-¿Que idea propone usted? -Pregunta el profesor mirando a Manuel, apoyando la barbilla en sus manos, con los dedos entrelazados y los codos en su escritorio.
-Podría, Clara cambiarse con Paula.-explica el gorila en el ultimo nombre refiriéndose a la chica del gorro gris.
El profesor lo piensa un poco, entonces, me mira a mi, preguntándome si estoy de acuerdo.
Cuando recita la pregunta, yo no dejo de mirar a Manuel, el cual tiene una mirada de advertencia, diciéndome que acepte.
La va a mentiroso.
-Sí, estoy de acuerdo.
En cuanto respondo recibo las miradas de asombro de Carlos y Eva, bocas están rozando el suelo de baldosas color crema se dirigen hacia mi.
-¿Señorita González? -Pregunta fijándose ahora en Paula.
Ella vuelve a contestar de forma indiferente, ahora apoyando el hombro en la pizarra color verde oscuro.
-¿Señorita Díaz?
Eva me mira con los ojos abiertos, ceño fruncido y con la barbilla en el suelo. La hago una señal, alzando mi dedo pulgar con la mano a la altura de la cadera para que el profesor no se percate, ella asiente tragando saliva y contesta.
-Estoy de acuerdo.
Manuel en este tiempo no me quita el ojo de encima, y, al mirarlo de reojo veo que tiene una sonrisa torcida de suficiencia en la cara.
Quiero quitarle esa sonrisilla de un puñetazo.
-¿Señor García?
Cuando el profesor dirige la mirada a Carlos, mi amigo recibe una mirada amenazante de parte del gorila, que, siendo sinceros, me puso los pelos de punta. Espero no recibir esa mirada en mi vida.
Carlos asiente de forma rápida e impaciente, tan asustado como yo, o mas, seguramente por Manuel.
¿Que planea?
Sea lo que sea, no va a ser bueno.
Bajo la vista a mis zapatillas blancas e inspecciono mis cordones, a la vez viendo mis mechones castaños ondulados cayendo alrededor de mi cabeza, entorpeciendo mi campo de visión hacia mi bello calzado.
-Y por ultimo pero no menos importante, ¿señor Rodriguez? - pregunta el profesor con voz cansina.
El nombrado traga de forma sonora saliva, seguramente el gorila le habrá echado otra mirada a él.
Oremos por los caídos en las miradas oscuras del valle de los simios asesinos.
Descansen en Paz.
-Sí.-responde secamente Rodrigo, dando por finalizado el interrogatorio, y dando comienzo a mi seguramente pesadilla.
-Perfecto, ahora los grupos son: Señores Peña, Rodriguez y Díaz, y, por otro lado, señores García, Martinez y Gonzalez, ¿correcto?
Levanto la cabeza y asiento lentamente tragando saliva yo también.
-Perfecto, pueden ir a sus sitios, coloquense según los equipos.-dice subiéndose las gafas hasta el puente de la nariz.
Me paso una mano por el pelo y todos nos dirigimos a nuestros sitios.
Disimuladamente me coloco al lado de Manuel.
-Eres un capullo.-le susurro para que sólo lo oiga él, y seguidamente le doy un codazo en las costillas y acelero el paso para ponerme junto a Eva, no sin antes oír un pequeño gemido de dolor por parte del gorila.
-No entiendo nada, ¿por qué has aceptado? -Pregunta Eva mirándome extrañada. Normal, acabo de aceptar ir en el grupo de uno que odio y desprecio y también la he convencido a ella, tendré que decirle algo creíble para no tener que contarle lo del libro.
-No sé, por que sí.
¡Aplaudidme! Soy el ser mas retrasado que vais a conocer sobre la faz de la tierra.
¿Quién en su sano juicio se cree eso?
No lo sé, pero alguien debería acollejearme por la grandes respuestas que doy.
-Clara...
-A ver, como he visto que el imbécil ese no iba a aceptar que te vinieses a mi grupo, por lo menos podía irme yo al tuyo para que no sufras tanto.-miento despeinandome el pelo con la mano, notando como pasa el cabello entre mis dedos.
Eva duda un poco mientras observa la pintura del lago, pero al final acepta convencida.
Vaya, que fácil ha sido, no es que suela mentirla, nunca la miento, pero esta vez era por algo mayor.
No pienso contarle lo del anuncio.
Nos sentamos en la mesa de dos plazas y empezamos a hablar de forma animada, pero en voz baja para que el profesor no nos separe.
-Esto va a acabar mal.-afirmo apoyando mi barbilla en mi palma derecha.
-Bueno, tu preocupate de sacar buena nota en el trabajo y ya. Tampoco será tan malo.-responde imitando mi postura.
