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Alaia
Observo el jardín desde la ventana del despacho, me abrazo a mí misma y presiono mis brazos con mis manos, no sé realmente en que pienso, hay demasiadas cosas en mi cabeza, una de ellas es más fuerte que todas las demás y me asusta, no puedo permitirme sentir esto, tengo que luchar contra ello, ya viví dos años sin él, podre hacerlo por el resto de mi vida.
Suspiro.
—Princesa, han llegado las invitaciones —La voz de Cedric me trae de vuelta a la realidad.
—¿Qué invitaciones? —cuestiono sin entender a qué se refiere exactamente, doy media vuelta para ver que tiene una tarjeta en las manos.
—Será dentro de un mes, exactamente —dice y mis cejas se unen, ¿tan pronto? Parecía que faltaban varios meses.
Él camina hacia mí y me entrega nuestras invitaciones a la boda, e
