Cora miró directamente hacia arriba y un alivio inundó su rostro en el segundo en que me vio. Noté a nuestra madre sentada en la cama, luciendo extremadamente triste. —Oh, Isla. Por favor, ¿me perdonarás? —Ella comenzó a llorar en cuanto cerré la puerta tras de mí. Cora encogió sus hombros, sin saber qué decirle a ninguna de las dos. —¿A qué te refieres? —pregunté mientras me acercaba al lado vacío de la cama. —Lamento mucho haber sugerido que Daniel te trajera. Tu tío ha estado llamando y llamando. Todos te extrañan en Eclipse —Suspiró, usando la parte trasera de su mano para limpiar su rostro lleno de lágrimas. Cora le entregó un pañuelo limpio y permaneció en silencio, mirándome para ver cómo respondería. —Quiero que tú y Cora regresen conmigo a casa de tío Ed. No hay nada aq

