Anillito

2316 Words
Los Luthor habían tenido la casa en Valle Esmeralda, pero, con el crecimiento abrupto de la familia, se había convertido en una mansión. La propiedad la había comprado su abuelo, Alan, desde el primer día que vendieron todo el vino de la reserva. Su abuelo, Alan Luthor, mandó a construir una casa de diez habitaciones para sus cinco hijas, su esposa y él. Durante la crisis económica que sufrió tras el divorcio de su primer esposa tuvo que vender la casa y Adam prometió volver a comprarla, porque estaba construida sobre la pequeña casa de sus abuelos, quienes jamás imaginarían todo el trabajo y el amor que Alan y Adam Luthor a ese negocio, a esa casa era comparable y por eso Adam no dudó en pagar el triple del valor de la casa para que fuese suya. El problema es que cuando empezó a sacar cuentas requería de cinco habitaciones más porque tenía más hijos que su padre y luego ellos tuvieron más hijos de los que pudo calcular. Lo cual se resolvió con villas unos metros de la casa principal. —Abuelo, yo me quiero quedar aquí—demandó Meredith, mientras lo achuchaba, Adam sonrió a su nieta mayor. Su primera nieta y por mucho la más consentida. —Yo puedo compartir habitación con ella—Aseguró Shelby. Adrián les rodeó con el brazo y les llenó de besos a ambas. —Se ven todos los días, qué pegajosas. —Déjanos tío Adri, así no gastamos teléfono —él río. —Bueno, cualquiera de mis hijos que tenga hijos mayores de 18 años y no tenga que cuidar, puede dormir en la casa, cualquiera de mis nietos que tenga más de seis años y se sepa limpiar el culito, puede dormir en la pijamada del salón. —Ey, yo no tengo seis, pero me lo limpio. —Chicas no me dejaron venir con ustedes —dice Kylie apenas baja del auto, y Serena sonríe. —abuelo siento que quieres más a los de seis años que a los que no. —Adam se ríe y va a cargarla. Su esposa va repartiendo llaves y toma al bebé entre los brazos de Laini. Le llega el turno a Patrick y le pregunta a Jane por qué le dio la cabaña con peor vista. —Puedes quedarte en la casa. —Sabes que no me siento cómodo despertando con dos de mis hermanos en la cama —Ella sonríe. —Mi amor, hicieron unos ajustes en la tuya para que quepan Serena y todos los bebés. —Siento que a Serena la quieren más que a todos nosotros. —No, pero escuché un rumor y te estoy castigando por no decírmelo y me imaginé que querrían privacidad para celebrar. —Le da un golpe en la mejilla. —Siguiente. Patrick va hacia donde está su novia conversando con Zack y Lorelai, su cuñada se ríe ante la maldad que se ve en el rostro de su cuñado más joven —Patrick, ¿qué se siente no ser el favorito de mamá? —Siempre soy su favorito. —Creo que ya no. —Muérdete—responde y le da un golpe juguetón en la cabeza, su cuñada y Aurora ríen. —Es un tóxico, Aurora, y un territorial, huye—Aury toma la mano de Patrick y camina junto a él, suben al auto y ella nota la mirada que le da a sus hijos desde lejos. Aurora intenta no meterse más con los Luthor, y menos opinar con respecto a los hijos de su pareja, así que se abrocha el cinturón y se mantiene en silencio. En menos de diez minutos están frente a la pequeña casa que Jane les ha designado, Patrick lleva a Aurora a su villa, no estaba tan mal, pero no era la suya. ¡Qué molesto estaba por la capacidad infinita de su hermana de multiplicarse por cuatro y por dos! La casita a Aurora, tenía incluso un pequeño centro de lavado, cocina equipada que ellos no usarían ni pagados, también ventiladores, aire acondicionado y dos ventanales, incluso un halconcito para desayunar. Ella sonrió viendo aquel lugar, era perfecto, cada detalle y todos parecían molestos por no poder quedarse en la casa, pero Aurora disfrutaba de la privacidad y el silencio. Patrick le ofrece una lista de actividades y ella sonríe. —Pats, solo quiero café y sentarme ahí afuera. Él vio a Aurora y le dijo que le prepararía ese café, luego escribió a su cuñada la cual le informó que tenía