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1851 Words
—¡Dime la verdad, al menos me debes eso! —grité a mi hermano mayor mientras se secaba con pañuelos de papel. —Está bien, mira, no es tan grave, pero me involucré con una chica. Tenía una pareja, y él se enteró. Ahora quiere matarme. También está embarazada, y su padre dice que si el bebé es mío, espera que me comprometa y me una a ella. —Isla, no hay nada de qué asustarse; estaremos bien, así que por favor deja de estresarme —Suspiró y me miró. —¿Estás hablando en serio en este momento? —Levanté las manos en el aire, sintiéndome muy cansada. Mi hermano era un idiota. ¿Cómo podía ser tan estúpido? Tirando los pañuelos usados en la parte trasera del coche, se volvió hacia mí con los ojos encendidos y dijo: —Bueno, si nunca te hubieras escapado, no estaríamos aquí ahora. Cinco años enteros lejos de mi familia, y ahora me están culpando por cosas que ni siquiera son mi culpa. —Creo que olvidaste la parte en la que esto es mi culpa —Fruncí el ceño, agarré mi bolso y me acerqué a abrir la puerta. Daniel salió corriendo del coche y se encontró conmigo al otro lado. Estaba enojada y muy decepcionada con mi hermano. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿A nuestra familia? —Nuestros padres deben estar muy orgullosos de ti, idiota —Lo reprendí dándole una bofetada en las mejillas. Cubrió su rostro sorprendido, pero no respondió, lo aceptó. —Isla, ellos no saben sobre Maddie. Mamá me llamó y dijo que estaba enferma y quería que todos estuviéramos juntos como una familia. Así que vamos, por favor, deberíamos irnos de aquí —Miraba constantemente sobre su hombro, como si temiera que alguien nos estuviera siguiendo. No me quedaría y me convertiría en parte de su problema. —Voy a regresar a donde soy feliz, mi vida está allí ahora, no en algún drama disfuncional y desordenado —le dije firmemente. También lo decía en serio. Era cierto. ¿Creía él que quería estar huyendo a mitad del territorio de otra persona con él? Estaba muy equivocado si pensaba que sería tan estúpida. Estaba a punto de llamar a Zara para que viniera a recogerme porque ya no podía soportar a mi hermano y su mierda. Estaba muy decepcionada con él por arruinar su vida de esta manera y arrastrarme a mí. Había perdido el rumbo. —¡No, no vas a llamar a nadie, ahora vuelve al maldito coche para que podamos irnos de aquí y estar con nuestra madre antes de que deje este mundo! —gritó duramente en mi cara, haciéndome estallar en llanto. Nunca me había hablado así o me había hecho llorar, pero aquí estaba, sollozando como un bebé, mientras él prácticamente me empujaba de vuelta al coche y cerraba la puerta detrás de él. Lo odiaba. Mis lágrimas borraron mi visión. Lo ignoré mientras volvía a ponerse al volante y conducía por la carretera. Me quedé en silencio y debí haberme quedado dormida porque lo siguiente que supe, es que nos detuvimos. Abriendo los ojos, me senté en mi asiento y miré por la ventana. Era tal como recordaba. Estábamos de vuelta en la Manada Pembroke. Era muy extraño estar de vuelta aquí después de tantos años. Nunca olvidé aquel horrible día en que el Alfa Miller me rechazó frente a todos. Pero ya no era esa pequeña rara nerd; era más fuerte, segura de mí misma y, sobre todo, sabía cómo defenderme mejor. Nunca permitiría que idiotas como Miller y Mora me destruyeran de nuevo. Nunca más. Nada me preparó para ver a Miller y Mora a pocos metros de distancia. —Me mentiste, y crees que está bien hacer eso; ¡me elegiste como tu Luna, y merezco mucho más respeto del que me das! —Escuché a Mora gritarle a Miller, sus largos rizos castaños recogidos en una coleta, y se veía prácticamente igual que siempre, solo con algo de peso extra. Me intrigaba la pequeña protuberancia que parecía llevar. Daniel nunca mencionó nada sobre la posibilidad de que estuviera embarazada, pero supongo que probablemente asumió que ya lo sabía. —Ella no era nada, nada en comparación contigo, mi niña. Eres tú a quien quiero y a quien vengo a ver todas las noches. Sabes que eres mi número uno —Miller intentó acercarse a ella, pero ella lo apartó con una bofetada. Me preguntaba si podría escapar sin ser vista. No quería quedar atrapada en medio de su problema doméstico. Abriendo la puerta en silencio, salí y sonreí al ver lo fácil que lo había logrado. Dando unos cuantos pasos más alrededor del coche, me agaché y corrí hacia el bosque. —Isla, ¡¿a dónde vas?! ¡Mierda! Escuché a mi hermano gritar detrás de mí mientras salía de la casa de la manada, probablemente para comprobar si estaba despierta. —Isla, ¿qué? ¿dónde? —Mora exclamó en un estado de confusión cuando se dio la vuelta para ver por qué mi hermano estaba gritando. Al girarme, mis ojos se encontraron inmediatamente con los suyos. Alfa Miller. Pude ver su cara de sorpresa mientras me miraba de arriba abajo. Mi corazón latía como loco en mi pecho, pero en mi cabeza, solo sentía asco y odio hacia aquel con quien la diosa lunar me emparejó por error. ¿Qué diablos había estado pensando? —¡Tú! —Mora se me acercó como una loca psicópata. Miller corrió