REGINA El sabor amargo del vino tinto era lo único que lograba calmar la tormenta en mi interior. Mi vida, cuidadosamente construida como una obra maestra, se estaba desmoronando por culpa de Chantal. Esa bastarda, esa intrusa en mi mundo, había logrado lo que yo llevaba años persiguiendo: respeto y admiración. Y lo peor de todo, había conseguido que Zane se desentendiera de nuestro compromiso. No, no podía permitirlo. Esto no podía quedarse así. Se había metido muchas veces con mi familia. Muchas veces encontraba a mi mamá llorando por su culpa, lo sabía porque siempre renegaba de tener que criar a la bastarda de mi papá. Era un insulto para ella, un recordatorio de que mi papá no respetaba su matrimonio. Siempre me había asegurado que la mejor manera de hacer sentir mejor a mi mamá,

