Pequeña pitufa

1891 Words
Alessandro Estaba aburrido, así que decidí ir a la biblioteca, ese lugar era tranquilo y ahí dormía muy bien y sin que nadie me molestara, a veces escapa un poco de todo mi mundo, ya que era el más popular de la escuela no solo por mi apellido sino por mi linaje ya que mi abuelo, mi tío y mis padres estudiaron en esta escuela de elite y se graduaron con honores. Mi padre quería lo mismo para mí, quería que mi vida fuera exitosa como la de ellos, pero a veces me hartaba todo, era excelente en los deportes y que decir en mis notas, siempre estaba en los primeros lugares, debía mantener por todo lo alto el apellido Russo. Por eso a veces me escabullía a la biblioteca para descansar solo un poco de todo y todos que siempre me elogiaban. Estaba tratando de dormir cuando escucho a una chica, era un poco ruidosa, al asomarme un poco veo que estaba tratando de alcanzar un libro que estaba en la tercera estantería, se veía tan graciosa para de puntillas tratando de alcanzarlo. Me volteo de nuevo y deje de verla, me acomodo para dormir cuando la escucho de nuevo, no pude evitarlo me entro la curiosidad me levanto y volteo a verla de nuevo, casi alcanzaba, pero lo que ella no se daba cuenta es que la estantería se estaba moviendo y le podía caer encima en cualquier momento. Sacudo mi cabello y suelto un suspiro de fastidio por esa niña tan ruidosa, — ¡aj que fastidio! —, espeto acercándome a ella, al estar a su lado, puedo sentir su fragancia y era dulce como a durazno y a su vez como a rosas. Al voltearse y verme sus ojos azules me observan en silencio, como preguntándose quien soy, no podía dejar de verla en especial sus ojos azules que parecían unos zafiros, eran muy hermosos e hipnotizantes y que decir el lunar en su ojo derecho que le quedaba muy bien, pero quien demonios era esta pequeña chica. No podía dejar de mirarla, llevaba su cabello trenzado, era n***o como la noche y largo, su piel blanca como la nieve, su contextura era delgada, media como 1.65 aproximadamente, y que decir de su nariz era larga pero pequeña, pero lo que más me llamo la atención aparte de sus ojos eran sus labios, gruesos y carnosos, parecían diseñados para el pecado. El labio inferior, más pronunciado, invitaba a la tentación, y el superior, con una curva bien definida; se veía tan frágil y delicada, estando a mi lado ya que yo medía 1.92 parecía un pequeño pitufo. Se veía como un siervo asustado, al coger el libro se va, esa chica me intrigaba, porque estaba huyendo de mí, acaso si la asuste mucho, estaba pensado en donde la había visto cuando en ese momento me llega un mensaje de mi amigo Alex y me dirijo al prado. Al verme llegar nos saludamos, —oye donde estabas, no me digas que estabas durmiendo de nuevo—, espeta dándome un codazo en el brazo. Sonrió al recordar esos ojos azules, —no, vi algo muy interesante y hermoso—, murmuro; En ese momento se acerca a nosotros Ginevra Morelli con su sequito, debía aceptar que era una chica muy hermosa y de buen cuerpo, su familia era muy poderosa, igual que la mía, cada que podía siempre estaba a mi lado. Todo el mundo decía que ambos haríamos la pareja perfecta, que somo tal para cual, pero a mí no me importaba nada de eso, me gustaba Ginevra, sin embargo, aun tenia en mi cabeza a esa pequeña pitufa de ojos azules y labios rosas y carnosos, las palabras de Kamil me hacen volver a la realidad, —¡¡Omg!!, ahí está la marginada de nuevo, no sé porque estudia aquí—, Espeta la amiga de Ginevra. Todos volteamos a ver dónde estaba ella sentada, frunzo el ceño al ver quien era, —bueno como sabes, la escuela ayuda a los buenos estudiantes dándoles becas y ayudándolos—, espeta Alex. No podía creer que la pequeña pitufa fuera la marginada de la escuela, Ginevra se acerca a mí y me toma del brazo, —si tienes razón Alex, la familia Russo es tan buena ayudando a los necesitados, por eso son los fundadores—, espeta con una sonrisa. Todos empezamos a caminar para ir a clases, pero no dejo de verla, estaba comiendo algo en las gradas, a decir verdad, nunca la he visto almorzar en la cafetería, por lo visto siempre come en las gradas sola. Caminaba con unos libros junto con Alex, —que fastidio el profesor de cálculo, porque nos pide que llevemos esto, no somos sus asistentes, odio a ese profesor y su materia—, exclama molesto. Suelto una sonrisa al escucharlo, —bueno sabes que ese viejo nos odia, vamos dejemos esto y nos vamos al entreno—, expreso entre risas, al entrar a la biblioteca volteo un momento mi rostro y logro ver al fondo de la biblioteca a la pitufa que estudiaba, pero de un momento a otro empezó a cabecear, sonrió al verla, ya que se rascaba sus ojos y cabeza para no quedarse dormida, siguió pasando las hojas de un libro, se veía tan tierna, no podía quitarle la mirada y no sabía por qué escucho la voz de Alex, —oye que tanto miras y te ríes, yo también quiero reírme—, espeta. Volteo para verlo, —no fastidies vamos—, sin decir