—Trabajo —dice—. Trabajo mucho. Y sí, guardo algo. No tienes idea de lo duro que es. Pero ahora me tocará a mí poner todo en orden. Y si tu madre se cree lo que le dijo la rubia… la saco a la luz. No dejemos que pisoteen a la familia, a la nuestra, ¿ok? Esto es familia, no diez centavos de humillación. Mi hermana se refiere así de nuestra madre porque está molesta. Sé donde mi hermana ha conseguido el dinero... Ya, lo bueno que sigue fingiendo que no lo sé, es mejor, ya que no quiero que esto se vuelva incómodo. Mientras hablamos, la calma cae lentamente en la habitación. Voy sacando lo imprescindible: mi cartera, algunos bocetos envueltos en un tubo, el portátil que guardo en una funda vieja, un par de zapatillas, y una foto pequeña de mamá, papá y yo en la playa, porque aunque ahora m

