Las galas

1971 Words
Patrick no se sentía de humor de ver gente, ni de escuchar sus preguntas indiscretas, solo quiero estar acostado, dormir y olvidarse de todos los problemas que tenía, su hija, el trabajo y problema añadido Aurora. El problema era que los huérfanos necesitaban dinero y esa era la beneficencia de favorita de su esposa, siempre estaba pendiente de que recibieran dinero y que sus hijos fuesen parte de la ayuda. Él recordaba a Parker haciendo paquetes con su ropa que ya no usaba, su mamá los ponía a lavarla, plancharla y empacarla, igual con los tenis y los juguetes, Percy etiquetaba y ayudaba con las entregas, y Meredith siempre iba a dar algunas clases sobre instrumentos, así como entregas de alimentos. Mercy tenía sus buenas cosas y odiaría que él no asistiera a la beneficencia en memoria de su esposa. El señor Luthor no recordó que había puesto a cargar su celular hasta cuando llegó a la azotea en la cual se celebraría la actividad. Patrick entró al lugar muy bien decorado, con mesas altas y tres bares pequeños, además un pequeño escenario. Ya habían llegado varios asistentes, pero a las primeras personas que observó fueron a Facundo y Serena, besó a su hermana en la mejilla y saludó a su cuñado, luego fue a saludar a la anfitriona, Cecilia, quien preguntó de inmediato por su acompañante. —He llegado antes. —Me alegra muchísimo que estés aquí, el año pasado nos hicieron falta. —Patrick le dio las gracias a la mujer y ella preguntó por Meredith. —Le envié un correo para tomar y me respondió que en estos momentos no está disponible. —Está... pasándolo duro con la música. Era algo con su madre y creo que la entristece. —Pobre nena, en los que necesites ayuda, aquí estamos. —Gracias por invitarme Cecilia —dijo Daniel, antes de saludarla, la mujer también saludó a Patrick y los dos se disculparon para ir a beber. Había dejado su celular cargando en el auto, lo puso de camino y se le olvidó sacarlo, así que no vio ninguno de los mensajes, aquel coctel, le parecía una reunión del colegio, se había encontrado con sus compañeras de colegio, algunos años adelante, otros un poco atrás, pero todos conocidos, así como algunos benefactores muy populares de la ciudad. —Patrick, ¿cómo has estado?—le saludan las gemelas Pieth, ambas acompañadas por Cash Burwish. —Señor Luthor —le saluda el hombre y él le saluda con la misma efusividad. —He escuchado sobre cambios en la empresa, mientras yo tenga el mejor contrato de compra todo va a ir bien. —Cambios administrativos, nada de qué asustarse. —Yo solo quiero conocer a tu muy joven esposa —bromeó Alice Pieth y el grupo rio. —No estoy casado.—aseguró. — Tengo una novia, ligeramente joven. Todos rieron, porque todos sus compañeros de colegio sabían cuán problemático fue para Patrick el último matrimonio con su padre, Jane era exactamente diez años mayor que él, literalmente podía ser su hermana. —Qué alegría escuchar eso —Patrick se giró y le dio un beso a Jimena Beltrán. La caza hombre se Mainvillage, Jimena había sido su compañera del colegio y quizá su novia por un par de semanas, le besó varias veces en la mejilla y le preguntó cómo había llegado hasta ahí solo. —Sí, Patrick, cuidado —se le recomendó Alice y se paró en medio de ellos. —Déjalo en paz. —Estoy saludando, Alice. —¿Patrick, cuántos años les lleva Aurora a tus hijos? —preguntó Daniela y Patrick le miró serio. —Diecisiete años. —¿Con Meredith? —Sí. —¿Y con los otros dos? —Menos de lo que Jane me lleva a mí—respondió y evitó decir que eran solo siete años. Todos rieron y Patrick sonrió. —El karma es una perra abusiva —Comentó Alice. Jimena le pasó la mano por la espalda y la parqueó en las nalgas de Patrick, él la miró intrigado y se aguantó las ganas de reírse. —Mi amor, yo tengo justo tu edad. ¿Por qué no la olvides? Todos entendemos que ha sido una crisisita. Primero la señora por la que dejaste a Dani y ahora la infanta con la que andas. —El problema a tu fantasía es que tú saludas a un hombre, te casas con él y te divorcias, y lo dejas en la calle —comentó Daniela. —Uno en la vida tiene que entender cuando un hombre no va por uno —comentó Julianne, su esposo y su hermana le miraron sorprendidos por la cantidad de veneno en el comentario y Patrick negó con la cabeza porque no sentía que Jimena pensara realmente que tenían oportunidad. —A mí nunca me han puesto el cuerno, menos todos los hombres a los que he tocado. Daniell se disculpa para ir por una bebida y el camarero se acerca con unos bocadillos y todos le ponen atención a la comida que no se ve muy encantadora. —Uhh, qué intensa esta conversación—Comenta Patrick. Algunas miradas repararon en Aurora, la cual llevaba un vestido al cuerpo con brillantinas y unas sandalias de tacón espectaculares. Patrick notó que no iba con el look de mujer insegura de siempre, sino una mujer guapísima, joven, segura de sí misma, luciendo partes del cuerpo que casi nunca lucía, sus piernas bien torneadas y la elegancia que su nombre representaba brillando por todos lados. La observaron saludar a una pareja de adultos mayores con toda la dulzura del mundo, luego a los Luthor Laggun, Patrick sonrió cuando su mirada se cruzó con la de ella. La joven le saludó a lo lejos y le hizo una seña para ir a saludar antes