Capítulo 1

2450 Words
O L I V I A Miro la ecografía que acababa de hacerme tras de una extensa visita al doctor y luego a mi amiga, quien me había acompañado porque claramente necesitaba apoyo. Ella paseaba su mirada por toda la ecografía, como si buscara algún error. Pero no, no lo hay, con esto confirmamos que no. Después de cuatro pruebas de embarazo y vómitos mañaneros durante toda la semana, por fin decidimos ir con el doctor a confirmar lo que esperábamos no fuera verdad. —Olivia, entiendo que quisieras vivir nuevas aventuras y experimentar cosas, pero no creí que esta fuera una de ellas. —habla la rubia por primera vez tras un incómodo silencio todo el camino devuelta a nuestro departamento. Simplemente paso mis manos por mi rostro, demostrando mi bastante visible frustración. Me pellizco varias veces intentando despertar de lo que creo es una pesadilla, pero no funciona cuando miro hacia arriba encontrándome con ese papel n***o con una mancha blanca que parecía gritarme: "¡Esto te pasó por idiota!". Y no se equivocaba, porque lo fui. Estoy embarazada. Hay un bebé, una pequeña vida... dentro de mí. Es verdad lo que anteriormente dijo Freya, yo quería experimentar nuevas cosas: conocer gente, probar nuevas cosas, tal vez hasta ir a Italia, como lo he soñado desde que era una niña. Básicamente salir de mi tediosa rutina y divertirme como las demás chicas de mi edad. Pero no esto, nada parecido a lo que me está pasando. Ahora mismo es cuando me arrepiento de haberle hecho caso a Freya cuando me llevó a ese club donde todo esto comenzó. —¿Qué haré ahora, Freya? —pregunto con notoria desesperación en mi voz. —¿Esperar a que tu vientre crezca y que parezcas un teletubbie gordo, para luego sufrir horrorosos dolores de parto y convertirte en una madre que lucha por sacar adelante a su hijo? —dijo, por lo que le saqué el dedo de enmedio por su estúpida respuesta y soltó una carcajada que retumbó en la sala. —No ayudas ni un poco, ¿sabías? —me levanto del cómodo sofá y camino por la sala con mis manos entrelazadas, pensando en las pocas cosas que recordaba de aquella noche-. Esto es en parte tu culpa. —¿Disculpa? Yo no fui la que te embarazó. Incluso intenté detenerte cuando te estabas yendo con ese chico, pero no me hiciste caso, y esta, cariño, es tu linda consecuencia. Ella tenía toda la maldita razón, al igual que casi siempre. Fue muy malo tomar todos esos tragos, coquetear con ese chico de extraño cabello albino y despertarme en una cama con una enorme resaca. Además, como la cereza del pastel, una pequeña carta a mi lado en la que agradeciéndome por lo que pasamos juntos. —Bien, lo siento. En mi defensa, no estaba en mis cinco sentidos cuando te grité antes de entrar a la habitación. —murmuro mientras rasco mi nuca nerviosa y le doy una sonrisa angelical, a lo que rueda los ojos. —Eso no importa ahora. ¿Qué harás con el niño, mamá osa? —cuestiona con el sarcasmo presente en su tono de voz. Le doy una mala mirada por el apodo, pero me enfoco más en su pregunta, ya que en eso fue lo primero en lo que pensé en cuanto vi el resultado positivo del último test. ¿Qué debería hacer? ¿Quedármelo? ¿Darlo en adopción? ¿Abortar? No lo sé. Tengo apenas veinte años, y aún quiero tener una vida sin tantas responsabilidades, hacer lo que se me dé la gana; cambiar pañales y calentar biberones claramente no estaba entre mis planes. Sí, desde siempre quise formar una familia, pero luego de vivir realmente, no siendo apenas una adulta que ni a la mitad de su carrera universitaria ha llegado. —¿Darlo en adopción? —pregunto dudosa, un nudo se forma en mi garganta de solo pensar en dejar al niño o la niña en un lugar como ese. Freya se relame los labios y luego me da una de sus miradas que sé muy bien lo que significa: mencionaría los horribles recuerdos a los que estamos obligadas a llamar "parte de nuestra infancia", siendo que ambas fuimos abandonadas a nuestra suerte en un orfanato del que casi no salimos vivas. —¿Acaso quieres que él tenga la misma vida que nosotras tuvimos? Olivia, sabes lo que es vivir en un orfanato y que nunca te adopten... ¿quieres que le pase lo mismo? Te juro que preferiría que abortaras a darle esa clase de vida. El frío porque debías pelear por una manta o un colchón para dormir, conocer la desesperanza