todos los materiales excepto rosas. —Aurora, ¿te molesta si te dejo sola? Luego vamos a cabalgar y nadar, ¿pasar el rato juntos? —Está bien, igual puedes venir y conversar con serena de lo mal que se portan sus hijos. —Estoy bien, soy hija única, estar sola es un regalo de la vida. Patrick no sabía estar solo en ningún sentido de la vida, así que le preguntó como podía dejarle cómoda, Aurora sonrió y le prometió que estaba bien. —Cualquier cosa me llamas. Se puede ir caminando, si no pides un carro. ¿sabes qué? yo me voy andando y te dejo el auto. —Bye, Patrick, voy a cambiarme y tal vez una siesta, sé cuidarme sola. Él le sirvió el café y se lo entregó. Ella se quedó mirando la naturaleza y Patrick fue hacia la casa en el auto de alguno de sus hermanos que estaría muy molesto. Cuando entró escuchó a sus sobrinas con un ya no puedo demás superdramático. Serena se inclinó sorprendida y escuchó todo lo que habían escuchado a sus abuelos decir en el auto. Patrick detrás escuchó a las dos pequeñas y Jane vio a su hijastro. —Ustedes dos prometieron no decir nada —las regañó su abuela. —Están castigadas por chismosas y aprenderse todo—truena los dedos y Serena la regaña por estar hablando en frente de dos cotorras. —Mamá, sé que Aurora no es Mercy y sé que odian los cambios y recuerdo como traté a todas mis madrastras y que el karma existe, pero necesito, por el amor de Dios, que dejen de hablar de Aurora, ignórenla, no la vean, no hablen de Aurora, pero, déjenla en paz. —¿Odian a Aurora? —pregunta Arturo sorprendido y molesto. —Aurora ha pasado por demasiado. Bradford no siempre es fácil, luego el novio cabrón, ahora Patrick, esa niña tiene una predilección por malos hombres, es más, si la vas a dejar, déjala de una vez y que no tenga que pasar por las 18 pruebas de fuego Luthor, porque son agotadoras. —Papá, yo sí me porté bien en el camino, vamos a nadar ¡ya! —interrumpe Jana y Adamira sostiene a sus hijos de la camisa y se los lleva a la habitación, venían peleando como locos. Patrick ignora a su madrastra y sus múltiples justificaciones para comportarse como una niñata, busca a Laini y ella está descansando la espalda y un poco de la vida, Patrick la llama un par de veces y ella se obliga a sonreír. —Hola, ¿estás bien Laini?, levas días... no tan tú, ¿te pasó algo? —Estoy teniendo un momento de mamá. Patrick sabía que sus hijos eran muy energéticos y que tanto su cuñada como su hermano estaban agotados, pero ella que suele ser la alegría de la casa se nota distante, diferente... decaída. —No puedes emborracharte, Laini, ¿vas a ayudarme? —¿Con tu propuesta? ¿Puedo ayudar?—preguntó serena, mientras le daba a su amiga una taza con limonada fría y un poquito de miel. No sabía lo que le pasaba a Laini, pero la había encontrado llorando, escondida un par de veces y esta última vez, había rogado porque no le dijera a nadie lo que estaba pasando con ella para no arruinar el viaje. La joven le dio un sorbo a la bebida y los dos hermanos Luthor le observaron con lupa. Serena interrumpió y dijo: —Yo puedo preparar unas cosas ricas. ¿Cuál es tu plan? —El plan es que me arrodillo, saco el anillo y ella dice que sí. —¿Para ver el anillo?—Pide Serena, mientras le acaricia las nalgas en busca de la cajita. —Kyle dice que es precioso. —¿Qué sabe Kyle de cosas bonitas? —preguntó Serena, quien tenía dudas sobre la capacidad de elección de sus dos hermanos. Uno de sus hermanos haciendo algo romántico era raro, pero dos, podía complicar las cosas para todos. En serio, no podía creer que su hermano no la eligiera a ella, su hermana, la organizadora y decoradora de bodas, para ir a ver anillos. —¿Hola, me has visto, has visto mi dedo, has visto a nuestros jodidos hijos? —Ustedes son una familia preciosa —Aseguró Ada quien estaba en silencio esperando que su hermano sacara el anillo para asomarse. Las tres mujeres se quedaron viendo a Patrick. El cual sacó el anillo del bolsillo delantero de su