Javier.
—Permiso... —me paro yendo a la barra viendo qué agarrar—. ¿Qué pasa?.
—Toma asiento, ¿algo qué quieras tomar?.
—Me dijiste que venga urgente. —giro con la botella en la mano y un vaso—. Son las diez de la mañana, no deberías tomar.
—¿Me das clases de moral?.
—Tomas en mi empresa.
—¿Ahora es tuya?.
—Siempre lo fue y lo va a ser.
—¿Y siendo dueña eres una secretaria?.
—¿Me pediste venir urgente para burlarte de mi?. —pasa del enojo al dolor que me da tomar un trago de tequila asi no mas—. Tengo un diploma, me recibí con notas excelentes, y soy una empleada mas que quiere ir subiendo de categoría, no creo que ser secretaria sea asunto de burla. —dejo la botella en la mesa con el vaso—. ¿Qué quieres?.
—Mira los papeles en mi escritorio. —los agarra leyendo—. ¿Cómo me llamo?.
—Me confundí, perdón, ya te traigo los tuyo.
—¿No sabes como me llamo acaso?.
—Me equivoqué, ahora lo soluciono.
—No es solo equivocarte. —me paro delante de ella y dándole la espalda a la puerta—. Te burlas de mi haciendo esto y ya me tienes cansado.
—¿Sabes que si?, me levanto cada mañana pensado, ¿en qué lo puedo cansar?, y ya las ideas se me agotan.
—Estoy hablando enserio Harley... Me trajiste papeles que no son míos y eso yo lo tomo como una falta de respeto.
—Es imposible que sientas que te falte el respeto cuando es algo que se puede solucionar y se va a solucionar, los voy a cambiar y... —me acerco a ella bien pegado, se hace hacia atrás enseguida pero avanzo—. Ya vengo...
—No vas... A ningún lado vas.
—¿Piensas acaso que con Lizandro tengo algo?.
—No, no lo pienso, y tengo mis motivos para pensar eso. —me acerco mas hasta que choca con mi escritorio.
—¿Y cuáles son tus motivos para pensar que no tenemos nada?. —me aflojo la corbata hasta que me la saco y la miro de arriba abajo—. Javier para...
—¿Parar con qué?. —me saco la camisa de adentro del pantalón y me siento como ahogado donde choco con sus rodillas.
—Con dar vuelta al asunto, dime que crees de mi para no creer que un hombre como Lizandro no me podría mirar.
—Bueno. —le saco los papeles dejándolo a un lado y cargo las manos en el escritorio donde ella se hace un poco para atrás, pero no tanto, puedo susurrar en su cara y sentir el aroma que desprende—. Creo que eres una virgen de casi treinta años que le da miedo que un hombre interfiera en su carrera laboral y a la vez quieres sentir la pasión de un hombre por eso me buscas...
—¿Que yo te busco?. —jadea despacito cuando le doy un beso en el cuello.
—Si, tu... —me pego aun mas a ella bajando las manos por sus piernas hasta el borde del vestido—. Quiero que vengas con vestidos mas cortos... —se lo subo por arriba de las nalgas y la siento en el escritorio—. Quiero que uses ropa mas ajustada.
—Tu no me vas a decir qué vestir.
—Si te lo digo. —me alejo abriéndome la camisa y me sigue las manos cuando voy al cinto—. Sabes como me pones y te gusta.
—Me acabas de decir frígida.
—No eres tonta, —me abro el pantalón sacando mi pene que lo mira con ojos enormes—. Sé que tu quieres esto... Me lo estas pidiendo hace meses y ya no aguanto mas. —intenta cerrar las piernas pero las abro y la acomodo con el culo al borde del escritorio—. Soy un hombre que no me van los juegos de celos y flirteo, —le muevo la bombacha a un lado sintiendo sus dedos clavarse en mis brazos pero no me aleja, en ningún momento me aleja—. Si tienes ganas de coger vamos a coger. —cierra los ojos suspirando cuando me acomodo en su intimidad—. Y cuando le tengo ganas a una mujer se lo hago saber, te seguí el jueguito mucho tiempo...