desde una edad temprana, las chicas que lamentablemente se prostituían por un poco de dinero para conseguir algo qué comer, las adopciones que resultaron ser aún peores que el orfanato... Todos esos momentos aún se sentían tan palpables, como si aún estuviéramos ahí. Definitivamente eso no le pasaría a este bebé. No noté que las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos hasta que mi mejor amiga limpió una con su pulgar y una expresión que supe descifrar bien. Sabía que estaba rogándome por elegir cualquiera de mis otras opciones en lugar de esa. —No lo sé, Freya. No estoy preparada para esto de la maternidad, este niño tendrá una mala vida si se queda conmigo, no tengo nada para ofrecerle. —musito antes de sentarme nuevamente en el sofá, con ella a mi lado derecho mordiendo sus uñas como es su mal hábito cuando siente ansiedad. Silencio. Eso, como pocas veces pasaba, era lo único presente en la habitación, porque sabía que en parte tenía razón, aunque esta vez no me gustaba ni un poco tenerla. Bajé de forma lenta la mirada a mi vientre sin ningún bulto todavía y pensé en la idea de abandonar la universidad para empezar a trabajar, porque esa era otra de mis pocas opciones, la cual me parecía algo dura pero la más certera por ahora. No tenía la suficiente fortaleza mental para pensar en la idea de abortar, no tenía nada en contra de las mujeres que lo hacían, mas sin embargo, no me imaginaba a mí misma haciéndolo. —¿Qué hay del padre? —frunzo el ceño por su pregunta y volteo a verla—. Tú no hiciste a este bebé sola, Olivia, y creo que él también debería hacerse cargo de lo que hizo. ¿Sabes al menos el nombre del padre? —¿Qué hace una chica tan linda como tú bebiendo aquí sola? —una masculina voz a mi lado hizo que con una pequeña sonrisa volteara a mi izquierda. Entonces lo vi. Cabello de un color tan oscuro como la misma noche, ojos de un precioso azul algo claro, alguno que otro tatuaje repartido por su cuello y brazos visible por la camiseta sin mangas que llevaba puesta junto a un pantalón de cuero y botas negras. Definitivamente era el tipo de chico con el que pasabas una noche para que a la siguiente fueras un "adiós, sea como sea que te llames". Ese era mi tipo de chico, por alguna razón que entonces no me importó saber. —Me gusta más beber sola que estar con... malas compañías, espero que me entiendas. —le guiñé un ojo antes de darle un trago a mi vaso de vodka, escuchando una carcajada a mi lado. —Claro que lo entiendo, yo también prefiero beber solo a estar rodeado de personas que me abandonarán en cuanto la botella se termine... espero que me entiendas. —usó mis mismas palabras con un tono ronco, eso me hizo mirarlo con atención y detallar las finas facciones de su rostro que contrastaban con su ruda expresión. —Olivia Evans. —me presenté con una sonrisa de lado y levantando mi mano hacia él con la intención de estrecharlas como un acto estúpidamente formal, pero con las copas de más que tenía encima no me importaba. Creí que se reiría de mí por lo borracha que estaba y se iría para por fin dejarme sola. Por el contrario, me tomó por sorpresa que, de forma muy delicada, tomara mi mano para besarla durante unos largos segundos y después me mirara con una sonrisa sin mostrar los dientes. —Lindo nombre. Sebastian Hayes, para servirte, Olivia. Fue cuando me di cuenta de que la noche apenas comenzaba y sería tan buena como las consecuencias gigantes. >> —Sebastian Hayes, ese es el nombre del padre. —articulo de forma lenta las palabras mientras mi mirada se mantenía fija en el librero lleno de viejos libros reciclados enfrente mío. Pensaba que ese nombre sería solo un recuerdo más, al igual que lo que pasó. Freya asiente con la cabeza antes de tomar su celular y ponerse a teclear un par de cosas, casi restándole importancia a mi presencia. —¿Qué haces? —demando saber, a la vez que mantengo mi ceño fruncido tratando de leer lo que tanto investiga. —Buscarlo en Google, debe haber alguna información suya. Ese nombre se me hace demasiado familiar, no sé de dónde pero lo he escuchado antes. Pasaron minutos en los que me tomé la molestia de ir a la cocina a preparar café en lo que ella continuaba con su búsqueda. Estaba tranquila hasta que un corto grito de emoción por su parte logra asustarme y