pantalón porque estaba seguro de que Aurora no le tocaría ahí, pero la curiosidad de ese trío o sus ganas de ayudar podrían matar la sorpresa. —Es un Cartier—Dijo Serena encantada. —Tienes dinero, ¿por qué eres tan pinche en Navidad? —le pregunta Serena mientras le arrebata la bolsita en la que su hermano lo lleva. Lo saca y se encuentra con un diamante en bruto, en un aro tan fino, delicado, tenía detalles en, pero, que sostenían el anillo y en el aro con toda delicadeza se podía notar una inscripción A&P, las tres miraron a Patrick y al anillo y no lo podían creer. —Esto no es romántico Pat, esto está caro y precioso, pero, solito no se vende. ¿Qué le vas a decir? —comenta Laini y los cuatro ríen. —Tenemos que hacer algo precioso, ¿qué más se te ocurre? Aurora acababa de bajarse del auto, entró en casa. Y se encontró con una tropa de niñas y niños en traje de baño. La invitaron al ser juez del fashion show, pero ella no podía decidirse, todos estaban muy monos y modelaban divertidísimo. —Se ven, guapísimas. ¿Dónde compraron esos trajes de baño? Las más pequeñas le dieron detalles. —Papá... ¿ya?—preguntó Kylie. —No, ya vamos, amor. ¿Aurora puedes sostener a este y que no se te escape? —Claro, ¿has visto a Patrick? —Gracias. —Responde Kyle mientras ella le sonríe a su hijo para que no llore. —Pégale un grito. —Tranquilo, ahorita viene. El pequeño se quitó las llaves y los lentes, y su papá, fue por la canasta, les pasó bloqueador a los niños y les dijo que se lo esparcieran entre sí. —¿Has visto a tu papá? —le preguntó Aurora a Meredith. —No, solo grítale. —Meredith, vio a aurora dudosa y al borde de infartar con Ronie le cuál estaba jalándole el pelo, por lo que se apiadó y le pegó el grito ella: —¡¡¡Papá!!! —Tío Patrickcito—gritó Jana. —Tío Paaaaaaat—gritaron sus hermanos. Patrick les quitó el anillo a su hermana y cuñada. —A mí me gusta, es lo importante. —Cuidado te dicen que no. —No todas son un inspector. —les regañó. —¿Dónde consigo las flores o lo que sea? —Ya llamé a las floristerías, tranquilo. A las cuatro montamos todo. —Bien, eres la mejor. —respondió y le dio un beso en la frente Laini. —¿¡Ya voy, quién me llama!? —les gritó a los niños. —La tía Aurorita —y como ecos, la respuesta se repitió unas cuatro veces más. Él llegó al primer piso y se encontró a sus sobrinas rodeando a Aurorita. —¿Qué pasa Aurorita? ¿Por qué tienes a los niños que no les gusta gritar gritándome? —se abalanzó a hacerles cosquillas a los seis niños a su alrededor. —Quiero ir a hacer unas compras, ¿cuál es el pueblo más cercano con supermercado? —Yo voy a comprar, ¿quieres venir? —Aurora miró a Jane. —Yo voy con ustedes—anuncia Zack.— Mamá, estás… mayor, luego chocas, nos gustarían unos cinco años más de mamá y papá. —El que chocó fue tu papá y había una vaca. —Sí, había una vaca bebé —les informa Sofí. —Mi abuelo Adam solo nos salvó la vida. —Qué dramática eres —le molesta Patrick antes de darle besos. —¿Papá, ya? —preguntan los niños cuando Facundo se acerca. —Ya. Escuchen bien: van a ir caminando y su primo no va a chocar contra un árbol —Le advierte a Marcel, el cual le da un abrazo porque le ha elegido para llevar el auto —Parker, Percy, Mer, Shelby, Mau, Eric vienen de asistentes, háganme el favor y les hacen caso o nos regresamos. —El tío Facundo sí cumple los castigos —murmura Adam, y él asiente feliz. —Vamos a correr anuncia Kyle. —el último que llega es un huevo podrido. Jane se ríe cuando ve a sus nietos salir corriendo y a los otros subir a los autos, porque definitivamente, no van a. poder correr dos kilómetros y llegarán al lago agotado. —¿Lista, Aurora? —Sí. —Vámonos—les dice Zack y toma a su mamá del brazo, Jane le mira con ojos asesinos. Y sus hijos se aguantan la risa. —Estoy prolongándote la vida. —Yo soy veinte años más joven que tu papá, a él le quedan cinco años, a mí veinticinco. —La muerte es una mujer complicada.
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