—Aaajjj. —despacio voy entrando en ella.
—Ya casi... Ya casi vas a saber lo que es jugar con un tipo caliente. —me mira con los ojos llenos de lágrimas y tiembla—. No debiste jugar conmigo Harley, y te lo dije siempre. —pone las manos en mis hombros empujándome—. ¡Harley!.
—Nunca jugué contigo... No me interesa que estes caliente... —me empuja parándose enseguida, intenta agarrar los papeles que se le caen.
—Ey, espera...
—No, nunca quise calentarte... —quiero tocarla pero se aleja llorando—. Nunca fue mi intención, solo... Te seguía el chiste... —¿ella pensaba que yo jugaba con ella?—. Y no crei que esto iba a pasar...
—No Harley, espera... —sale corriendo, quedo parado tal como estoy, voy al baño antes de que entre alguien y cargado en el lava manos miro hacia abajo en como tengo el pene afuera y aun con ganas, me acomodo la ropa rapido y salgo a buscarla, llego a su sector aun acomodándome la camisa—. Disculpen, ¿Harley esta en su oficina?.
—No, se acaba de retirar porque se sentía descompuesta.
—¿Recién se fue?.
—Si, el ascensor que va bajando es el que subió. —llamo al otro desesperado, parece que baja super lento, y si, cuando llego al garaje va saliendo del estacionamiento.
—¡Mierda!. —vuelvo a subir yendo a mi oficina donde lo encuentro a Lizandro—. ¿Qué quieres?.
—Vine a traerte estos papeles, Harley se equivocó, supongo que te trajo los míos.
—No los tengo, pero te voy a decir esto una sola vez... —queda quieto viéndome con duda—. No te quiero cerca de Harley, porque donde te vea haciéndote el simpático te voy a partir la cara.
—¿Eh?.
—Ya estas advertido.
.......................
Llego al trabajo viendo el auto de Harley en su lugar, subo al ascensor fregandome el pecho ya que siento algo raro a parte del enojo, porque quiero hablar con ella y pedirle disculpas, solo que no sé cómo hacerlo, no sé, en mis treinta y cinco años nunca le pedí disculpas a nadie, no sé pedirlas, hicimos algo entre dos personas adultas, algo que los dos quisimos y llegamos a esto, no debería pedir disculpas por nada, pero siento que a Harley debo pedirle y no entiendo el porqué de esa necesidad.
—¡Buen día!. —voy a la mesada de entrada en mi departamento—. ¿Cómo están?.
—Bien, gracias por preguntar... Tengo estos papeles para usted.
—Bueno, arrancamos bien el día. —termino de marcar mi entrada con la huella y firmar unos papeles—. Gracias, nos vemos.
—Que tenga buen día. —voy saludando a los que cruzo de camino a mi oficina, menos mal tengo un lugar con bastantes ventanas asi entra la luz del día y se ventila bien, abro con mi llave yendo enseguida a poner la cafetera y voy leyendo los papeles que me mandaron, tengo secretaria pero los mas importantes los recibo yo.
—ADELANTE. —alguien entra pero como no dice nada quien sea que entró, me giro ya que soy la espalda, ¡es Harley!, se me cae el café y los papeles y no me importan—. Hola.
—¿Estas ocupado?.
—No... Para nada, ¿Qué necesitas?.
—Bueno, venia a ver si... —cierra la puerta con llave y eso, simplemente eso, me enciende como un animal y siento que no me puedo controlar—. Venia a ver si podíamos terminar lo de ayer.
—Te fuiste llorando.
—No... Me voy entonces.
—Harley... —pongo una mano en la puerta frenándola—. No te vayas.
—¿Te vas a burlar de mi?.
—No, y ayer no me burlaba... Dije lo que siento, que juegas conmigo y no puedo mas con ese juego, me calientas Harley, y siento que lo haces apropósito, que te gusta verme asi, como un loco atrás de ti.
