No confío en ti

1539 Words
Grandes donaciones a las revistas del país para evitar que su vida fuese publicada en las revistas del corazón y eso le salvaba de más de un desafortunado evento, por ejemplo; el día que salió con sandalias y medias, solo los monstruos harían eso. No precio que su madre fuese una de las modelos internacionales más reconocidas legendarias del país, parecía el patito feo. —Aury —Le saluda su tía Sofía, y ella camina hacia la mujer. —Hola—saluda la joven mientras le abraza. —Estás preciosa, mi amor, qué grande, guapa y dulce. Hace tanto no te veíamos. El esposo de su tía le abraza con la misma familiaridad y le dice lo mucho que le recuerda a su madre. Las lágrimas se le escapan y de inmediato la consuelan. —No me parezco a ella, soy goda, monstruosamente grande para ser su hija y no soy monstruosa, emocional como mi papá, es como si hubiese sacado lo peor de ellos. Arturo abrazó a ambas mujeres y Bradford se paró junto al grupo. —Hola, a qué se debe esta reunión. —vio a su hija la cual se estaba limpiando el rostro.—¿Por qué estás llorando? —Nada, solo… estoy teniendo una crisis existencial. —¿Los hice esperar? —pregunta Arturo a sus padres. —Aury, cómo estás no nos dependimos la otra noche. —Dice mientras saluda a sus hermanos. —No… ni me enseñaste las fotos de tus hijos. Arturo los saluda a todos, Bradford se acerca a saludar a la mejor amiga del amor de su vida. Ella le da una mirada y le pregunta como ha estado la niña y él ve a Aury la cual sonríe cuando ve fotos de los hijos y nietos de Arturo. —Eres abuelo, —Soy abuelo de tres y sumando próximamente. —¿Mily está embarazada? —No, pero es cuestión de que encuentre un solo hombre y tenga un solo hijo más. Sofía toma de la cintura a su amigo y le maja un pie. —¿Cómo que no sabes?—murmura Sofía. —La niña dejó de ser niña a los 12, nunca sé qué le pasa, ni qué quiere. El otro día le regalé un auto y pareció enojada pero lo usa. Le ofrecí un pent-house y está ahí acumulando polvo para que viva en una especia de lata de sandias. —¿Comemos todos juntos? —No, tengo que hablar de negocios con Aurora. Todos miran a Bradford. —Mi amor, qué te parece cena en casa de Arturo, es más amplia, así conoces a la familia y seguro Mily y tú hacen clic. —Me encanaría conocerlos, claro. —Tú también estás invitado. —le asegura Alejandro a Bradford, el hombre sonríe y no promete la insistencia en reunirse; sin embargo, agradece, Sofía había disco el hada madrina del que leían en cuentos de hadas para su hija y le gustaba que intentase mantener el vínculo con ella. —No me gusta que me regañen y es tu mujer, tiene un superpoder —el hombre le da un beso en la mejilla a Sofía y se despide de los dos hombres, toma a su hija de la mano y caminan a su mesa. Bradford mira de pies a. cabeza a su hija, está igual que siempre, evidentemente acaba de soltar un par de lágrimas, pero sigue siendo ella, la de siempre. —¿Hija, estás bien? —No, quería preguntarte… por qué no confías en que yo pueda dirigir los negocios, me he preparado yo… —Permiso—interviene Patrick —Hola —saluda Jane Luthor y los Bradford se ponen en pie. Saludan a los Luthor y es Jane quien ve su oportunidad. —Tengo una salida de chicas, solo nueras hijas y nietas mayores de 13, nos vamos a hacer las uñas, comemos rico, chismeamos y contamos cuán desagradables pueden ser los hombres, le pedí a Patrick tu número, no me lo quiso dar—divo a su hijo y rodó sus ojos. —Eres bienvenida a unirte. —No, gracias —respondió con una sonrisa y tanto Bradford como Patrick le miraron sorprendidos. —Hija, nadie ama el salón de belleza más que tú, yo creo que ni sabes lavártelo. —Sé lavármelo y secarme. Solo no, gracias —No he dicho que día. —Patrick y yo no estamos en buenos términos, no me parece pertinente. —Ahora qué ha pasado. —Nada—responden los dos y se desafían con la mirada. Bradford chasquea los dedos en espera de más respuesta, en