cenamos, le conté sobre mi día, omitiendo toda la situación con Evan, él me contó sobre el suyo, después se fue a dormir y yo me fui a mi habitación para llamar a Ale. Luego de unos minutos respondió, pero hable yo primero. —¿Cómo está el pequeño Jamie?— pregunté ansiosa por saber. —Aún tiene fiebre, pero no es nada grave, una infección en la garganta— respondió mi amiga y me alegró mucho oír la noticia. —Me alegro de que todo esté bien. Continuamos otro momento hablando de Jamie, es un niño muy inquieto, siempre quiere estar jugando y quedarse en cama no es tarea nada fácil para él, pero es lo que necesita para recuperarse. —He hablado con el señor Howland, me ha preguntado si tú y yo podemos trabajar horas extras en un comercial que habrá este jueves— mencioné comentando el trabajo tal y como me lo pidió el jefe. —Estos trabajos son muy buenos, ya lo he hecho antes, es una buena oportunidad para las dos— mencionó mi amiga en alusión a lo que dije, para luego agregar una cosa más— Veo que te has cruzado a Evan en la oficina. —Sí, lo vi, pero no solo en la oficina, me lo cruce más tarde, es una larga historia— mencioné recordando todo lo que pasó y solo de pensar en el mal momento que pase ya me pongo de muy mal humor. —Quiero saber todo sobre eso—. Sabía que al comentárselo diría algo así, pude escuchar su risa a través del teléfono, mañana no me dejará tranquila hasta escuchar toda la historia. —Prometo que mañana te lo cuento— dije cerrando la conversación. Enseguida nos despedimos y colgué el teléfono. El día ha sido muy largo, estoy agotada física y mentalmente, tengo miedo por lo que pueda llegar a pasar, fui muy grosera con el jefe, podría arrepentirse, despedirme, y realmente necesito este trabajo. Pero su actitud de superioridad no me gusta nada, no lo podía soportar, pidiéndome explicaciones como si le debiera algo, en este país existe la libertad de expresión y tengo derecho a decir lo que se me venga en gana. De todos modos, traté de calmar mis pensamientos y luego sí me quedé profundamente dormida. Al día siguiente apenas Ale me vio comenzó con el interrogatorio, le conté todo, desde lo que dije en la oficina hasta el momento que me dejó en el taxi, cada palabra con lujo de detalles porque recuerdo exactamente todo lo que hablamos y sé que ella no querrá quedarse con ninguna duda. —Pienso que él solo intentó ser de ayuda, ¿Por qué fuiste tan grosera?— preguntó Ale cuando terminé la historia, ahí está, una vez más defendiéndolo. —No creo en su ayuda, además de que no la necesitaba para nada. —Sí que la necesitabas, no podías ir a pie hasta tu casa—. Sé que ella tiene razón, pero soy muy cabeza dura, no admitiré que fue bueno no tener que caminar hasta mi casa. —La primera vez que lo vi fue muy grosero conmigo, así que tengo todo el derecho de serlo también. En qué clase de mundo viviríamos si cada persona solo por tener más dinero tiene derecho a comportarse de la manera que le venga en gana y el resto tuviéramos que callarnos ante sus intransigencias. —Tienes un punto, pero créeme cuando te digo que no es una mala persona, deberías darle una oportunidad. —No tengo tiempo ni interés en eso, es solo el jefe, con todos los empleados que hay aquí no va a ser necesario que nos sigamos cruzando—. O al menos eso es lo que albergan mis esperanzas, no tener que verlo más, evitarlo a toda costa, hasta llegar al punto de prácticamente olvidar su existencia. Alejandra, siempre lo defiende, es algo que aún no logro entender, qué hay entre ellos dos. Me encantaría saberlo porque cada vez que hablamos de él suelta alguna frase en su defensa, siempre intenta ponerse en su lugar, pero preferí olvidarlo, dejar las cosas así, no tocar más el tema, tampoco quiero ponerla incómoda y forzarla a contarme algo que probablemente no quiera. A ella le encanta hablar, por lo tanto, si hay algo entre ellos y no me lo ha dicho es porque prefiere guardarlo en secreto y yo prefiero respetar su espacio. Continuamos trabajando y hablando sobre Jamie más que nada, hoy por suerte está bien, pero no ha ido a la escuela, lo mejor ha sido descansar, guardar reposo durante todo el día, aunque eso le cuesta mucho. Sus abuelos se quedaron con él, para ellos es un placer, aunque sea un niño inquieto es muy fácil cuidarlo, aún no tengo el gusto de conocerlo, pero desde ya considero que es adorable, con una familia