-Vale.-digo soplando un mechón que cruza mi cara.
En ese momento aparece el gorila con una banqueta para sentarse enfrente nuestro, mas bien, mío.
¿Qué se ha creído éste?
Ah, si. Nuestro compañero de trabajo.
-Tendríamos que quedar para hacer el trabajo.-propone apoyando la mejilla en su palma e inclinándose hacia adelante.
-¿Cuando?.-pregunto apoyando mi barbilla en mi brazo, tumbandome sobre la mesa de color verde claro.
-¿Esta tarde?-propone el gorila.
-Depende.
-¿Por?-pregunta entre cerrando los ojos e inclinándose mas, acercándose más a mí.
-No te interesa.-respondo teniendo que alzar la cabeza para mirarle a los ojos desafiante.
-Sí, porque sino no preguntaría.-dice con una sonrisa torcida.
-Que no te interesa mi vida, gorila.-digo poniéndome derecha en un momento, para estar a su altura, pero, él es mas alto que yo, así que aún así tengo que levantar un poco la cabeza.
-Eh, pareja, que yo existo.-avisa Eva pasando una mano por delante de nuestros rostros.
Sinceramente, me había olvidado de mi mejor amiga.
-¿Qué?Ah, si, si. Emmm... Yo puedo hasta las cuatro y media más o menos.-respondo pasandome una mano por el pelo y mirando alrededor nerviosa.
-Yo tengo la tarde libre.-dice Manuel volviendo a apoyar la mejilla en su palma, la cual había quitado en nuestra "discusión".
-¿Eva?
-Yo también tengo la tarde libre.-dice apoyando los codos en la mesa y la cabeza en los puños cerrados.
-¿Donde quedamos?-pregunto yo.
-En mi casa están mis primos y mis tíos pasando la semana.-responde mi amiga.
-En mi casa no va a haber nadie.-propone Manuel.
Oh, no.
Me niego.
A ir.
A casa.
Del simio sin neuronas.
Manuel me mira retandome para que me niegue.
Será c*****o.
-Gilipollas...-susurro.-Vale.
Otra vez vuelve esa sonrisa de suficiencia en su cara. Se la voy a partir de un golpe.
-¿¡QUÉ!?-Eva me mira con el ceño fruncido y la boca abierta, pero recupera la compostura y prosigue.-Bueno, vale, ¿a qué hora?
-¿Tres y media?
Bufo.-Vale, pero yo a las cuatro y media me voy.-aviso levantándome de mi banqueta, justo cuando ya estoy de pie y he colocado todo suena el timbre.
Rápidamente salgo por la puerta y bajo las escaleras que llevan a mi pasillo a saltos, paso por el marco de la puerta, adentrandome al pasillo, lo recordó viendo pasar las puertas y paredes amarillas a gran velocidad, mezclando sus colores. Llego a la puerta con el letrero de mi clase, entró ágilmente y me dirijo zigzagueando entre las mesas marrones y saltando sobre mochilas, agarro por las asas mi mochila y la de Eva y vuelvo por el camino recorrido esquivando los obstáculos y salgo por la puerta y me apoyo en la pared de al lado del marco, justo después entran todos los alumnos como bisontes por el hueco sin percatarse de que no entran todos, y aparece Eva.
-Gracias, el martes me toca a mí.-dice agarrando su bolsa y llevándola sobre su hombro, y juntas nos dirijimos al polideportivo, hoy, al hacer buen tiempo, tenemos clase fuera, codo con codo, vamos hacia el vestuario, y al llegar las primeras, nos colocamos en los cubículos individuales, que solo hay tres, y siempre es imposible cogerlos si llegas con las demás, así que nosotras, para librarnos de las peleas, salimos antes y perfecto.
Ya cambiadas, salimos fuera, donde solo hay algunos chicos y el profesor, el cual está leyendo unas hojas con la cabeza inclinada, haciendo que su cabello castaño de ya bastante longitud, nos sentamos en el patio rojo con las piernas cruzadas y empezamos a hablar, van llegando nuestros compañeros y se van colocando en nuestra misma postura, hasta que el profesor nos manda callar.
-¡Silencio! Hoy toca balón prisionero, como ya avisé el anterior día, ¿alguien quiere ser capitán? -Pregunta dejando las hojas a su lado, en una de las gradas de metal.
Me levanto.
-Yo.-digo mientras levanto la mano.
El profesor me mira y luego habla.
-¿Alguien más?
Un "yo" se oye a mis espaldas, me giro para mirar quien es.
¿A que no os lo imagináis?
Oh, si, vuestras mentes malvadas tienen razón.
Manuel va a ser el otro capitán.