nada más salgo de allí, no sé porque quería volver a verla, al terminar el entrenamiento paso por la cafetería para comprar algo de tomar cuando veo los jugos y sándwiches, era lo mismo que ella estaba comiendo en la hora del almuerzo, en ese momento compro esos alimentos y lo llevo conmigo. Estaba caminando, —¡¡Ajj!!, pero que carajos hago aquí, debo está loco, —, llevo mi mano al cabello para sacudirlo, —porque estoy buscando a esa chica—, murmuro para mí mismo, estaba a punto de irme cuando volteo a ver y allí estaba, pero estaba dormida como un angelito, doy un par de zancadas hacia ella, corro una silla con cuidado para no despertarla, me siento a su lado, la biblioteca estaba sola ya que estaba cayendo la noche, ella se mueve un poco, al moverse un mecho de su cabello se va hacia adelante. Muevo una de mis manos y aparto su mechón, lo coloco detrás de su oreja, su cabello era tan suave, olía a durazno, veo una de sus manos y estaba llena de curitas, la miro en silencio, —quien eres chica de ojos azules—, en ese momento ella se mueve de nuevo y algo cae al piso, al darme cuenta es su carnet de estudiante. Lo levanto, suelto una sonrisa y lo guardo en mi bolsillo, de mi maleta saco el jugo de mango y un sándwich, lo dejo al lado de sus cuadernos, me levanto cuidadosamente para no despertarla, la observo por última vez antes de irme, —Disfrútalo y descansa pequeña pitufa—, espeto dejándola sola. En el auto no dejaba de ver su carnet, —así que Eloise Percy, hasta tu hombre es lindo—, espeto con una sonrisa, así que la marginada de la escuela se llamaba Eloise, quería acércame mas a ella, no se porque me interesaba alguien tan corriente como ella. En ese momento habla mi chofer, —disculpe joven me ha dicho algo—, lo miro y niego, —vamos a casa, estoy cansado. Los días fueron pasando y no dejaba de verla en cada oportunidad ya fuese en clases, en los lockers o en las gradas, siempre estaba sola no entienda el porqué, pero era una chica tierna y dulce, algunos le hablaban para que les ayudara a estudiar y ella lo hacia con gusto, algunas chicas la molestaban, pero ella siempre estaba en silencio, leyendo un libro o escuchando música. Ese día teníamos un partido y estábamos calentando, cuando a lo lejos veo como llega y deja sus cosas en la banca y saca un libro, sonrió al verla, el viento bailaba su cabello n***o y lacio, veo como se lleva su cabello hacia atrás, estaba a punto de irme a correr cuando me percato de que un chico se acercó a ella, incluso se sentó a su lado, no sé porque me moleste tanto. Mientras calentaba para el partido veo como ella hablaba con ese chico, le sonreía, volteo para no verla, pero no logro resistirme y volteo de nuevo, ellos dos se van juntos. Alex se acerca a mí, coloca su mano en mi hombro, —oye ya estamos listos—, al observarme se queda en silencio, —maldición, ¡¡¡quién es ese tipo!!! —, vocifero molesto. Volteo para verlo su mirada era de asombro, —que ocurre, vamos va a empezar el partido—, vocifero molesto. Todos estaban felices porque habíamos ganado menos yo, solo quería comer algo y ver donde estaba Eloise, todos nos dirigimos a la cafetería al entrar había una conmoción al ver, era Ginevra junto a Eloise y Mauro. Todos vemos como ella es humillada por Ginevra y sus amigas, frunzo el ceño al ver como lleva dos charolas, no entienda que pasaba, antes de salir nuestras miradas se cruzar y veo como sus hermosos ojos azules estaban llenos de lágrimas y sale corriendo del comedor, veo como los demás se burlar y Mauro molesto sale detrás de ella. Entro al comedor, —¡¡QUE ES LO GRACIOSO!!—, vocifero en un tono serio y frio, todos hacen silencio, cada uno vuelve a sus cosas, Ginevra se acerca a mi lado, todos nos sentamos, No dejaba de ver la entrada de la cafetería, —Ginevra pusiste en su logar a la marginada—, espeta Kamil. Veo como ella toma un poco de jugo y sonríe, —bueno ella debe tener en claro cuál es su lugar, ay, Mauro, es muy amable con los pobres—soltó. Siento como mi sangre hierve, —Sera que Mauro está interesado en esa chica, bueno a decir verdad no están fea—, espeta Domingo. Las chicas se ríen a carcajadas, —para nada yo creo que debe ser una apuesta o algo así, ha ha ha ha—, espeta Kamil. Yo sigo en silencio, escuchando sus estupideces, tomo un poco de agua, —si es así, yo apostaría un millón en llevarme a la cama—, dice Domingo con una gran sonrisa, chocando puños con otro amigo, Alex lo mira molesto, igual que a mí no nos gustó para nada sus palabras, no puedo aguantar más, golpeo la mesa con el puño con fuerza, me levanto molesto, —a dónde vas Alessandro—, espeta Ginevra. Sin voltear a verlos sigo mi camino, —no tengo hambre sigan ustedes—, exclamo guardando mis manos en los bolsillos, después de eso no vi a Eloise en las clases, fui a los lugares donde siempre la veo, pero no estaba, me di cuenta de que no solo yo la estaba buscando, sino que también Mauro.
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