CHANTAL La propuesta de Zane me había tomado por sorpresa. De todas las soluciones posibles, esta era la que menos me imaginaba. No voy a negar que mi corazón se aceleró, y que el aire me faltó por el efecto de sus palabras. Recuerdo que desde niña veía a las familias unidas. Me sentaba en el columpio más alejado del patio de la escuela, para que nadie me molestara, y observaba desde la lejanía cómo mis compañeros de clase eran recibidos por sus padres. Algunos de ellos eran de papás divorciados, pero siempre tuvieron la atención de uno. Yo, en cambio, vivía en casa de mi papá, pero nunca le veía. En mis cumpleaños solo recibía un juguete, que la nana que cuidaba de mí compraba y una escueta felicitación por parte de ambos papás. Mi mamá nunca dejó esa vida galante, a pesar de que el

