Interrupción

1827 Words
Entro a mi apartamento sintiendo que el día mejora a cada segundo que pasa. Coloco el juego de llaves en la bandeja dispuesta sobre la mesita ubicada al lado de la entrada, me desprendo del saco y la corbata y los cuelgo en el perchero. Me lanzo sobre el sofá y apoyo la cabeza en el respaldo. Cierro los ojos, respiro profundo y dejo que el mal humor se disipe. De repente, estoy pensando en lo que sucedió esta mañana. En la mujer de cabellera dorada y de cuerpo escultural que se ha convertido en mi enemiga, pero también en alguien que ha comenzado a robarse toda mi concentración. Maldigo por lo bajo. ¿Es qué ni en mi propia casa voy a librarme de esa mujer? Me levanto del sillón, influenciado por mi mal temperamento y me dirijo hasta el mueble bar. Necesito un trago. Sé que es muy temprano para comenzar a beber, no obstante, la situación lo amerita. Tomo un vaso de cristal y lo lleno con algunos cubos de hielo. Destapo la botella de whisky y lo lleno hasta rebosar. Cojo el vaso de la mesa, camino hacia el balcón y me detengo frente a la baranda. Desde aquí puedo admirar la preciosa vista de la ciudad. Llevo el vaso hasta la boca, sorbo un trago largo y dejo que el sabor ahumado se deslice a través de mi garganta. Quema como el fuego, pero disfruto la sensación de paz que me provoca mientras se asienta en el fondo de mi estómago. El mal humor que hace pocos segundos comenzaba a agobiarme, termina por aplacarse. Bebo un nuevo trago mientras dejo fluir mis pensamientos. Su imagen se filtra una vez más dentro de mis pensamientos. Esta vez la imagino desnuda, inclinada sobre el escritorio, con su cul0 en pompa y a la espera de que la llene con mi verg@. ¡Mierd@! ¿Qué carajos? Dejo el vaso en la barandilla del balcón y deslizo las manos por mi rostro. Su arrebato y el coraje con el que se atrevió a enfrentarme me dejó sorprendido. No puedo negar que la muy bruja tiene maravillosos encantos, es una delicia de mujer, pero no puedo permitir que esas distracciones me desvíen de mis objetivos. Suena el timbre anunciando que Irina acaba de llegar. Estoy animado y dispuesto. Cojo el vaso y me bebo el resto del trago antes de ir a recibirla. Lo dejo a mi paso por la sala, en la mesa central y me dirijo hacia la puerta. Mis energías están renovadas, así que, agradezco la nueva distracción. Ahora solo quiero pasarla bien y olvidarme de todos los m@lditos problemas. Abro y la encuentro parada frente a la puerta con un sobretodo que cubre su cuerpo hasta la mitad de sus muslos. La repaso de pies a cabeza con deseo y lujuria. ―Llevas demasiada ropa puesta para mi gusto. Le indico con la voz ronca. Sonríe de manera perversa mientras suelta el nudo de la cinta que sujeta la gabardina para mostrarme lo que esconde debajo de ella. ―Lo que importa es lo que no llevo debajo. Responde en tono seductor. Sin mediar palabras la tomo de la cintura y la pego contra mi cuerpo. ―Aún llevas demasiada ropa para lo que tengo pensado hacer contigo. Hundo mi lengua en su boca, la subo a horcajadas sobre mis caderas y la llevo al interior de mi apartamento. ―Uhm… veo que estas algo ansioso, querido. Ansioso es poco decir. Cierro la puerta de una patada y apoyo su espalda contra esta. Beso su garganta al tiempo que deslizo mis manos por debajo de sus muslos para extender sus piernas y tener mejor acceso. Me acomodo entre ellas y empujo mi m*****o erecto contra su centro caliente para que sienta lo ansioso que estoy. Por Dios, esto era todo lo que necesitaba. Gime y deja caer su cabeza hacia atrás cuando presiono mi bulto contra su vulv@ caliente y necesitada. Bajo mi boca hasta sus pechos y muerdo la punta de uno de sus pezones a través de la tela, sin dejar de frotarme contra su feminidad. La hago chillar como posesa. ―Por favor, Ethan… ―¡Calla! No será cuando ella lo pida, sino cuando yo quiera dárselo. Se revuelve entre mis brazos, impaciente por que la folle. Lamo, chupo y muerdo su pezón mientras la siento temblar entre mis brazos. La sostengo con mis caderas y elevo una de mis manos para colar mis dedos a través de su espesa cabellera. Tiro de ella para obligarla a inclinar su cabeza hacia atrás y haga que sus pechos se empujen con fuerza hacia mi boca. ―Tengo ganas de hundirme en ese sexo impaciente. Le digo con voz ronca. ―¿Que estás esperando para follarme, Ethan? Por favor, no me hagas rogar. Dame lo que necesito. Responde entre jadeos. La sujeto de nuevo por los muslos y camino con ella hasta la sala. La tiro de espalda sobre el sillón y me encajo entre sus piernas. No pienso demorar mucho las cosas, la llamé con un único objetivo y es eso lo que voy a conseguir. Presiono mi m*****o una vez más contra su centro cálido y vuelve a gemir. Meto la mano a través de nuestros cuerpos y llevo mis dedos a la intersección de sus piernas al mismo tiempo en que devoro su boca. Ella se retuerce de impaciencia y pide por más. Deslizo el dedo