O L I V I A
Nos encontrábamos sentados en los sofás de la sala —excepto por Dylan, que se retiró a su habitación—, esperando a que Sebastian comenzara a hablar acerca del hermano de Alexander. Mientras tanto, este se mantenía moviendo una pierna una y otra vez, como teniendo un tic nervioso.
Me habría encantado imitar el plan del castaño de irme, pero Sebastian me detuvo y dijo que debía estar presente, porque, según él, ahora soy parte de la familia. Lo cual no me parece cierto porque lo único que me une a los Hayes es la bebé; preferiría suicidarme antes de ser realmente la esposa de Sebastian.
—Dime cuánto debo pagar por cual sea la estupidez que hizo Zack.
Fue Alexander quien por fin rompió el incómodo silencio creado; supuse que Zack era el nombre de su hermano y, al parecer, es b