—Juro que no lo hago con esas intenciones, no me di nunca cuenta.
—Eso me pone peor.
—¿De qué manera peor?.
—Mas caliente, porque lo haces natural. —pongo una mano en su hombro y voy bajando por delante de ella hacia su pecho—. Sabe Dios lo que te deseo Harley... —la agarro de la mano—. Ven, en otro momento te voy a apreciar desnuda, ahora tiene que ser rapido. —lo mas rapido posible me saco la corbata y la camisa, me bajo el pantalón hasta los muslos y me siento en el sillón—. Vas arriba asi controlas hasta donde quieres llegar, ven. —viene frente mi quedando quieta, aca yo soy el que sabe y sé que la esta dudando, asi que me inclino subiéndole el vestido por arriba de las nalgas y le bajo la bombacha sacándola—. Ven.
—Si. —pone las manos en mis hombros y sube encima de mi—. ¿Qué mas hago?.
—Me gustaría mucho un beso. —le acaricio las piernas hacia sus nalgas y ahi a su espalda inclinándola hacia mi parando porque no toma la iniciativa—. ¿Sabes besar?.
—Eh dado besos.
—Bueno, —cierro los ojos al sentir sus labios sobre los míos, abro la boca y aprieto su nuca besándola con desespero—. Mmmjjj. —de la nada comienza a mover las caderas y eso, hace que la deje de besar porque casi me vengo—. Ooojjj espera, no puedo esperar mas, alza un poco las caderas.
—Yo lo hago.
—Si. —me friego la cara cuando me agarra la polla para llevarla a su interior—. Mmmmjjjjj.
—Aaasss.
—Ve despacio. —veo nuestras intimidades en como su mano me ayuda a entrar y la dejo, que lo haga como sienta y pueda—. Uuujjj ya entró, entró Har... —cuando veo su cara esta toda apretada, sonrío por eso, y mas sonrío cuando acaricio su intimidad ayudándola a pasar el dolor—. Que hermosa te ves por Dios... Una hermosura verte asi Harley... Si, asi, mueve las caderas buscándome, vamos, lo haces bien. —con cada movimiento me lleva un poco mas adentro hasta que ya queda sentada en mis muslos y no dejo de acariciarla.
—Oh mi Dios... Mmmjjjj. —comienza a moverse, despacio, lento, con calma y sufrimiento, pero ella tiene el mando, no voy a intervenir mas que con gemidos, porque eso si no puedo frenar, la mujer que me vuelve loco desde que entré a trabajar en esta empresa cabalga mi polla dura y me encanta—. Aaajjj... Aaajjjj.
—OOoohhh asi asi, vamos Harley, no pares... Mmmjjjj.
—¡Oh mi Dios!, ¡Oh mi Dios!. —le aprieto la cintura con fuerza cuando me vengo, ella sigue moviéndose desesperada, motivada por el primer orgasmo en el acto s****l y no sabe como manejarlo—. Aaajjj... Aajjjj.
—Despacio... —la ayudo a disminuir la velocidad donde esta toda apretada—. Asi, vas bien, respira lento... —tiembla con escalofríos—. Eso... Maravillosa, eres maravillosa Harley... —la abrazo con fuerza y alegría—. Fue mejor de lo que imaginé... —se para enseguida cuando golpean e intentan entrar—. ¿QUIÉN?.
—YO SEÑOR, LE TRAIGO LA AGENDA.
—VEN EN MEDIA HORA POR FAVOR. —me subo el pantalón como puedo donde estoy como un piedra e hiper sensible, voy a mi escritorio sacando toallas de papel dándole—. Toma, pasa al baño.
—Paso al de mi oficina. —sale casi corriendo y yo acomodo todo rapido para ir al baño, trabo la puerta y no puedo evitar sonreír, pasó, al fin se dió y fue maravilloso.
—¿Señor?.
—Ya salgo, me siento un poco descompuesto.
—Bien, vengo en diez minutos entonces.
—Si, gracias.
.
.