tan linda como la que tiene es imposible que no lo sea. Al terminar las tareas pendientes fuimos hasta el ascensor para subir hasta el último piso, ha llegado el momento de enfrentar al señor Howland, a pesar de no querer verlo hoy tendré que hacerlo. Estábamos a punto de entrar en la oficina, pero antes Alejandra me detuvo y habló. —Es inevitable no cruzarlo, lo harán un millón de veces te guste o no— mencionó Ale, odio admitirlo, pero sé que quizás tiene razón, aunque esté en la cima del edificio y yo en el fondo, pasamos todo el día aquí dentro, moviéndonos de aquí para allá, no será tan fácil deshacerme de él. Ignoré el comentario de Ale preferí no decirle nada y solo entramos a la oficina. Al abrir la puerta lo primero que vi fue al señor Howland sentado en su escritorio bastante concentrado en unos papeles. Al verlo así, tan calmado, por un momento olvide el tipo de persona que es, no vi al millonario que quiere llevarse el mundo por delante sin importar quién se cruce en su camino. Simplemente, vi a un hombre, sencillo, trabajador, una persona que podría llegar a agradarme, un hombre agradable, normal, que perfectamente podría ser mi amigo, pero todos sabemos que por más que parezca una buena persona no dejará de ser quien es y nunca habrá nada bueno entre los dos. —Las estaba esperando— dijo quitándome de mis pensamientos e invitándonos a sentarnos delante de él. Lo primero que hizo fue comenzar a hablar sobre la propuesta laboral, será este jueves a partir de las ocho de la noche. Firmarán un comercial para una de las empresas de medicamentos más importantes del país, el contrato exclusivo que Howland Publicity ha firmado con ellos es muy reciente así que es la primera vez que vamos a trabajar en conjunto. Como es tan importante es imprescindible que todo salga bien y que sea un comercial muy aprobado, que de verdad llegue a las personas para que compren el producto. Va a ser tan tarde en la noche porque el director de la empresa quiere estar presente y es el único momento que tiene disponible. Nos pagarán más del triple de lo que es un día normal, dinero que me viene muy bien para ir ahorrando para el tratamiento de papá. —¿Cómo está tu hijo Alejandra?— preguntó el señor Howland. —Está bien, no era nada grave, lamento no haber cumplido con mi trabajo ayer, pero como no sabía lo que tenía debía estar con Jamie— respondió Ale. —La salud de un hijo siempre es primero, no debes preocuparte por el trabajo—. Al oír esas palabras una vez más quedé muy sorprendida, no se oye como el Evan que he visto, creí que el trabajo siempre es primero, pensé que para él sus empleados somos máquinas que siempre deben cumplir con lo que él necesita, pero bueno, quizás no es tan así, tan frío como pensé y tal vez un día me sorprenda. Y sin darme cuenta, una vez más no puedo evitar pensar que hay algo entre ellos dos, pero no sé cómo preguntárselo a Alejandra, no quiero que se enoje o que me malinterprete, pero el señor Howland tiene con ella actitudes que no son normales, no en un hombre como él, no con sus empleadas. Además de que ella siempre está dispuesta a defenderlo, es todo muy raro. Prácticamente, todo el tiempo que estuvimos en la oficina Evan me ignoró, nunca se dirigió a mí ni en palabras ni en miradas, siempre nos habló en conjunto o se dirigió a Alejandra, fue como si yo no estuviera aquí presente. Ni siquiera hizo referencia a lo que pasó la noche anterior, no sé si alegrarme o entristecerme. Claro que es bueno que no me lo reproche, pero no sé si su frialdad sea una buena señal. No sé en qué estoy pensando, la frialdad es su faceta real, es la forma en que se comporta con normalidad, es el camino a su ego, a su verdadero yo, así que no debería esperar otra cosa de su parte. No debo preocuparme porque si ya no me despidió significa que no lo hará, incluso me ha asignado una nueva tarea lo cual es muy bueno. Salimos de la oficina y continuamos trabajando, la oportunidad que el señor Howland nos ha brindado me parece única, justo lo que estaba necesitando porque es perfecta para ahorrar, todo el dinero extra lo iré acumulando hasta tener suficiente para el tratamiento de papá. Ojalá pueda seguir consiguiendo este tipo de tareas porque me serán realmente útiles, si gano en mayor cantidad y no lo gasto, más rápido juntaré lo que necesito.
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