detrás de ella, gritándole que se calmara y se detuviera. Por supuesto, no tenía intención de escuchar sus órdenes. —¿Isla? —Daniel también estaba corriendo— ¡Aléjense de mi hermana! —gritó Daniel mientras Mora tiraba de mi pelo, arrastrándome hacia ella. Estaba enojada conmigo. ¿Y por qué? Debería haber sido yo quien estuviera en su lugar, esa Luna estaba emparejada con su Alfa. Llevaba su marca y estaba a punto de dar a luz a su hijo, un heredero de la manada. Entonces, ¿por qué estaría tan enojada conmigo? Había desaparecido hace cinco años y les había permitido seguir con su vida. Él me rechazó. Lo acepté y seguí adelante con mi vida. Esto era simplemente una locura con la que sinceramente no quería lidiar. —Mora, déjala ir —El Alfa Miller la levantó en brazos mientras ella pateaba y gritaba malas palabras hacia mí. La habría derrotado fácilmente si no estuviera embarazada. Ella merecía sentir el mismo dolor al que me habían sometido tantas veces. —Quiero que ella muera. Daniel, ¿qué demonios hace tu estúpida hermana aquí? —Mora gruñó furiosamente a mi hermano. Daniel se puso delante de mí protegiéndome, como lo había hecho muchas veces cuando éramos niños. —Mi hermana no ha hecho nada malo —Daniel trató de razonar con ella, pero ella se negó a retroceder. Esta perra ciertamente guardaba rencores. —Esa maldita hermana tuya, bien, ella ha estado durmiendo con mi pareja —Mora escupió, mirándome con fuego en los ojos. —¿Qué? —Exclamé, estallando en carcajadas. —Mi hermana no ha hecho tal cosa. Acabamos de regresar aquí —Daniel rodó los ojos ante el berrinche infantil de Mora, y ella me lanzó una mirada de odio. —Como si me acercara a él. Puedes quedártelo para ti —Me sentí disgustada por tal acusación. El Alfa Miller no apartó sus ojos de mí ni una vez, y sentí repulsión por cómo me miraba con tanto deseo. Dejó a su pareja embarazada en el suelo, lo que la hizo resoplar y fruncir el ceño hacia mí. Podía ver cómo le molestaba que yo no me arrodillara a sus pies, suplicando una oportunidad de ser su verdadera pareja. Eso nunca iba a suceder. Me hacía sentir enferma, tan enferma que no podía mirarlo ni un segundo más. —No, no estuve con Isla —Finalmente habló el Alfa Miller, pero ella lo miró como si no creyera lo que estaba diciéndole. No era mi problema si ella quería pensar tales tonterías. —Entonces, ¿por qué la miras así? ¿La rechazaste hace años y ahora te arrepientes? —Mora gruñó. Dios, era tan paranoica. Reí y bajé la mirada al suelo como si fuera más interesante. No iba a perder otro minuto escuchándolos. Ambos eran patéticos, y me sorprendía cómo podían liderar una manada cuando él le estaba siendo infiel y a ella le encantaba llamar la atención. —Así que, si no te importa, mi hermana y yo tenemos algunos problemas personales que resolver, ya que nuestra madre está muy enferma —Daniel habló de manera bastante grosera, lo que me hizo mirar al Alfa, sin saber si golpearía a mi hermano por sonar tan irrespetuoso con su Luna. No pareció importarle, y estaba demasiado ocupado mirándome como un cachorro enamorado. Ughh. —¿Isla? Mi hermana jadeó, corriendo hacia nosotros y abrazándome tan fuerte como si me hubiera extrañado. Vale, esto se está poniendo raro. Esta hermana prácticamente me odiaba cuando estaba en la misma habitación que ella, actuaba como si no fuéramos ni siquiera familia y apenas me molestaba desde que me fui. Sin embargo, aún era mi hermana, y sabía que haría feliz a mi madre vernos llevándonos bien. Esa es también la razón por la que no mencioné nuestra pelea anterior con Daniel. —No puedo creer que hayas vuelto. Te he echado tanto de menos, y te ves tan, tan diferente —Me sostuvo a una distancia de brazos y me sonrió felizmente. Sí, tenía razón. Había cambiado. Mucho. Mora gruñó mientras mi hermana se preocupaba por mí, emocionada hablando sobre cómo no podía esperar para ir de compras y arreglarnos el cabello juntas, cosas de hermanas. Sonreí de vuelta a mi hermana, disfrutando profundamente de las miradas de celos de Mora y las vibraciones dolorosas de mi expareja. —¿Ya tienes una pareja? Tenemos mucho de qué ponernos al día —Cora se rio emocionada y enlazó mi brazo mientras me llevaba a la casa principal de la manada. —¿Sabías que ella iba a volver? —Escuché a Mora gritarle a Miller, y las comisuras de mis labios se formaron en una sonrisa mientras él intentaba razonar con ella. Buena suerte teniendo que lidiar con ella todo el tiempo. Era una loca desquiciada. Me alegraba no tener que quedarme aquí para siempre. —Ella es una reina del drama —susurró Cora cuando estábamos fuera del alcance del oído—. Sabes, es obvio que el Alfa Miller se arrepiente de haberte rechazado como su luna. Te ves genial, hermana. No pude evitar sonreír ante esa afirmación. ¿El Alfa Miller se arrepentía de haberme rechazado? Bueno, tendría que vivir con ese error el resto de su vida porque yo, por mi parte, no me importaba en absoluto lo que pensara o hiciera. Solo estaba aquí por mi madre. Ella me necesitaba y ella era lo único que importaba en este momento.
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