su lugar recibe silencio. —Le he pedido que se mude conmigo para que deje. Ese apartamento y se ha negado. —Tengo varias casas, no necesito mudarme contigo —Tal vez, yo no quiero que necesites, sino que quieras. —Esto suena tan personal—Dice Jane. Y aprieta los dientes. Luego saca un lapicero de su bolsa y apunta su número en un papel, lo deja sobre la mesa y se lleva a Patrick. —Patrick, porque no se quedan a un café, yo tengo opiniones al respecto. —No vamos a quedarnos a torturar a su hija—Dice Jane y toma a su hijastro del brazo. —Patrick no, me prometiste que íbamos a Target y al mercado, no. —Él rueda los ojos. —Pero, pueden venir a cenar hoy a mi casa, y tenemos un nuevo comienzo. —Claro. — acepta Germán. —Llevaremos el postre. —Excelente—responde Jane y se despiden. Todos sus hermanos le temen a Jane y Target porque y para el día de hoy su madrastra tiene la tienda comprada, no pueden pasar por la sección de animales y la cantidad de juguetes en el cuarto de juegos de sus nietos todos los días crece. —Mamá, por qué los acabas de invitar a cenar. —Es la mujer con la que quieres mudarte, déjame apreciarla un poco más para saber si te conviene. —Sacaste eso de apartamento. —¿No es así? —Llevamos unos meses. —Bueno, sí, pero, por qué no, yo llevaba unos meses de conocer a tu papá y me casé. —Llevabas unas semanas. —Sí—los dos ríen. —¿Crees que Meredith esté lista? —Meredith está en su propia crisis, el otro día me dijo que estaba disponible para trabajar en el restaurante. —Y qué le dijiste. —¿Estás embarazada o algo? —ella se ríe y anuncia —Le estoy dando pastillas a tu hija y le he explicado por qué su flor no debe ser regalada al primer estúpido. Si Dereck estuviese vivo, sería mucho más fácil explicárselo. Pero, Lorelai me dio un excelente argumento. —Karl no fue el primero. —Sí. —Wow, lo que uno aprende cuando está contigo. Mientras Patrick y su madrastra disfrutaban de una tarde de chismes y llena de bromas, Aurora veía a su papá devorar un pedazo de carne, pensaba como introducirle su plan. —Papá. —Aurora. —Papá, ¿por qué no me das una oportunidad? Creo que puedo ser esa persona que tú quieres para cubrir tu empresa. —Aurora, te dejo hacer lo que quieras. Dijiste que te ibas del país, te dije que sí, dijiste que ibas a trabajar como bióloga en una escuela en lugar de la cervecería o alguna empresa para la que estás capacitada y dije que sí, luego, me dijiste que te independizabas y te fuiste a vivir a un cuchitril. Te dejé. No siempre tomas las mejores decisiones, hija, no es porque seas mujer, es tu personalidad tan inestable. Las drogas esas para bajar de peso, la bulimia, luego esta vida de desamparada que llevas. Yo no puedo confiar en esas versiones de ti. Eres inteligente y eres mi hija, sé que algo tienes que saber. Pero, no sé si puedas mantenerte. Explícame qué está mal en Patrick. — No me quiere, no soy lo que quiere. Espero que el papá de mis hijos sienta algo por mí como mínimo respeto, no que le tengas cogido por los huevos, quiero ser feliz, ligeramente feliz, quiero una vida en la que la gente no me saque una foto y me compare con la belleza extraordinaria de mi madre o el carácter de mierda de mi papá, quiero ser yo y quiero que alguien me quiera a mí. —Aurora, compórtate como una mujer, si en cinco años, mejoras puede que te herede todo a ti, si no lo haces se lo heredaré a mi nieto y podré a Patrick de Albacea. —No me estás escuchando. —Te escucho y te amo. No voy a dejarte sin dinero y sin propiedades, construí esto para ti, no volví a casarme o tuve otros hijos porque quería que tú la hija de mi único amor, lo tuviese todo y eso es lo que voy a hacer. Le prometí a tu madre cuidarte y protegerte y ya sé que fracasé, al menos cuando me muera no vas a quedar desamparada. Nos vemos en la casa de los Luthor. Vas a ir y serás la novia perfecta.
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