rápidamente vuelvo a la sala con ambas tazas en mi mano llenas del caliente contenido. —¿Qué encontraste? —me senté a su lado mientras le pasaba una taza y dejaba la mía sobre la mesita, mientras ella me pasaba su celular notablemente emocionada. Leí el título de la noticia que mi amiga estaba mostrándome: "Famosa empresa petrolera Hayes, conocida por alianzas con países extranjeros, pasará a las manos de Sebastian Hayes, hijo de Nicholas Hayes, tras la muerte de su padre por causas aún desconocidas". —Es una noticia de hace cinco años, actualmente debe tener unos veinticinco y leí noticias más actuales de que es un genio en todo eso de los negocios. Sabes lo que esto significa, ¿cierto? —cuestiona mordiendo su labio inferior mientras hacía un baile con sus también rubias cejas. —¿Que creerá que soy una cazafortunas si me presento en las puertas de su empresa con una ecografía? —tomé un trago de mi café tras terminar de leer toda la noticia y verificar que se trataba de él por la foto que se encontraba debajo en la que estaba dándole la mano a alguno de sus importantes socios en la puerta de la empresa. Freya rodó los ojos por mi pesimista actitud, aunque no estaba para nada alejada de la realidad. No era ni la primera ni la última que quedaba embarazada de algún importante ejecutivo que no quería dar la cara por lo que había, en parte, provocado. —Significa que podrá darle al bebé todo lo que necesita sin ningún problema. ¡A tu hijo no le faltará nada! ¡Tiene una maldita empresa, Olivia! Me quedé unos segundos analizando lo que acababa de decir. Yo no tenía nada para ofrecerle a este bebé, apenas podíamos mantenernos nosotras mismas y a este pequeño apartamento. Tenemos una amiga que está embarazada; casi muero al ver los precios de las cosas para bebé. Con todos mis ahorros podría comprarle un cochecito o un poco de ropa... En cambio, Sebastian hasta podría ofrecerle el mundo si quisiera con todo el dinero con el que cuenta. Sin embargo, tampoco desaparecía la posibilidad de que no quisiera hacerse cargo, que sería la más real en mi caso. El bebé nacerá, esa decisión ya fue tomada por mí siendo la persona que tendrá que cargarlo los siguientes ocho meses dentro, pero Sebastian tenía derecho a saber de la existencia de su hijo. —Sebastian... Él me dejó un número de teléfono en la nota al que no me he atrevido a llamar porque creí que sería igual a los demás con los que estuve... Solo se trataba de una noche en un bar como cualquier otra, Freya, no del resto de mi vida. Solté pequeños sollozos que llevaba largos días conteniendo por diferentes motivos, a la vez que tapaba mi boca para que no se escucharan y sentí sus cálidas manos en mi espalda, formando un abrazo que necesitaba mucho. Parecía una madre abrazando a su hija pequeña, demostrándole todo el amor que tiene por ella... Algo que nunca antes pude tener, y fue mi mayor deseo durante años. Cuando crecí me di cuenta de que era una estupidez pensar en eso. ¿Por qué la mujer que me abandonó querría darme un abrazo? Realmente era patética. —Yo me encargaré de llamarlo, ¿sí? Ahora seca esas lágrimas. Si Sebastian Hayes no quiere hacerse cargo, puede irse al demonio porque ese precioso bebé tendrá a su madre y a su tía favorita para amarlo el doble de lo que un padre lo haría. —asegura en un dulce tono con el que busca hacerme sentir mejor, como cuando era pequeña, y claro que lo consigue. —Gracias por apoyarme en todo esto, Frey. —Siempre juntas, Evans. —sonrío tras escuchar esa promesa que hace años habíamos hecho y fue también lo que nos ayudó a sobrevivir en el infierno. —Siempre juntas. —afirmo para luego darle otro fuerte abrazo mientras reímos. Lo que nunca creí fue que mi vida cambiaría a partir de hacer esa llamada. Así fue como empezó tanto mi historia, como la de él y también la de ella. ♡ ¡Hola, mafiosxs! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Quería pasar a decirles que he leído los comentarios acerca de la redacción de los capítulos e informarles que realmente no estaban escritos así originalmente. Lo sucedido fue que al pasarlos aquí fueron "traducidos al español" automáticamente por esta aplicación, pero no se preocupen que ya estoy corrigiéndolo. Ojalá tengan un lindo día, adiós
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