a los papás de su amigo. —¿La quinceañera es tuya, Patrick? —preguntó Jimena. —Sí, Barbie vieja y divorciada —Le guiñó un ojo, y ella rio ante la broma. Patrick se disculpó y se acercó a Aurora, quien se encontraba conversando con Alonso y Lucrecia Pieth, los papas de Pablo. —Lucrecia, qué guapa —saluda Aurora a la madrastra de Pablo. —Gracias, tú estás espectacular mi amor. —¿Y las gemelitas? —Uhh, portándose fatal. —se quejó Alonso. —Pablo llegó a cenar con pizza, así que deben estar cansándole. —Él secretamente adora ese tipo de amor. —Patrick se paró a su lado y ella le tomó de la mano. —Hola. No sabía si era muy tarde para venir. —Llegaste a tiempo —respondió y se inclinó para besarle en la mejilla, Aurora sonrió y presentó a Patrick con Alonso y Lucrecia. —Nosotros hemos trabajado juntos con anterioridad. —Sí, para otro evento de recaudación. —Nunca imaginé que hubiera tantos al año. —reconoció la esposa del Alonso Pieth. Ellos se quedaron con los Pieth, hasta que inició el evento, vieron un espectáculo de magia que no le hizo gracias. Casi ninguno de los presentes, Aurora notó como algunas miradas chismosas y desafortunadas estaban dirigidas hacia ella. Rodeó la cintura de Patrick y él le preguntó si quería el abrigo, ella negó con la cabeza y Patrick le rodeó con el brazo para calentarla un poco. La pareja compartió una sonrisa y Patrick vio de reojo al mago y le preguntó si era demasiada mala educación dejar el cheque e irse. —No podemos hacer eso, es de mala educación. —Esto está aburridísimo. —Bueno, ve al baño y dura más de diez minutos. Yo dejaré nuestros cheques y me disculparé con Cecilia, le diré que tienes diarrea. Patrick vio a Aurora a los ojos y sonrió contagiado por sus ánimos de irse, aurora podía decir lo que sea, pero tenía cara y actitud de niña buena. Él la acercó por —Mejor, finjamos que mi hija tiene diarrea. Cecilia adora a Meredith. —Creíble —comentó Aurora y fue a dejar su cheque con toda discreción posible. Se acercó a Cecilia Benavides, la encargada del evento para los niños de la casa hogar, y se disculpó, le comentó que había venido a acompañar a Patrick y su hija estaba indispuesta antes de salir, pero sus hermanos estaban pensando en llevarla al médico. —¿Cómo que te vas Aurora? —La hija de Patrick está fatal de una diarrea y vómitos, el doctor va camino a verla. —Pobre, nena. —Sí, ya tenemos que irnos. —se disculpó nuevamente y le dio un abrazo a la mujer. Aurora iba caminando hacia su novio cuando se encontró con Julianne y Alice Pieth, se detuvo a saludarlas y reconoció al señor Burwish. —¿Tú eres la nueva conquista de Patrick? —No, a mí eso de conquista no me va. ¿Señora… Suárez o Muñíz?—preguntó. —Jimena —Aurora asintió y Patrick se acercó al grupo. —Aurora, dicen que se está muriendo—Ella le ve sorprendida y la sonrisa de maldad no abandona el rostro de Patrick. —Ah, sí, perdón, la señora necesitaba un poquito de dirección—Patrick elevo una ceja. —¿Tienen una emergencia cuando el mago más aburrido del país está aburriéndonos? —preguntó Alice. —Sí, mi hija está enferma. —¿Necesitas un doctor? —Tú eres psiquiatra, mi hija tiene un virus intestinal. —Conveniente, nosotros tenemos hijos pequeños, Patrick, pero no se nos ocurriría dejar a los niños pobres sin nuestro dinero que Julianne quiere donar. —Ya nosotros donamos—respondió Aurora. —La prioridad siempre son los niños. Alice sacó un cheque y se lo dio a su cuñado, le hizo una seña para que fuera. Cash, que es enorme, le preguntó en cuál mundo, él podía escabullirse y los dos vieron a Julianne. —Ese es de parte de mis papás y Alice, escribe mi nombre Juls. —¿Dónde está tu dinero? —pregunta su hermana. —Vine, deberían agradecerme por mi presencia. —Patrick se rió bajito y le prestó doscientos dólares para que donara algo. Patrick se despide de las hermanas Pieth y le guiña un ojo Jimena. Aurora le toma de la mano y los dos se escabullen entre las mesas hacia la salida. Cuando llegan al primer piso se encuentran con que está lloviendo. Entrega su ficha y el pago al valet y Aurora corre a mojarse un poco, él ella ve un par de segundos con las manos en los bolsillos y va hacia ella, le invita a bailar y Aurora ríe. Serena, quien había aprovechado los aplausos y el alivio ante el final del entretenimiento por parte del mago para huir, se encontró con la escena, su hermano mayor y Aurora bailando bajo la lluvia, él le dio un beso y su esposo la tomó de la cintura. —Esos dos, qué sorpresa—comentó Serena mientras aprovechaba la tecnología para grabarles. —Sí, creo que de verdad le gusta. —Me alegra por mi hermano. —Comenta mientras guarda el celular en su bolsa y siguió a su esposo hacia la otra salida. — Debe ser muy triste nunca haber estado enamorado. —Serena, no seas chismosa, y vámonos—le regaño su esposo y le llevó hacia el valet. Aurora sonrió hacia Patrick y le abrazó, el valet se acercó con las llaves y ellos agradecieron. Él le ayudó a subir y rodeó el auto para ir al lado del conductor. Tomó asiento y encendió el auto. Escribió mensaje a sus hijos para saber qué tal había estado su viaje. —¿Qué se te antoja comer? —Tu hija está enferma Patrick— comentó sarcástica. —¿Quieres venir a mi casa? —preguntó Patrick.
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