Podía ver que Lisandro se sentía harto, apretaba constantemente los puños, y su mandíbula permanecía tensa, y como no estarlo con todo lo que esa loca mujer estaba provocando, Helena lo estaba llevando al límite. —Voy a pedir la custodia —dijo de pronto. Volteé a verlo, sorprendida. —¿Hablas en serio? —pregunté, mirándolo con curiosidad. —No pienso dejar que Nicolás siga con ella, lo está usando como arma para hacerme daño, y ya no voy a permitirlo —dijo, decidido. Asentí, tenía razón, lo que Helena estaba haciendo era enfermizo, y parecía que no le importaba en lo más mínimo dañar a su hijo. Sabía que Lisandro lo decía en serio, él no tomaba decisiones a la ligera, si iba por la custodia de su hijo, iría con todo hasta el final, no sería fácil, Helena no se rendiría sin pelear, el n