medio en su canal resbaloso y húmedo, moviéndolo de arriba abajo hasta encontrar ese punto de su cuerpo que la hace perder la razón. Presiono su clít0ris y comienzo a trazar círculos cortos sobre él, hasta que siento su cuerpo tensarse. Jadea perdida en el placer. Comienza a mover las caderas con desesperación para encontrar lo que tanto necesita. Está mojada y lista para ser follada. Llevo un dedo a su interior, lo retiro y vuelvo a introducirlo de manera repetitiva, follándola con él hasta hundirlo hasta el fondo para hurgar en sus entrañas. ―¡Por favor… hazlo de una m@ldita vez! Ruega gritándolo con impaciencia. Una sonrisa tira de mi labio, porque no voy a dárselo hasta que yo lo decida. Persisto con el movimiento de mis dedos y los sigo deslizando dentro y fuera de su v@gina. Aumento el ritmo e inserto un segundo dedo mientras localizo ese punto mágico que la hará explotar, sin dejar de frotar su clít0ris con el pulgar. Sigo moviendo los dedos en su interior, intensificando el ritmo, sin parar ni un solo segundo. Empuja de nuevo sus caderas contra la palma de mi mano y tensa sus piernas cuando su vulva se frota contra ella. Está a punto de correrse. Muerdo uno de sus pezones y es todo lo que necesita para que su cuerpo se contraiga y grite su orgasmo al pie de mi oreja. En medio de la bruma orgásmica, alcanzo a escuchar el móvil que vibra con insistencia. No presto atención, continúo con lo que estoy haciendo. Saco los dedos de su interior y los llevo hasta mi boca para chupar sus jugos impregnados en ellos. Gruño como un animal, desesperado por el momento en que por fin pueda hundirme dentro de ella. Aprovecho la oportunidad para sacar la cartera de mi bolsillo trasero y extraer el preservativo. Abro la cremallera de mi pantalón y rompo el envoltorio con los dientes, pero vuelvo a oír el constante repiqueteo del móvil que comienza a perturbarme y a sacarme de concentración. ―Creo que será mejor que atiendas el teléfono y termines con ese asunto, para que podamos continuar con lo nuestro. Sugiere con la voz temblorosa debido a su reciente orgasmo. ¡J0der! Qué hijo de put@ se atreve a molestarme en este preciso momento. Subo la cremallera de mi pantalón y con largas zancadas me dirijo hasta el lugar en el que dejé mi chaqueta. Saco el móvil del bolsillo interno y contesto de manera iracunda. ―¡¿Diga?! Grito furioso por la interrupción. ―Señor Callaway… es Sara, lamento molestarlo ―explica angustiada―. Sé que pidió no ser molestado a menos que fuera una emergencia, pero… No la dejo continuar. ―Si recuerdas a la perfección las instrucciones que te di, entonces… ―el tono de mi voz comienza a elevarse―. ¿Por qué demonios lo estás haciendo? ¡¿Es imposible para ti seguir una orden?! Grito con frustración. ―Sí… sí… señor, pe… pero es… ―¿Es qué Sara? ―¡J0der!―, espero que tengas una buena explicación para haberlo hecho. Le recrimino con dureza. ―Sí, señor, la…la tengo ―hace una pausa―. La asistente de la señorita Kent, me ha indicado que ella exigió su presencia obligatoria a la hora pautada para la reunión de esta tarde. ¿Que esa mujer qué? La calma que había recuperado minutos antes se desvanece como el humo en el aire. ―¿Cómo has dicho? ―repito con incredulidad. ―Que la señorita Kent, exige su presencia esta tarde en su oficina y de no hacerlo, habrá consecuencias. ―¿Cómo es la cosa? ―comienzo a hervir de la rabia―. ¿Qué habrá consecuencias para mí? ¿Es eso lo que dijo? ―Sí, señor. ¡M@ldita mujer! Le ha bastado un solo día para acabar con mi paciencia. Pero esta si es que no se la voy a dejar pasar. Ahora va a saber de mí. Cuelgo la llamada sin escuchar una sola palabra más. Estoy hecho una furia, ¿cómo se atreve a interferir en mis asuntos? ―Ethan, ¿podemos continuar con lo que habíamos comenzado? Necesito que me folles duro. Irina se acerca e intenta abrazarme, pero evito que lo haga. ―Vístete y lárgate ahora mismo ―le exijo iracundo. Siento comportarme como un patán, pero estoy que exploto de la furia. Se queda mirándome impresionada, jamás he perdido los nervios de esa manera con una mujer. ―Solo tienes que pedirme que me vaya, no tienes por qué tratarme de esa manera, Ethan. Reconsidero mi proceder y me disculpo con ella. ―Lo siento, pero surgió un problema en la oficina ―me acerco y la beso en los labios―. Te llamaré en cuanto resuelva este asunto, pero ahora necesito que te marches. Asiente en respuesta, pero no puede ocultar su decepción. Recoge el sobretodo del piso y se lo pone. ―Estaré esperando tu llamada, cariño. Me dice antes de alejarse y abandonar mi apartamento. Voy al baño, lavo mis manos y me cepillo la boca. Luego vuelvo a la sala para ponerme la americana y la corbata con gestos bruscos y violentos. Agarro las llaves de mi carro de la bandeja y salgo del apartamento más enojado y cabreado que nunca. Es el momento de poner a esa jodida intrusa en su lugar.
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